2019 – DOMINGO I DE CUARESMA
Domingo de las tentaciones de Jesús
El apóstol Pablo, en la segunda lectura, proclama que la fe de los cristianos es la resurrección de Cristo (Fides christianorum resurrectio Christi est).
San Agustín comenta el texto con las palabras: “Pregunta a un pagano si fue crucificado Cristo. Te responderá: “Ciertamente”. Pregúntale si resucitó y te lo negará. Pregunta a un judío si fue crucificado Cristo y te confesará el crimen de sus antepasados. Pregúntale, empero, si resucitó de entre los muertos; lo negará, se reirá y te acusará. Somos diferentes… Si nos distinguimos en la fe, diferenciémonos, del mismo modo, en las costumbres, en las obras, inflamándonos por la caridad” (Sermón 234,3).
La Cuaresma nos exige preparar la Pascua del Señor y se nos entregan los instrumentos cuaresmales: la oración, el ayuno, el amor fraterno.
Con estos remos navega la barca de la Iglesia en la travesía cuaresmal hasta el puerto de la Pascua.
Durante los cuarenta días debe ser constante la memoria del Señor que permaneció en el desierto y sufrió las tentaciones por nosotros y, también por nosotros las venció.
Unidos a Él participamos en su victoria.
El salmo 91, recitado una y otra vez en la Cuaresma, nos acompaña.
La Cuaresma es esencialmente catecumenal y penitencial.
Tiempo de preparar la profesión de fe para la renovación del Bautismo en la noche de Pascua, y tiempo de regreso a Dios, del que nos alejamos por el pecado.
Son los caminos de la gracia.
Caminos que no transitamos solos, vamos con los hermanos, con toda la Iglesia.
Esto es lo que suplicamos en la oración colecta de este primer Domingo.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2019, Liturgia fovenda, p. 126).