VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – del 21 al 26/02/2022 – VI SETMANA DE DURANT L’ANY
LUNES Misa: Sant 3, 13-18; Sal 18, 8. 9. 10. 15 ; Mc 9, 14-29 Bajando de la montaña, Jesús encuentra a la gente reunida y a los demás discípulos enzarzados en una disputa con los fariseos. El padre del muchacho poseído se explica: “Tus discípulos no han sido capaces“. Aquel mal espíritu había llevado al borde la muerte al joven, pero el amor paterno lo guardaba de los diferentes peligros. El diálogo es sublime, pues el padre llega a identificarse con su hijo cuando suplica al Maestro: “Ten lástima de nosotros y escúchanos“. El Señor, como a la cananea, lleva al límite la fe de aquel padre atribulado, hasta hacerle exclamar: “Tengo fe, pero dudo; ayúdame“. Ante el exorcismo mesiánico, el espíritu del Mal se manifiesta con toda su virulencia, dejando al chico en el suelo, inmóvil e inerme, “como un cadáver“. El Señor se inclina, para eso ha venido, eso es su Encarnación, le da la mano y lo devuelve sano a su padre. En cierta manera ha muerto a su vida anterior, absurda y alienada, y resucita a una verdadera vida. El evangelista utiliza los mismos verbos de la Resurrección. El mensaje central es este: “Todo es posible al que tiene fe“. MARTES CÁTEDRA DE SAN PEDRO, apóstol Se celebraba esta fiesta seguramente ya antes del siglo IV, para recordar que san Pedro estableció su Cátedra en Roma. Con la festividad de hoy se quiso expresar, desde los inicios, la unidad de toda la Iglesia, que tiene su fundamento en Pedro y en sus sucesores en la Sede romana. Se celebra hoy la comunión de todas las Iglesias locales con el obispo de Roma, sucesor de Pedro, el Papa, que preside en la caridad. El oficio de apóstol continúa en sus sucesores, ya que el Papa es vicario de Pedro, “Petri vicarium“. Forma parte de este oficio el ministerio de enseñar, que el Papa ejerce en su magisterio, ya sea ordinario como solemne. Oremos hoy intensamente por el Papa Francisco y por sus intenciones. Escribe san Ireneo: “La más grande, más antigua y conocida por todos; la que fundaron y establecieron los más gloriosos apóstoles Pedro y Pablo; con esta Iglesia, a causa de su origen más excelente, debe nece- sariamente estar de acuerdo (en comu- nión) toda la Iglesia, es decir, los fieles de todas partes” (III, 3, 2-3). Misa: 1 Pe 5, 1-4; Sal 22, 1b-3a. 3b-4. 5. 6; Mt 16, 13-19 En la primera lectura se lee la exhortación del apóstol Pedro a los presbíteros, ya que él pertenece también al colegio de presbíteros que regía las Iglesias en el primer siglo. Reivindica para sí mismo el título de “testigo de la pasión de Cristo“, garantía de la gloria futura. Es un dato precioso y conmovedor. Exhorta a los presbíteros a pastorear el rebaño de Dios con entrega generosa para aquellos que “les ha tocado en suerte“. La Iglesia, en sus comunidades, es la herencia que el Señor les ha reservado. Deben saber que su ser pastores es reflejar las actitudes del verdadero y “supremo Pastor“, del cual pueden esperar “la corona inmarcesible de la gloria“. Esto mismo canta el Salmo: “El Señor es mi Pastor, nada me falta“. En el Evangelio, la profesión de Pedro según el solemne relato de Mateo. Sobre la roca de la fe de Pedro el Señor edificará “su Iglesia“. Sobre esa roca se asienta la cátedra de Pedro. El obispo de Roma es el vicario de Cristo, el que preside en la caridad la comunión de todas las Iglesias y signo visible de la unidad de la Iglesia. La Cátedra del obispo de Roma es realmente apostólica. MIÉRCOLES SAN POLICARPO, obispo y mártir En su juventud conoció al apóstol san Juan, del que se convirtió en discípulo. Obispo de Esmirna, transmitió la tradición joánica al joven Ireneo, futuro obispo de Lyon. Cuando estalló la persecución, ordenada por Marco Aurelio, el emperador-filósofo, san Policarpo era ya muy anciano. Lleno de nobleza, ante el procónsul afirma: “He estado sirviendo a Cristo durante casi ochenta y seis años, y É l no me ha hecho ningún daño. ¿Cómo puedo insultar a mi Rey y a mi Salvador?