2019 – DOMINGO IV DE CUARESMA
Dominica Laetare.
Este Domingo cuarto de Cuaresma, se llama “Laetare”, por razón de la antífona de entrada de la Misa, extraída del libro de Isaías (Is 66,10).
La célebre antífona de entrada nos hace elevar el corazón hacia la Jerusalén del cielo. La basílica de la Santa Cruz en la que se celebraba antiguamente la liturgia estacional de Roma, era imagen de la Iglesia que peregrina hacia su morada definitiva (ant. comunión).
Hoy, este día, el Papa hacía una ofrenda floral (una rosa roja a la santa cruz), que simbolizaba el jardín ameno y aromático del Paraíso.
El color de la rosa es el origen del color rosado de la liturgia de hoy.
A la mitad de la Cuaresma, es una anticipación de la alegría de la Pascua.
La oración colecta reza así: “Haz que el pueblo cristiano se apresure, con fe gozosa y entrega diligente, a celebrar las próximas fiestas pascuales“.
La parábola del hijo pródigo es quizás la más emotiva y sublime de todas las parábolas de Jesús en el evangelio.
El destino y la esencia de los dos hijos sirve únicamente para revelar el corazón del padre.
Nunca describió Jesús al Padre del cielo de una manera más viva, clara e impresionante que aquí.
La Iglesia se identifica con el hijo pródigo, que vuelve a la casa del Padre (de la que no tenía que haberse ido nunca).
Cuaresma es el camino de regreso y Pascua es el reencuentro: el abrazo del Padre que lo atrae hacia su seno (donde está el Espíritu de amor) y los signos pascuales: el anillo de la alianza, las sandalias del hombre libre, el vestido nuevo y el banquete de la fiesta.
Los Padres han predicado este evangelio en clave bautismal.
Pablo proclama la fe de la comunidad: el Padre no nos reconcilió consigo al margen del Hijo, sino “por medio de Él” y “en Él“; y la Iglesia, instituida por Cristo, ha recibido de Dios el encargo de anunciar este “mensaje de la reconciliación“.
Nos recuerda también San Pablo que somos “una nueva creación“.
En el banquete eucarístico la Iglesia puede “gustar qué bueno es el Señor“, como se canta en el Salmo.