2019-DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO
Domingo de la predicación de Jesús en Nazaret.
Se añade a la narración evangélica el Prólogo de Lucas cargado de significados teológicos.
Con él, se inserta en la tradición de los que “desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra“.
La finalidad es la catequesis de la comunidad: “la solidez de las enseñanzas que has recibido“.
El Señor, en la sinagoga de Nazaret, hace suyas las palabras de Isaías referentes al Ungido del Señor y proclama: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír“.
Cristo es la exégesis del Padre. Él inaugura el jubileo de la gracia en el que la libertad será dada a los cautivos, los ciegos reencontrarán la luz y la Buena Nueva serà anunciada a los pobres.
Vivimos en este hoy (sêmeron) que el Señor proclama. La Liturgia nos introduce en este hodie.
La Palabra de Dios (Torá) ya no es el libro de la Escritura sino su Persona.
Con razón el Salmo canta: “Tus palabras, Señor, son espíritu y son vida“.
La asamblea dominical se convierte en el lugar donde la Palabra de Dios es transmitida y acogida.
Él es también el nuevo Esdras, el intérprete verdadero de la Escritura. Por eso a la asamblea de los cristianos se pueden aplicar las palabras: “Este dia està consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis, pues el gozo del Señor es vuestra fuerza“.
Es el gozo del Señor resucitado, comunicado a nosotros por el Espíritu Santo que nos ha sido dado para formar un solo cuerpo (2ª lectura).