2021 – Tiempo de Adviento – Temps d’Advent
El Año litúrgico empieza donde termina: no tiene fin en sí mismo. Es un ciclo nunca cerrado, siempre abierto; sabiamente dispuesto, de tal manera que su final coincide con su principio. La solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, termina con la proclamación de la realeza de Cristo y la esperanza de su retorno glorioso. Evocamos las palabras del libro de la Revelación, pues contienen toda la teología del Año litúrgico. Quizá son las más solemnes del Nuevo Testamento: “Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre. A Él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra. Sí, amén. Dice el Señor Dios: “Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el todopoderoso” (Ap 1,5-8). El Año de gracia del Señor se inicia siempre el I Domingo de Adviento con el anuncio de la venida escatológica de Jesucristo. La Palabra celebrada, escuchada, entregada y contemplada en los cuatro Domingos de Adviento intensifica en nosotros la gloria del Señor Resucitado que, viniendo en la carne de su humanidad, viene ahora y siempre en la gracia del Espíritu Santo y vendrá en la gloria del último día. La Iglesia, como Esposa, desea ardientemente esta venida de Cristo y con el Espíritu clama incesantemente: “Ven, Señor Jesús“. Viene para habitar en nosotros: para ser amado, conocido y celebrado. En cada uno de los tres ciclos el contenido de los Domingos de Adviento es el siguiente: I Domingo: La venida del Señor en la gloria y la exhortación a la vigilancia. II Domingo: La misión de Juan Bautista. III Domingo: La predicación de Juan Bautista. IV Domingo: Los acontecimientos que preparan la venida del Señor. El primero se abre con el horizonte de la salvación escatológica. El segundo y el tercero presentan la venida del Señor tal y como fue preparada y mostrada por Juan el Bautista. Y el cuarto es siempre en los tres ciclos una “anunciación“, en el Ciclo A, el anuncio a José; en el B, el anuncio a María; y en el C, el anuncio a Isabel. Concretamente, en el Ciclo C, en el I Domingo se proclama la parte central del discurso escatológico de Lucas y la exhortación del Señor a estar despiertos y conscientes, pues Él será visto por todos viniendo en poder y gloria. Él será la liberación de los males del mundo presente: lo fundamental será “mantenerse de pie ante el Hijo del hombre“. Los signos que preceden la última venida del Señor forman parte de la crisis constante del fluir de la historia. En el Domingo II Lucas declara que en un momento determinado de la historia del mundo la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto. El evangelista da noticia de la misión y de la predicación del Precursor aplicándole el solemne oráculo de Isaías: “Voz del que grita en el desierto“. El III Domingo continúa la predicación de Juan Bautista. Éste no se predica a sí mismo, sino que anuncia a Aquél que es más fuerte, de quien dice algo sorprendente: “Él bautizará con el Espíritu Santo y fuego“. En el IV Domingo se proclamará el Evangelio de la Visitación. El maravilloso encuentro de dos mujeres, una anciana y otra joven. Su alegría desbordante por el mutuo encuentro deviene una alabanza a Dios que las ha bendecido. Una bendición que redunda en todas las generaciones. Las perícopas evangélicas van precedidas en los tres primeros Domingos, en la primera lectura, por oráculos del profeta Isaías, excepto el cuarto Domingo, que es del II Libro de Samuel, referente a la alianza davídica. En la segunda lectura se ilumina la esperanza de la venida del Señor con fragmentos de las cartas de Pablo, excepto el segundo Domingo que pertenece a la II de Pedro. Los Salmos convierten los oráculos del profeta en oración. En el primer Domingo el célebre “Qui regis Israel, intende” (Sal 79) típico de Adviento. En el segundo y cuarto los Salmos mesiánicos 84 y 88. El tercer Domingo, obsérvese, se canta el “Magnificat” de la Madre de Dios. La segunda lectura explicita el texto evangélico en la predicación apostólica. En estas cuatro lecturas se remarca la identidad de los cristianos como los que esperan la venida del Señor. Son expectantes de esta venida y, por consiguiente, la esperanza es su virtud más propia. Una esperanza gozosa y activa por la caridad. Es importante fijarse en los versículos aleluyáticos, que representan una apertura gozosa y