2019 – II Semana de Adviento
LUNES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO
Lects. bíblicas: Misa: Is 35, 1-10; Sal 84, 9ab y 10. 11-12.13-14; Lc 5, 17-26
La profecía de Isaías es exultante y anima la esperanza del pueblo con expresiones bellísimas.
He aquí que el desierto se convierte en un jardín en fiesta.
Por eso las “manos débiles” han de robustecerse (mediante la oración), y el desánimo en el camino “las rodillas vacilantes” se ha de superar.
Hay que ser valientes y retomar el coraje.
En medio del desierto, el Señor ha abierto la “Vía sacra” para subir y entrar en Sión “con cantos de jubilo“.
Allí “habrá gozo y alegria“, y “quedarán atrás la pena y la aflic- ción“.
Todo esto se cumple en el Señor Jesús, Dios que viene a salvar: en el Evangelio, él mismo enseña la Nueva Ley, cura a los enfermos, entre ellos al paralítico al que perdona los pecados y hace caminar.
De este modo, su gloria llena el país: en Cristo “la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.
MARTES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO
Lects. bíblicas: Misa: Is 40, 1-11; Sal 95, 1-2. 3 y 10ac. 11-12. 13-14; Mt 18, 12-14
Se pueden celebrar las memorias de la Bienaventurada Virgen María de Loreto (blanco), o de Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir (rojo)
El día 7 de octubre de 2019 el Papa Francisco ha incorporado la memoria de la Bienaventurada Virgen María de Loreto en el Calendario general de la Iglesia por la importancia y la significación de este Santuario en la espiritualidad de occidente.
No olvidemos que las Letanías Lauretanas tienen allí su origen.
La oración colecta se encuentra en el Formulario de la Misa “La Virgen María, estirpe escogida de Israel”, segunda opción (Misas de la Virgen María, n. 1): “Oh Dios, que has cumplido las promeses hechas a nuestros Padres…”.
La versión del resto de textos eucológicos queda pendiente de aprobación por parte de la Conferencia Episcopal.
La profecía de Isaías es de una gran belleza.
Es el comienzo del “libro de la Consolación” de Israel.
Ciertamente Dios consuela a su pueblo y le dice que ha sufrido más de lo necesario y de lo debido: “Se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen“.
Desde el perdón de Dios comienza el camino de regreso, y el mensajero puede proclamar la Buena Nueva: Dios viene a salvar a su pueblo. “Viene con él su salario” (los dones de la resurrección) y “su recompensa lo precede” (la misericordia y el perdón).
La imagen tan bíblica del pastor aplicada a Dios se plasma en la “parábola del buen pastor”, donde el Señor asegura: “No es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños“, todo esto el Señor lo realiza para nosotros y en nosotros.
Esta es la razón de poder cantar el “cántico nuevo” delante del Señor que viene, por quien el “cielo se alegra, goza la tierra“.
MIÉRCOLES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO
Se puede celebrar la memoria de San Dámaso I, papa (blanco)
Lects. bíblicas: Misa: Is 40, 25-31; Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10; Mt 11, 28-30
El oráculo de Isaías es un poema bellísimo.
Yahvé es el Dios creador que “despliega su ejército al completo y a cada uno convoca por su nombre“, pero es también el Dios Salvador que conoce el destino de cada existencia y, además, es el que da la fuerza.
El Señor regala la fuerza de la juventud a su pueblo: “Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan“, como atletas en la carrera maravillosa hacia Dios.
Todo esto se realiza en aquel que nos ha invitado a aceptar su yugo (el del amor): en Él, “manso y humilde de corazón“, encontramos el reposo que tanto deseábamos.
La Iglesia, toda ella hechizada por este misterio, se siente rescatada de la muerte y, saciada de su amor, no puede sino bendecir al Señor: “Bendice, alma mía, al Señor“.
¡Es el corazón y el alma de la Iglesia quien bendice al Señor!
JUEVES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO
Se puede celebrar la memoria de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe (blanco)
Lects. bíblicas: Misa: Is 41, 13-20; Sal 144, 1 y 9. 10-11. 12-13ab; Mt 11, 11-15
Desde hoy hasta el día 16 de diciembre, en las misas feriales, el evangelio nos presentará varias escenas sobre el Precursor, Juan el Bautista; la lectura primera del Antiguo Testa- mento de estos mismos días ha sido elegida en función de estas lecturas evangélicas.
La profecía de Isaías está dirigida hoy a los pobres que Dios ama: por obra de la gracia y la presencia del Señor, el desierto que viven estos pobres se convierte en un jardín.
La presencia del Señor, con la gracia de su Espíritu, convierte todos los desiertos existenciales en un jardín sobreabundante de agua y de frutos frondosos.
Allí donde está la gracia de Dios todo germina, crece y da fruto.
Es la bienaventuranza de los pobres, que son felices en el Reino, donde el más pequeño es más grande que Juan el Bautista.
