2021 – NAVIDAD :: NADAL
Misa de la vigilia Is 62, 1-5; Sal 88, 4-5. 16-17. 27 y 29; Hch 13, 16-17. 22-25; Mt 1, 1-25; (forma breve: Mt 1, 18-25) En la “Misa de la vigilia” de Navidad se proclama el “génesis” del Mesías según Mateo, la genealogía, que concluye con el relato de su concepción virginal por obra del Espíritu, y su nacimiento. Mateo necesita toda la genealogía de Jesús para afirmar que Jesucristo, ungido por el Espíritu Santo, es hijo de David e hijo de Abraham. Es hijo de David por razón del santo patriarca José que, como padre jurídico, le da el linaje davídico. Es hijo de Abraham, del pueblo de la fe, porque la promesa hecha a Abraham se cumple en Cristo. Se ha de interpretar el significado teológico de los nombres del árbol genealógico de Jesús para poder comprender que es hijo de una humanidad pecadora que ha venido a redimir. El relato termina con la “palabra de cumplimiento“: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros“. Su concepción virginal por obra del Espíritu Santo, y el hecho de llamarlo “Mesías“, anticipa la fe dogmática de la Iglesia: es consustancial, como hombre, a la madre, por ella, con nuestra humanidad, pero como Dios, es consustancial con el Padre, por Él, con su divinidad. El bellísimo oráculo del III Isaías revela que Navidad es un misterio nupcial. Las bodas eternas de Dios con la humanidad, en la persona del Hijo, se realizan “in misterio” en la nupcialidad de la Iglesia con Cristo. Unas nupcias que brillan como una luz sobre el mundo entero: “Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria” y la Iglesia, el nuevo Israel, devendrá una “corona fúlgida en la mano del Señor“. Él estará contento de tenerla, en una íntima relación de amor, como se regocija el marido con su esposa. En el Salmo se proclama que Jesús es el verdadero David: Él me invocará: “Tú eres mi Padre“. Es lo mismo que Pablo predica en Antioquía de Pisidia, según los Hechos, en la segunda lectura: “Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia (David) un salvador para Israel: Jesús“. Misa de medianoche Is 9, 1-6; Sal 95, 1- 2a. 2b-3. 11-12. 13; Tit 2, 11-14; Lc 2, 1-14 Las seculares lecturas de la Noche de Navidad tienen como centro el anuncio angélico: “No temáis, os traigo una gran alegría (…) hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Me sías, el Señor“. La señal es el Niño fajado y recostado en un pesebre. La narración de Lucas tiene ya como trasfondo la Re surrección del Señor. En el icono de la Navidad, el niño, envuelto en pañales, aparece en el fondo de la cueva oscura para significar el sepulcro. Los pañales prefiguran ya el sudario del Señor en el sepulcro. En un evento y en otro se hace presente la teofanía angélica. Tanto el nacimiento como la Resurrección del Señor son motivo de una gran alegría. Uno y otro deben ser anunciados. La doxología mayor de la Misa comienza con las palabras que los ángeles cantaron en la primera noche de Navidad. El nacimiento del Señor es la aparición, la epifanía gloriosa de Jesucristo, gran Dios y Salvador nuestro, segunda lectura, y el pueblo que caminaba en las tinieblas, la historia de los hombres, vio una luz grande, primera lectura. Los Salmos reales del “cántico nuevo“, 95, 96 y 97, resuenan exultantes en las tres Misas de Navidad. Los fieles, “laeti et triumphantes“, adoramos al Señor que por nosotros ha nacido en Belén de Judá. Misa de la aurora Is 62, 11-12; Sal 96, 1 y 6. 11-12; Tit 3, 4-7; Lc 2, 15-20. La antífona de entrada de la Misa canta: “Hoy brillará una luz sobre no- sotros“. Esta luz, los pastores la vieron resplandecer en el rostro del Niño Jesús tras el anuncio del ángel. El Evangelio de esta Misa de la aurora es continuación del Evangelio de la Misa de medianoche de ayer: los pastores confirman con su ida a Belén la palabra-evento que les había sido anunciada, “conforme a lo que se les había dicho“. Habiendo recibido la confirmación, se convierten en los primeros misioneros del Niño y participan del ministerio de los ángeles, no sólo anunciando el evento, sino con su alabanza a Dios. Como pastores, prefiguran el ministerio apostólico. En el sentir, lo