pascual al Evangelio que se proclamará y escuchará. Son de gran ayuda espiritual para la oración y mistagógica para la predicación. La eucología, menor y mayor, es notable. Expresa el deseo de la Esposa-Iglesia que, con el Espíritu Santo clama: “Ven, Señor Jesús“. Hay una sabia disposición de los Prefacios: el Prefacio I y el Prefacio III se refieren a la venida escatológica del Señor. Se utilizan en los Domingos de Adviento I-III. El Prefacio IV es de contenido mariano y presenta la teología de Ireneo sobre María como “nueva Eva”. El Prefacio II, referente a la venida histórica del Señor y a la preparación inmediata de la Navidad. Los Prefacios II y IV se usan en las ferias mayores de Adviento, inclusive el IV Domingo que cae dentro de ellas. Los Prefacios de Adviento son clave para determinar los contenidos teológicos y espirituales de este tiempo. Hay que estudiarlos, meditarlos y apropiarse de ellos en la oración y en vistas a la predicación. Inicio del Adviento “Hermanos míos, hoy celebramos el comienzo del Adviento. El nombre, como el de otras solemnidades, es familiar y conocido por todos; pero quizá no sabemos muy bien por qué se llama así. Porque los infortunados hijos de Adán, descuidando las verdades saludables, se apegan con preferencia a las cosas frágiles y transitorias. No es sobre la vanidad sino sobre la verdad que se ha dicho: La conoceréis, y ella os hará libres (Jn 8,32). Pues vosotros, hermanos míos, a quienes Dios revela como a los niños las cosas que están ocultas a los sabios y prudentes del mundo, aplicad cuidadosamente todos vuestros pensamientos a lo que es verdaderamente saludable, ponderad cuidadosamente la razón de ser del Adviento y preguntaos quién es el que viene, por qué viene, cuándo viene y de dónde viene. Esta es una curiosidad loable y saludable; porque la Iglesia no celebraría el Adviento con tanta piedad, si este último no nos ocultara algún gran misterio“. San Bernardo, Sermón sobre el Adviento 1 (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.29)
|
L’Any Litúrgic comença on acaba: no té fi en si mateix. És un cicle mai tancat, sempre obert; sàviament disposat, de tal manera que el seu final coincideix amb el seu principi. La solemnitat de Nostre Senyor Jesucrist, Rei de tot el món, acaba amb la proclamació de la reialesa de Crist i l’esperança del seu retorn gloriós. Evoquem les paraules del llibre de la Revelació, ja que contenen tota la teologia de l’Any litúrgic. Potser són les més solemnes del Nou Testament:
“Jesucrist és el testimoni fidel, el primer ressuscitat d’entre els morts, el sobirà dels reis de la terra. Ells ens estima i ens ha alliberat dels nostres pecats amb la seva sang per fer de nosaltres una casa reial, uns sacerdots dedicats a Déu, el seu Pare; que li sigui donada la glòria i el poder pels segles dels segles. Amén. Mireu, ve sobre els núvols, i tothom el veurà amb els propis ulls, fins aquells que el van traspassar, i totes les famílies de la terra es lamentaran per ell. Sí, amén. Jo sóc l’Alfa, la primera lletra de l’alfabet, i l’Omega, que és la darrera, diu el Senyor Déu, el qui és, el qui era i el qui ha de venir, el Déu de l’univers” (Ap 1,5-8). L’Any de gràcia del Senyor s’inicia sempre el I Diumenge d’Advent amb l’anunci de la vinguda escatològica del Senyor. La Paraula celebrada, escoltada, lliurada i contemplada en els quatre Diumenges d’Advent intensifica en nosaltres la glòria del Senyor Ressuscitat que, venint en la carn de la seva humanitat, ve ara i sempre en la gràcia de l’Esperit Sant i vindrà en la glòria de l’últim dia. L’Església, com Esposa, desitja molt aquesta vinguda del Senyor i amb l’Esperit clama incessantment: “Veniu, Senyor Jesús“. Ve per habitar en nosaltres: per ser estimat, conegut i celebrat. En cada un dels tres cicles, el contingut dels diumenges d’Advent és el següent: I Diumenge: La vinguda del Senyor en la glòria i l’exhortació a la vigilància. II Diumenge: La missió de Joan Baptista. III Diumenge: La predicació de Joan Baptista. IV Diumenge: Els esdeveniments que preparen la vinguda del Senyor. El primer s’obre amb l’horitzó de la salvació escatològica. El segon i el tercer presenten la vinguda del Senyor tal com va ser preparada i mostrada per Joan el Baptista. I el quart presenta cada any una “anunciació“, en el Cicle A, l’anunci a Josep; en el B, l’anunci a