2019 – Domingo III de Pascua
Manifestación del Resucitado en el lago
Los Apóstoles se presentan como testigos de la Resurrección del Señor en la lectura de los Hechos.
Los pocos fragmentos seleccionados del libro del Apocalipsis proclamados en el Ciclo C, en la segunda lectura, presentan la liturgia celestial que la Resurrección del Señor inaugura.
El fragmento de hoy nos hace descubrir que la liturgia terrenal es participación en la liturgia celestial, como dice el Catecismo (CIC n. 1.090).
En el Evangelio se proclama la aparición del Señor Resucitado en el lago de Galilea.
El Señor nos espera en la orilla del Reino, en el amanecer de un día sin ocaso, y nos llama.
El discípulo amado le reconoce con el grito: “Es el Señor“, y Pedro, lanzándose al mar, bracea hacia Él.
El texto evangélico está lleno de significados espirituales y eclesiales.
Uno de remarcable es la investidura de la misión apostólica: el ministerio brota siempre de un acto de amor a Jesucristo.
El Salmo pertenece a la serie de Salmos pascuales, según la tradición.
La respuesta es: “Te ensalzaré Señor, porque me has librado“.
No hay que olvidar que este Salmo se canta en la Vigilia de Pascua.