que hacían los ángeles ahora lo hacen los pastores. Como lo habían hecho ellos, ahora también todos se admiraban de lo que decían los pastores. La Navidad de Jesús llena a todos de estupor en sentido teológico. De manera sorprendente Lucas menciona a María: “conservaba estas cosas, meditándolas en su corazón“. Nada referido al Hijo es olvidado por ella, ya que todo tiene un significado para ella y su misión. Ella es el inicio de la memoria, “shemá” de la Iglesia. La contemplación cristiana versará siempre sobre la humanidad del Hijo. San Pablo, en la segunda lectura, hace comprender que el nacimiento de Jesús es, de hecho, la revelación del Dios vivo, ya que “cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre“, lo hizo gratuitamente, no por las obras que nosotros podíamos haber hecho. El oráculo de Isaías se aplica a la Iglesia: ella es la hija de Sión que, llena de júbilo, puede escuchar hoy: “Mira a tu salvador, que llega“. De esta manera “amanece la luz para el justo“, como can tamos en el Salmo: es el día que la Luz resplandece para nosotros, porque nos ha nacido el Salvador. Misa del día Is 52, 7-10; Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4. 5-6; Heb 1, 1-6; Jn 1, 1-18; (forma breve: Jn 1, 1-5. 9-14) Desde los inicios de la configuración del Año litúrgico en Occidente no se conoce otro Evangelio para la “Misa del día” de Navidad sino el Prólogo de san Juan. Aunque se permitan los otros Evangelios del nacimiento del Señor, no se deben preferir a éste. El prólogo del IV Evangelio es la gran proclamación de la verdad fundamental de la fe cristiana: el Verbo de Dios, coeterno con el Padre, se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros. “Nosotros hemos contemplado su gloria“, en el don del Espíritu Santo, revelada como gracia y verdad: “De su plenitud, “pleroma” hemos recibido gracia tras gracia“. El pueblo cristiano tiene derecho a escuchar el día de Navidad el más alto y sublime texto referente a la Encarnación del Verbo. Es esto lo que celebramos y por lo que inmensamente nos alegramos. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.67s) |
Missa de la vigília: Is 62, 1-5; Salm 88, 4-5. 16-17. 27 i 29; Fets 13, 16-17. 22-25; Mt 1, 1-25 (o bé, més breu: Mt 1, 18-25) En la Missa de la vigília de Nadal es proclama la “gènesi“ del Messies segons Mateu, la genealogia, que es clou amb el relat de la seva concepció virginal per obra de l’Esperit, i el seu naixement. Mateu necessita tota la genealogia de Jesús per afirmar que Jesús, el Messies, ungit per l’Esperit Sant, és fill de David i fill d’Abraham. És fill de David per raó del sant patriarca Josep que, en tant que pare jurídic, li dóna el llinatge davídic. És fill d’Abraham, del poble de la fe, perquè la promesa feta a Abraham s’acompleix en Crist. S’ha d’interpretar el significat teològic dels noms de l’arbre genealògic de Jesús per tal de comprendre que és fill d’una humanitat pecadora, que ha vingut a redimir. El relat acaba amb la “paraula d’acompliment“: “La verge tindrà un fill i li posaran Emmanuel, que vol dir, Déu-és-amb-nosaltres“. La seva concepció virginal per obra de l’Esperit Sant, i el fet d’anomenar-lo “Messies“, anticipa la fe dogmàtica de l’Església: és consubstancial, com a home, a la mare, per ella, amb la nostra humanitat, però com a Déu, és consubstancial amb el Pare, per Ell, amb la seva divinitat. El bellíssim oracle del III Isaïes revela que Nadal és un misteri nupcial. Les noces eternes de Déu amb la humanitat, en la persona del Fill, es realitzen “in mysterio” en la nupcialitat de l’Església envers el Crist. Una núpcies que brillen com una llum sobre el món sencer: “Tots els reis veuran la teva glòria” i l’Església, el nou Israel, esdevindrà “una corona magnífica a les mans del Senyor“. Ell estarà content de tenir-la en una íntima relació d’amor “com el nuvi està content de tenir la núvia“. En el Salm es proclama que Jesús es el veritable David: “Ell em dirà: Sou el meu Pare“. És el mateix que Pau predica a Antioquia de Pisídia, segons els Fets, a la segona lectura: “De la descendència d’ell [David] Déu ha donat a Israel un salvador, que és Jesús“. Missa de la nit: Is 9, 1-6; Sal 95, 1-2a. 2b-3. 