Maria, i en el C, l’anunci a Isabel. Concretament, en el Cicle C, el I Diumenge es proclama la part central del discurs escatològic de Lluc i l’exhortació del Senyor a romandre desperts i conscients, ja que Ell serà vist per tots venint en poder i glòria. Ell serà l’alliberament dels mals del món present: allò fonamental serà “mantenir-se drets davant el Fill de l’home“. Els signes que precedeixen l’última vinguda del Senyor formen part de la crisi constant del fluir de la història. En el II Diumenge, Lluc declara que, en un moment determinat de la història del món, la Paraula de Déu vingué sobre Joan en el desert. L’evangelista dóna notícia de la missió i de la predicació del Precursor aplicant-li el solemne oracle d’Isaïes: “Una veu crida en el desert“. En el III Diumenge continua la predicació de Joan Baptista. Aquest no es predica a ell mateix, sinó que anuncia Aquell que és “més poderós (lit.: fort)”, de qui diu quelcom sorprenent: “Ell us batejarà amb l’Esperit Sant i amb foc“. El IV Diumenge es proclama l’Evangeli de la Visitació. La meravellosa trobada de dues dones, una anciana i una altra de jove, ambdues fecundades per l’Esperit Sant. Llur alegria, desbordant pel mutu encontre, esdevé una lloança a Déu que les ha beneïdes. Una benedicció que redunda en totes les generacions. Les perícopes evangèliques van precedides en els tres primers Diumenges, a la primera lectura, per oracles del profeta Isaïes, excepte el quart Diumenge, que és del II Llibre de Samuel, referent a l’aliança davídica. A les segones lectures s’il·lumina l’esperança de la vinguda del Senyor amb fragments de les cartes de Pau, excepte el segon Diumenge que pertany a la Segona carta de Pere. Els Salms converteixen els oracles del profeta en oració. En el primer Diumenge, el cèlebre “Qui regis Israel, intende” (Sal 79), típic d’Advent. En el segon i quart, els Salms messiànics 84 i 88. El tercer Diumenge es canta el “Magnificat” de la Mare de Déu. La segona lectura explicita el text evangèlic en la predicació apostòlica. En aquestes quatre lliçons es remarca la identitat dels cristians com aquells que esperen la vinguda del Senyor. Són expectants d’aquesta vinguda i, per tant, l’esperança és la seva virtut més pròpia. Una esperança joiosa i activa per la caritat. És important fixar-se en els versicles al·leluiàtics, que representen una obertura joiosa i pasqual a l’Evangeli que es proclamarà i escoltarà. Són de gran ajuda espiritual per a la pregària i mistagògica per a la predicació. L’eucologia, menor i major, és notable. Expressa el desig de l’Esposa- Església que amb l’Esperit Sant clama: “Veniu, Senyor Jesús“. Hi ha una sàvia disposició dels Prefacis: el Prefaci I i el Prefaci III es refereixen a la vinguda escatològica del Senyor. S’utilitzen en els Diumenges d’Advent I-III. El Prefaci IV és de contingut marià i presenta la teologia d’Ireneu sobre Maria com a “nova Eva”. El Prefaci II fa referència a la vinguda històrica del Senyor i a la preparació immediata del Nadal. Els Prefacis II i IV s’empren en les fèries més grans de l’Advent, inclusivament el IV Diumenge que cau dins d’elles. Els Prefacis de l’Advent són clau per determinar els continguts teològics i espirituals d’aquest temps. Cal estudiar-los, meditar-los i apropiar-se’ls en l’oració i en vistes a la predicació. Inici de l’Advent “Germans meus, avui celebrem el començament de l’Advent. El nom, com el d’altres solemnitats, és familiar i conegut per tots; però potser no sabem molt bé per què es diu així. Perquè els infortunats fills d’Adam, descurant les veritats saludables, s’aferren amb preferència a les coses fràgils i transitòries. No és sobre la vanitat sinó sobre la veritat que s’ha dit: La coneixereu, i ella us farà lliures (cf. Jo 8,32). Doncs vosaltres, germans meus, a qui Déu revela com als infants les coses que romanen ocultes als savis i prudents d’aquest món, apliqueu acuradament tots els vostres pensaments a allò que és veritablement saludable, pondereu curosament la raó d’ésser de l’Advent i pregunteu qui és aquell que ve, per a què ve, quan ve i d’on ve. Aquesta és una curiositat lloable i saludable; perquè l’Església no celebraria l’Advent amb tanta pietat, si aquest últim no ens ocultés algun gran misteri“. Sant Bernat, Sermó sobre l’Advent I (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2021, p.29) |