2020 – PARA LA ORACIÓN DURANTE EL TIEMPO DE LA EPIDEMIA
Ante la imposibilidad de participar en la celebración eucarística es posible para cualquier cristiano individualmente o en familia celebrar la Liturgia de las Horas, sobre todo los Laudes y las Vísperas.
A las invocaciones de Laudes o a las intercesiones de Vísperas es posible añadir una oración especial de entre las que se sugieren en este subsidio:
INVOCACIONES PARA LOS LAUDES DE LA MAÑANA
Jesús, médico de los cuerpos y de las almas, cura las heridas profundas de nuestra humanidad,
– para que podamos gozar plenamente de los dones de tu redención.
Haz que nuestros hermanos enfermos se sientan partícipes de tu pasión,
– y de ella obtengan la gracia y el consuelo.
Te ofrecemos, Señor Jesús, las acciones de este día y de este tiempo,
– prometemos servirte siempre con un corazón puro y leal.
Dirige tu mirada de bondad sobre los enfermos y los que sufren, que has asociado a tu cruz,
– para que sientan en consuelo de tu presencia.
INTERCESIONES PARA LAS VÍSPERAS
Esta oración se incluye como penúltima, antes de la de los difuntos.
Tú, que has tenido compasión por todos los sufrimientos humanos, reanima la esperanza de los enfermos y dales serenidad y salud,
– pero haznos también a nosotros solícitos para aliviar sus sufrimientos.
Enséñanos a llevar nuestra cruz unidos a tus sufrimientos,
– para que se manifieste en nosotros la luz de tu gloria.
Haz que en medio de las luchas y las pruebas de la vida nos sintamos partícipes de tu pasión,
– para experimentar en nosotros la fuerza de tu redención.
Cristo, que en la Eucaristía nos das la medicina de la inmortalidad y la prenda de la resurrección,
– concede la salud a los enfermos y el perdón a los pecadores.
ORAR CON LOS SALMOS
Salmo 33 (32). Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió;
él lo mandó y todo fue creado.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.
Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza;
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salvan.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Salmo 34 (32). EL Señor salva a los abatidos.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
La maldad da muerte al malvado,
los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.
Salmo 85 (84). EL Señor salva a los abatidos.
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios Salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
La fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.
INVOCACIONES A CRISTO
Se puede sugerir también para la oración personal o en familia las siguientes invocaciones cristológicas de la tercera forma del acto penitencial de la misa inspiradas en el Ritual para la Unción y la pastoral de los enfermos.
Tú, que has cargado sobre ti nuestros sufrimientos y has llevado nuestros dolores: Señor, ten piedad.
Tú, que en tu bondad hacia todos has pasado haciendo el bien y sanando a los enfermos: Cristo, ten piedad.
Tú, que has dicho a tus apóstoles que impongan las manos sobre los enfermos: Señor, ten piedad.
LETANÍAS EUCARÍSTICAS
Santísima Eucaristía, te adoramos.
Don inefable del Padre, te adoramos.
Signo de amor supremo del Hijo, te adoramos.
Prodigio de caridad del Espíritu Santo, te adoramos.
Fruto bendito de la Virgen María, te adoramos.
Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, te adoramos.
Sacramento que perpetúa el sacrificio de la Cruz, te adoramos.
Sacramento de la nueva y eterna alianza, te adoramos.
Memorial de la muerte y resurrección del Señor, te adoramos.
Memorial de nuestra salvación, te adoramos.
Sacrificio de alabanza y de agradecimiento, te adoramos.
Sacrificio de expiación y de propiciación, te adoramos.
Morada de Dios entre los hombres, te adoramos.
Banquete de las Bodas del Cordero, te adoramos.
Pan vivo bajado del Cielo, te adoramos.
Maná escondido lleno de dulzura, te adoramos.
Verdadero Cordero Pascual, te adoramos.
Tesoro de los fieles, te adoramos.
Viático de la Iglesia peregrina, te adoramos.
Remedio de nuestras enfermedades diarias, te adoramos.
Medicina de inmortalidad, te adoramos.
Misterio de la Fe, te adoramos.
Ancla de Esperanza, te adoramos.
Vínculo de caridad, te adoramos.
Signo de unidad y de paz, te adoramos.
Fuente de gozo purísima, te adoramos.
Sacramento que da fuerza y vigor, te adoramos.
Pregustación del banquete celestial, te adoramos.
Prenda de nuestra resurrección, te adoramos.
Prenda de la gloria futura, te adoramos.
SÚPLICA A LA VIRGEN MARÍA, SALUD DE LOS ENFERMOS
Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia,
por generaciones nos dirigimos confiados a ti con el nombre de salud de los enfermos.
