SAN LORENZO, diácono y màrtir 10 de agosto
Durante la persecución de los cristianos bajo el emperador Valeriano I (258 dC), muchos sacerdotes y obispos fueron condenados a muerte, mientras que los cristianos que pertenecían a la nobleza o al senado eran privados de sus bienes y enviados al exilio.
El Papa Sixto II fue una de las primeras víctimas de esta persecu- ción, siendo crucificado el 6 de agosto.
Un relato citado por San Ambrosio dice que Lorenzo se encontró con Sixto en su camino hacia la crucifixión y le preguntó: “¿Dónde vas, querido padre, sin tu hijo? ¿Dónde vas, santo padre, sin tu diácono? Nunca has ido al altar del sacrificio sin tu servidor ¿y ahora deseas hacerlo sin mí?“.
Sixto le respondió: “Dentro de tres días me seguiràs” (De officiis, 206).
Así fue, ya que el día 10 de agosto fue puesto en una parrilla y quemado vivo en una hoguera.
Aquellos años fueron temibles para los pastores de la Iglesia: en septiembre, san Cipriano de Cartago y otros sufrirían también el martirio, y en enero del año siguiente serían martirizados san Fructuoso de Tarragona y sus diáconos, Augurio y Eulogio.
San León Magno, en una de sus más bellas homilías predica: “El Señor quiso exaltar hasta tal punto su nombre glorioso en todo el mundo que, desde oriente hasta occidente, en el resplandor vivísimo de la luz irradiada por los más grandes diáconos, la misma gloria que recibió Jerusalén por Esteban recayó también sobre Roma por los méritos de Lorenzo” (Homilía 85,4: PL 54, 486).
El himno de Laudes pertenece al Canto II del Peristephanon de Prudencio.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.318)