De esta manera se proclama que la Nueva Aalianza es incomparablemente mayor que la Antigua.
El Reino ha venido en Cristo: “sufre violencia y los violentos lo arrebatan“.
Todos, como Juan el Bautista, estamos llamados a preparar los caminos del Señor, los caminos por los que Él pasará y vendrá a nosotros, como pedimos en la oración colecta de hoy.
VIERNES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO
SANTA LUCÍA, virgen y mártir
Santa Lucía tiene un culto antiquísimo en la Iglesia: su nombre aparece en el Canon Romano.
Era una joven de Siracusa que sufrió el martirio bajo la persecución de Diocleciano.
Su memoria fue celebrada en breve tras “la paz de la Iglesia” y ya en el siglo V se venera en Sicilia su sepulcro.
Es venerada también en Oriente. Su Passio (en versión griega, del s. V; y latina, del s.VI) es apócrifa, pero bellísima. Cuando la amenazan de muerte, siempre según esta Passio, ella exclama: «No es necesario que insistas, nada me podrá separar del amor de mi Señor». El pueblo cristiano la ama. Ella es verdaderamente “hija de la luz”.
La iconografía más antigua la representa con una lámpara encendida, como las vírgenes del Evangelio, que se convirtió luego en un recipiente donde lleva sus propios ojos.
Son los ojos de la fe: iluminada por la fe, forma parte del pueblo de los “hijos de la luz”.
Lects. bíblicas: Misa: Is 48, 17-19; Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6; Mt 11, 16-19
Se dice que San Francisco de Asís decía a sus hermanos: “Si supiéramos adorar a Dios tendríamos la tranquilidad y la paz de los grandes ríos que van hacia el mar“.
Si supiéramos escuchar la Palabra de Dios, la felicidad se desbordaría “como un río y como las olas del mar“.
Es una preciosa imagen de Isaías.
Es lo mismo que nos dice Jesús en el Evangelio, cuando denuncia el comportamiento de sus seguidores como eternos adolescentes (ahora quieren jugar, ahora no).
Actuando así, nunca descubrimos que las “obres” del Mesías (su Pasión) “acreditan la sabiduría“.
Es auténtica porque es la Sabiduría del Padre.
Por eso el que lo sigue tiene “la luz de la vida“, como cantamos en el Salmo responsorial.
La vida del enamorado de la Palabra está llena de fecundidad: “tu descendencia como la arena, como sus granos, el fruto de tus entrañas“.
SÁBADO DE LA II SEMANA DE ADVIENTO
SAN JUAN DE LA CRUZ, presbítero y doctor de la Iglesia
El año del Señor 1591, en Úbeda (Jaén) mientras tocaban para el Oficio nocturno, en el punto de la medianoche, aquel fraile -pequeño de estatura, pero interiormente gigante- preguntó: “¿A qué tañen?”.
Cuando le fue dicho que tocaban a Maitines, respondió: “Gloria a Dios, que al Cielo los iré a decir». Besó el crucifijo que sostenía en las manos y rogó: “Señor, en tus manos encomiendo mí espíritu“. Inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Su débil cuerpo, llagado enteramente y nauseabundo, empezó a desprender un fino olor a rosas. Esta fragancia, recuerdo perenne de su maestría espiritual, perfuma aún la Orden del Carmelo Descalzo y la Iglesia universal.
Juan de la Cruz buscó a Dios en todas las noches de la fe y es un maestro (doctor) de oración para toda la humanidad que anhela la Trascendencia.
Le consumió toda la vida la Llama de amor viva, que él describe en su más sublime poema: “¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! Pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres: ¡rompe la tela de este dulce encuentro!“
Lects. bíblicas: Misa: Si 48, 1-4. 9-11; Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19; Mt 17, 10-13
Elías, el profeta de fuego, es elogiado en la lectura de Jesús, hijo de Sira.
Elías, arrebatado “en un carro de caballos de fuego“, es llevado hacia Dios, pero la Escritura dice que volverá para “aplacar la ira” antes de que estalle.
Por ello serán felices los que sean testigos de su regreso.
En el Evangelio, Jesús nos dice que Juan el Bautista es Elías,el profeta que había de venir a prepararlo todo, pero sin embargo no ha sido reconocido: “han hecho con él lo que han querido“, es decir, sin miramientos.
También el Hijo del hombre será tratado así.
De esta manera son tratados los hombres y mujeres de Dios (los profetas y profetisas) no sólo en el mundo, sino, incluso, en la Iglesia.
En el Salmo responsorial, el más propio de Adviento en la tradición litúrgica, suplicamos que Dios nos restaure: “que brille tu rostro y nos salve“.
Es lo mismo que pedimos en la oración colecta de hoy: “Ven, Señor, tú que te sientas sobre querubines, muéstranos tu rostro y sálvanos“.