Mira a tus hijos en esta hora de preocupación y sufrimiento
por un contagio que siembra temor y aprensión en nuestros hogares,
en los lugares de trabajo y descanso.
Tú que conociste la incertidumbre ante el presente y el futuro,
y con tu Hijo también recorriste los caminos del exilio,
recuérdanos que él es nuestro camino, verdad y vida
y que solo él, que venció nuestra muerte con su muerte,
puede liberarnos de todo mal.
Madre dolorosa junto a la cruz del Hijo,
tú que también has conocido el sufrimiento:
calma nuestros dolores con tu mirada maternal y tu protección.
Bendice a los enfermos y a quien vive estos días con el miedo,
a las personas que se dedican a ellos con amor y coraje,
a las familias con jóvenes y ancianos,
a la Iglesia y a toda la humanidad.
Enséñanos de nuevo, oh, Madre,
a hacer cada día lo que tu Hijo dice a su Iglesia.
Recuérdanos hoy y siempre, en la prueba y la alegría,
que Jesús cargó con nuestros sufrimientos y asumió nuestros dolores,
y que con su sacrificio
ha traído al mundo la esperanza de una vida que no muere.
Salud de los enfermos, Madre nuestra y de todos los hombres,
ruega por nosotros.
LA MÁS ANTIGUA ORACIÓN MARIANA
Sub tuum praesidium confugimus,
Sancta Dei Genetrix;
nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.
ORACIÓN DE CONFIANZA A LA VIRGEN MARÍA DEL DIVINO AMOR
del Papa Francisco
Oh, María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y esperanza.
Nosotros nos encomendamos a ti, salud de los enfermos,
que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo, sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que proveerás para que,
como en Caná de Galilea,
pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos.
Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos,
a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén.
Bajo tu protección nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
oh, Virgen gloriosa y bendita.
INVOCACIONES DE LOS SANTOS POR LA SALUD
Se propone el formulario litánico tradicional con el añadido de algunos santos invocados particularmente en las enfermedades y para salvaguardar la salud.
Señor, ten piedad / Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad / Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad / Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios / Ruega por nosotros.
Santa María, salud de los enfermos / Ruega por nosotros
San Miguel / Ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios / Rogad por nosotros.
San Juan Bautista / Ruega por nosotros.
San José / Ruega por nosotros.
Santos patriarcas y profetas / Rogad por nosotros.
Santos Pedro y Pablo / Rogad por nosotros.
San Andrés / Ruega por nosotros.
San Juan / Ruega por nosotros.
San Lucas / Ruega por nosotros.
Santiago / / Ruega por nosotros.
Santos apóstoles y evangelistas / Rogad por nosotros.
Santa María Magdalena / Ruega por nosotros.
Santos discípulos del Señor / Ruega por nosotros.
San Esteban / Ruega por nosotros.
San Lorenzo / Ruega por nosotros.
Santa Lucía / Ruega por nosotros.
San Sebastián / Ruega por nosotros.
Santos mártires de Dios / Rogad por nosotros.
San Gregorio / Ruega por nosotros.
San Agustín / Ruega por nosotros.
San Benito / Ruega por nosotros.
San Francisco / Ruega por nosotros.
San Isidoro / Ruega por nosotros.
San Martín / Ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena/ Ruega por nosotros.
Santa Isabel de Hungría / Ruega por nosotros.
San Roque / Ruega por nosotros.
San Camilo de Lelis / Ruega por nosotros.
San Juan de Dios / Ruega por nosotros.
San Vicente de Paul / Ruega por nosotros.
Santa Teresa Jornet / Ruega por nosotros.
Santos y santas de Dios / Rogad por nosotros.
Por tú misericordia / Líbranos, Señor.
Muéstrate propicio / Líbranos, Señor.
De todo mal / Líbranos, Señor.
De todo pecado / Líbranos, Señor.
De la muerte eterna / Líbranos, Señor.
Por tu encarnación / Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección / Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo / Líbranos, Señor.
Nosotros, que somos pecadores/ Te rogamos, óyenos.
Guarda con bondad a todos los que en esta hora sufren a causa de la esta epidemia/ Te rogamos, óyenos.
Concede a la humanidad entera tu fuerza / Te rogamos, óyenos.
Calma el sufrimiento y la angustia de todos los hombres/ Te rogamos, óyenos.
Haz que mediante la oración en la que invocamos tu nombre todos tengamos vida y salud / Te rogamos, óyenos.
Socorre con tu gracia a los enfermos / Te rogamos, óyenos.
Protege con tu fuerza a quienes los asisten / Te rogamos, óyenos.
Ayuda y conforta a todos los que viven en la prueba del dolor / Te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo / Te rogamos, óyenos
Cristo, óyenos / Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos / Cristo, escúchanos.
