2019 – DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO
Domingo de quienes ocupan el lugar último.
El sábado no se puede hacer camino, y Jesús, habiendo participado del culto de la Sinagoga, acepta la invitación del fariseo.
En el banquete, Jesús enseña sobre la humildad.
Esta es una virtud difícil de definir.
Ya que quien quiere ser humilde ya quiere ser algo y, por tanto, ya no es humilde.
Sólo Dios y los demás pueden juzgar si somos humildes.
Positivamente sólo se puede decir que la humildad es: no pretender nada para sí mismo.
A un hombre o mujer verdaderamente humilde no le importa ocupar el “último lugar” y, si lo hacen ascender a un lugar más principal, sólo puede valorar la bondad del otro que le hace ocupar un lugar más importante.
Ya lo decía santa Teresa de Lisieux a su hermana: “Vamos, pongámonos en último lugar, que este nadie nos lo tomarà“.
Para ocupar el primer lugar o ser los primeros siempre hay peleas, las personas son capaces de todo para ocuparlo; para ocupar el último lugar no hay disputas.
Hay que ser el último para ser servidor de todos, como el Señor.
La enseñanza de hoy no es sólo de educada cortesía. Es mucho más.
Es una enseñanza que implica unos datos cristológicos. El Señor en la cruz ha ocupado el último lugar y, justamente porque ha sido humillado, ha sido ensalzado por la Resurrección.
El último lugar ha sido santificado por la presencia del Señor.
En el texto está la referencia a una boda. Son las bodas de la Nueva Alianza, donde el Señor, desde la cruz, el último lugar, ha invitado a la fiesta a quienes no pueden recompensar a sus hermanos, quienes la vida ha puesto en el último lugar, los pobres.
Si ellos no lo pueden recompensar, Dios lo puede hacer por ellos, y da la vida eterna en la retribución final.
Una vez más, los pobres son los mediadores de la salvación.
Hay que remarcar hoy la solemnidad del fragmento de la carta a los Hebreos. Los cristianos nos hemos acercado a la ciudad santa, “a la asamblea festiva (ekklêsía) de los primogénitos inscritos en el cielo“.
Cada vez que celebramos la Eucaristía se hace palpable esta proximidad.