2019 – TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Los Padres de la Iglesia interpretan el sentido teológico del acontecimiento de la Transfiguración del Señor como anticipación del Misterio Pascual, y como confirmación de la misión que Jesús había recibido en el Bautismo del Jordán.
Al mismo tiempo, como anuncio de la transfiguración de nuestra humanidad a semejanza de su cuerpo glorioso.
El Prefacio propio canta: “En el cuerpo de la Iglesia entera, se cumplirá lo que, de modo maravilloso, se realizó en su Cabeza“.
Una vez más, hoy, todas las Iglesias celebran unánimemente esta fiesta y reencuentran, al menos en la celebración litúrgica, la unidad rota.
Las santas Iglesias gozan de la Luz increada, el Espíritu Santo, que se manifiesta en la luz resplandeciente, procedente del interior del cuerpo del Señor, en la voz del Padre y en el testimonio de la Ley y los profetas.
Tanto el Padre revela el Hijo, como el Hijo revela al Padre y el Espíritu de ambos nos introduce en su misterio de Amor y en la “luz tabórica”.
La clave de interpretación es siempre la misma: la Resurrección del Señor.
El Leccionario para los tres ciclos es de una extraordinaria riqueza. La fiesta se celebra idealmente cuarenta días después de Pentecostés, como cuarenta días después se celebra la Exaltación de la Santa Cruz.
Todo está bajo el signo de la manifestación de Dios Trinidad.
De la tradición litúrgica:
Cuando te transfiguraste oh Cristo Dios, en la montaña, revelaste tu gloria a los discípulos según ellos podían soportar.
Resplandezca tu excelsa luz sobre nosotros, pecadores, Tú que nos regalas el don de la luz, ¡gloria a ti, Señor!
Tropario bizantino de la fiesta
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2019, Liturgia fovenda, p. 265)