Oremos.
Te damos gracias, Dios Todopoderoso,
que creaste al hombre para la alegría y la vida inmortal,
y con la obra redentora de tu Hijo
lo liberaste de la esclavitud del pecado,
raíz de todo mal.
Tú nos das la certeza
de que un día será secada cada lágrima
y será recompensado cualquier esfuerzo realizado por tu amor.
Bendice a tus hijos probados por el sufrimiento,
que te invocan mediante la intercesión de la Bienaventurada Virgen María,
salud de los enfermos y consuelo de los afligidos,
y de todos los santos,
y confirmados por la gracia de tu Espíritu
glorifiquen tu santo nombre en palabras y hechos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
ORACIÓN EN TIEMPO DE FRAGILIDAD
Oh, Dios todopoderoso y eterno,
alivio en la fatiga, fortaleza en la debilidad;
de Ti todas las criaturas reciben aliento y vida.
Venimos a Ti para invocar tu misericordia
porque hoy conocemos de nuevo la fragilidad
de nuestra condición humana
al vivir la experiencia de una nueva epidemia viral.
Te confiamos a los enfermos y sus familias,
sana su cuerpo, mente y espíritu.
Ayuda a todos los miembros de la sociedad a hacer lo que deben
y a reforzar el espíritu de caridad entre ellos.
Cuida y conforta a los médicos y profesionales de la salud
en el desempeño de su servicio.
Tú que eres la fuente de todo bien,
bendice con abundancia a la familia humana,
aleja todo mal de nosotros y concede una fe firme a todos los cristianos.
Libéranos de esta epidemia que nos golpea
para que podamos volver en paz a nuestras ocupaciones habituales
para así alabarte y darte gracias con un corazón renovado.
En ti, Padre santo, confiamos y a ti dirigimos nuestra súplica
porque tú eres el autor de la vida,
con tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
y en la unidad del Espíritu Santo,
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡María, salud de los enfermos, ruega por nosotros!
ORACIÓN EN SITUACIONES DE EMERGENCIA
L. Del libro del profeta Daniel
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito tu nombre, santo y glorioso. No nos abandones, por el amor de tu nombre, no rompas tu alianza.
P/M. Oh, Padre, Dios de bondad,
alivio en el agobio,
fuerza en la debilidad,
consuelo en el llanto,
escucha la oración que te dirigimos:
sálvanos de la angustia actual
y danos un refugio seguro en tu misericordia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
T. Amén.
O bien:
P/M. Padre del cielo,
danos la gracia necesaria para poder afrontar con fe
y serenidad la epidemia que amenaza nuestra existencia
y la de muchos de nuestros hermanos y hermanas.
Haz que asumamos las tareas que nos esperan de manera responsable,
y, consolados por Ti, sepamos cómo consolar también a nuestros hermanos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
T. Amén.
ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LA MESA
Cuando nos sentamos en la mesa y cuando nos levantamos de ella, incluso en este momento de prueba y sufrimiento, damos gracias a Dios por el pan de cada día. La mesa familiar nos recuerda a la mesa eucarística. “Si compartimos el pan celestial, ¿cómo no compartiremos el pan terrenal?” (CEC 2834).
BENDICIÓN DE LA MESA ANTES DE LA COMIDA
Reunida la familia en torno a la mesa, después de la señal de la cruz se puede elegir una de estas fórmulas:
L. Del libro de los Salmos
Todos esperan de ti, oh, Dios, su comida a su debido tiempo. Tú lo proporcionas
y ellos lo recogen; abre tu mano y sácianos de bienes.
P/M. Bendícenos, Padre,
a nosotros y a estos dones que estamos a punto de recibir
como un signo de tu bondad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
T. Amén
Dios de infinita Providencia
L. Del libro de los Salmos
Los pobres comerán y estarán satisfechos. Alabarán al Señor los que lo buscan.
P/M. Dios de providencia infinita,
que alimentas a las aves del cielo y vistes los lirios del campo,
te bendecimos por la comida que estamos a punto de tomar;
no permitas que a ninguno de tus hijos le falte el pan de cada día.
T. Amén
En tiempo de Cuaresma
Se puede rezar el Padre Nuestro y finalmente una de las siguientes fórmulas para bendecir la mesa.
P/M. Bendice, Señor, nuestra familia
y sacia con tu palabra el hambre y la sed de nuestro espíritu.
T. Amén
Para los días de ayuno y abstinencia:
P/M. Mira con bondad, Señor,
nuestra mesa en este día de ayuno
y haz que sea dado a la caridad fraterna
todo aquello de lo que nos privamos en este día.
T. Amén