2018 – DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO
“Domingo del grano de mostaza”.
El Salmo canta: “Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo; proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad”.
La Iglesia celebra cada día, mañana y tarde, la misericordia y la fidelidad del Señor con la celebración de las Horas Santas de Laudes y Vísperas. Sabe que “es bueno darte gracias, Señor”.
La Eucaristía, que significa antes todo, Acción de Gracias y es el centro vital de cada domingo.
Los cantos y la salmodia de la Iglesia en la liturgia matutina y vespertina nos hacen presentir el Reino de Dios. Ya que “mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor”, tal como dice el Apóstol en la segunda lectura.
Así mismo escuchamos: “Caminamos en la fe no en la visión” y tampoco vemos cómo el Reino de Dios crece.
Con las parábolas minimalistas, el Señor nos enseña que el Reino es de Dios, no nuestro. El sabe la medida y los tiempos de su Reino. También sus leyes de crecimiento.
Esto no significa que el hombre no deba hacer nada (tiene que preparar la tierra y sembrar), pero la cosecha es de Dios. Pero es una cosecha en beneficio del hombre.
Esta es la enseñanza tanto de la primera como de la segunda parábola.
Lo único visible de Dios en este mundo es la santa Cruz, el árbol que el Señor ha plantado en la “cumbre de un monte elevado” (primera lectura). En este árbol todos se cobijan (como los pájaros del cielo en la parábola).
Este texto inspira el himno Crux fidelis inter homnes, arbor una nobilis. En la Iglesia todo crece bajo el signo de la cruz.