2018 – LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
Juan, hijo de Zacarías, de familia sacerdotal.
El precursor, debe ser visto como el dedo que señala de manera permanente al Señor como “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Como el que asume los pecados de todos los hombres sin cometerlos y llevarlos a la Cruz para destruirlos.
El profeta Juan es el que invita a todos a ser discípulos del Señor. Juan Bautista es también el que recupera todo el Antiguo Testamento y lo entrega a Jesús, el Señor. En este sentido el mismo Juan asume tipológicamente la figura de los profetas (Jeremías e Isaías) como se propone en la primera lectura.
En razón a su misión como los profetas e incluso con más razón fue santificado desde el seno de la madre.
Él, casi como María, anuncia el misterio de la Iglesia como la que predica al Señor, no a sí misma. Es el Señor quien tiene que crecer.
Con razón se celebran ambos nacimientos, el de Juan y el de María y en el iconostasio oriental forman la deisi (intercesión), ambas figuras flanquean la imagen del Pantocrátor, presidiendo la intercesión del Antiguo y de Nueva Testamento.
Su nombre encabezó la lista de los santos, antes del de los apóstoles en el Canon. Su nacimiento pertenece ya a los misterios de la encarnación del Señor y nos introduce en su grandeza (véase el contenido de la oración sobre las ofrendas y la poscomunión).
La tradición de todas las Iglesias celebra de manera muy solemne la Natividad de Juan, el Bautista, cuyo nacimiento fue motivo de alegría, como canta el prefacio de hoy. En el rito bizantino es una fiesta importante y se celebra con una gran vigila nocturna.
La fecha de la Navidad del Precursor se escogió en relación a la Navidad de Jesús (seis antes). Todas estas fechas están relacionadas con el 25 de marzo. No se puede demostrar en la historia de la liturgia que estas celebraciones dependen del solsticio de invierno y de primavera. Estos argumentos son ideológicos.