11-12. 13; Tt 2, 11-14; Lc 2, 1-14 Les seculars lectures de la Nit de Nadal tenen com a centre l’anunci angèlic: “No tingueu por: us anuncio una gran alegria (…) avui, a la ciutat de David, us ha nascut un Salvador, el Messies, el Senyor“. El senyal és el Nen faixat i posat en una menjadora. La narració de Lluc té ja com a rerefons la Resurrecció del Senyor. En la icona del Nadal, el nen, embolicat en faixes, apareix al fons de la cova fosca per significar el sepulcre. Els bolquers prefiguren ja el sudari del Senyor al sepulcre. En un esdeveniment i en l’altre es fa present la “teofania angèlica“. Tant el naixement com la Resurrecció del Senyor són motiu d’una gran alegria. Un i altre han de ser anunciats. La doxologia major de la Missa comença amb les paraules que els àngels van cantar en la primera nit de Nadal. El naixement del Senyor és l’aparició, l’epifania gloriosa “de Jesucrist, Déu gran i salvador nostre“, segona lectura, i “el poble que caminava a les fosques“, la història dels homes, “ha vist una gran una gran llum“, primera lectura. Els Salms reials del “càntic nou“, 95, 96 i 97, ressonen exultants en les tres Misses de Nadal. Els fidels, “laeti et triumphantes“, adorem el Senyor que per nosaltres ha nascut a Betlem de Judà. Missa de l’alba: Is 62, 11-12; Sal 96, 1 i 6. 11-12; Tt 3, 4-7; Lc 2, 15-20 L’antífona d’introducció de la Missa canta: “Avui brilla una nova llum“. Aquesta llum, els pastors la veieren resplendir en el rostre de l’infant Jesús després de l’anunci de l’àngel. L’Evangeli d’aquesta “Missa de l’alba” és continuació de l’Evangeli de la “Missa de la nit” d’ahir: els pastors confirmen amb la seva anada a Betlem la paraula-esdeveniment que els havia estat anunciada, “el que els havien dit d’aquell infant“. Havent rebut la confirmació, esdevenen els primers missioners de l’Infant i participen del ministeri dels àngels, no només anunciant l’esdeveniment, sinó amb la seva lloança a Déu. En tant que pastors, prefiguren el ministeri apostòlic. En el sentir, el que feien els àngels ara ho fan els pastors. Com ho havien fet ells, ara també tothom es meravellava del que deien els pastors. El Nadal de Jesús omple tots d’estupor en sentit teològic. De manera sorprenent, Lluc esmenta Maria: “conservava aquests records en el seu cor“. Res referit al Fill és oblidat per ella, ja que tot té un significat per a ella i la seva missió. Ella és l’inici de la memòria, “shemà” de l’Església. La contemplació cristiana versarà sempre sobre la humanitat del Fill. Sant Pau, a la segona lectura, fa comprendre que el naixement de Jesús és, de fet, la revelació del Déu vivent, ja que “s’ha revelat la bondat de Déu, salvador nostre i l’amor que Ell té als homes“, i ho ha fet gratuïtament, no per les obres que nosaltres podíem haver fet. L’oracle d’Isaïes s’aplica a l’Església: ella és la ciutat de Sió que, plena de goig, pot sentir avui: “El teu salvador ja és aquí“. D’aquesta manera “apunta per als justos la llum“, com cantem en el Salm: és el dia que la Llum resplendeix per a nosaltres, perquè ens ha nascut el Salvador. Missa del dia: Is 52, 7-10; Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6; He 1, 1-6; Jo 1, 1-18 (o bé més breu: Jo 1, 1-5. 9-14) Des dels inicis de la configuració de l’Any litúrgic, a Occident no es coneix cap altre Evangeli per a la “Missa del dia” de Nadal sinó el Pròleg de sant Joan. Tot i que es permetin els altres evangelis del naixement del Senyor, no s’han de preferir. El pròleg del IV Evangeli és la gran proclamació de la veritat fonamental de la fe cristiana: el Verb de Déu, coetern amb el Pare, s’ha fet carn i ha posat entre nosaltres el seu tabernacle. Nosaltres “hem contemplat la seva glòria“, en el do de l’Esperit Sant, revelada com a gràcia i veritat: “De l’abundància de la seva plenitud (pleroma) tots nosaltres hem rebut gràcia sobre gràcia“. El poble cristià té dret a escoltar el dia de Nadal el més alt i sublim text referent a l’Encarnació del Verb. És això el que celebrem i pel que immensament ens alegrem. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.60s)
|