“ Luego es quemado vivo, “como un pan en el horno” en su expresión. El relato auténtico de su martirio relata su oblación como una “anáfora“, en una ofrenda en Cristo y con Cristo, en el Espíritu Santo, para la alabanza del Padre. Misa: Sant 4, 13-17; Sal 48, 2-3. 6-8. 9-10. 11; Mc 9, 38-40 Jesús se manifiesta magnánimo con aquel que expulsa demonios en su nombre y no pertenece a la comunidad. Fijémonos que Juan, el hermano de Santiago, habla en plural: la comunidad de discípulos tiene la tentación de ser un grupo encerrado en sí mismo y con el monopolio del bien. Esto demuestra hasta qué punto los apóstoles habían tenido la tentación de crear rangos entre ellos, pues se imaginaban como jerarcas sagrados con el monopolio de los carismas mesiánicos. Jesús les hace ver que, si los exorcismos se realizan en nombre suyo, en el Espíritu Santo, es imposible que aquella persona sea contraria a la comunidad. El “apotegma” de Jesús es claro y evidente: el don de Dios va más allá de la Iglesia e incluso actúa fuera de ella. Santo Tomás de Aquino sostiene que todo acto de bien, Dios lo suma a todo el bien que se ha realizado desde la creación del mundo. No por ser cristianos tenemos la exclusiva del bien. JUEVES Misa: Sant 5, 1-6; Sal 48, 14-15ab. 15cde-16. 17-18. 19-20; Mc 9, 41-50 El Señor valora ante el Padre lo más insignificante, “un vaso de agua” dado por amor a un discípulo suyo. Cualquier pobre, “pequeñuelo” es un discípulo suyo y por ello se manifiesta estricto e incluso duro si alguien de la comunidad apostólica es motivo de escándalo, ya que significa ser un impedimento para la fe de estos pequeños, los seguidores del Mesías. Lo ilustra utilizando un lenguaje hiperbólico, exagerado: siempre cabe que un miembro de la comunidad se fascine por lo que no debe mirarse, cometa acciones que no le son propias, y sus pies vayan donde no deben ir. Son formas de concupiscencia seductora que deben vencerse. La radicalidad que el Señor exige es máxima: quienes no actúan así son un resto de serie inservible, son para quemar en “el fuego que no se apaga“, el infierno y la “Gehenna“. Nada impuro puede entrar en el Reino de Dios. Termina diciendo: “Que no falte entre vosotros la sal“, de la sabiduría y de la alegría, “y vivid en paz unos con otros“. VIERNES Misa: Sant 5, 9-12; Sal 102, 1b-2. 3-4. 8-9. 11-12; Mc 10, 1-12 Al inicio de su camino hacia Jerusalén, Jesús proclama el Evangelio de las nupcias de la Nueva Alianza. Los fariseos preguntan sobre la cuestión del repudio y Jesús contextualiza el tema preguntando a su vez: “¿Qué os ha mandado Moisés?” A partir de ahí e inteligentemente, Jesús proclama con una autoridad superior a la del legislador que aquella cuestión era una injusticia y una marginación para la mujer. En el Reino de Dios se restablece lo que era “al principio de la creación“, según el designio de Dios: “serán una sola carne“. Es decir, formarán una sola persona en dos cuerpos. Vivirán siempre con el otro, jamás contra el otro, en un camino de amor sin retorno, indisoluble. Lo que tienen uno y otro no les pertenece individualmente, es de ambos: sólo dándolo al otro lo puede poseer. Esto no implica renunciar a la propia personalidad, sino que la complementa. El verbo “unir” implica el abrazo íntimo y conyugal. Ellos se eligen, pero Dios los bendice y los dones de Dios son irrevocables. Hay palabras del Señor que quedan claras para siempre en la Iglesia. La terquedad del corazón no tiene lugar en el Reino de Dios, ni en el matrimonio ni en nada. La Iglesia descubrirá en la muerte entregada del Señor las verdaderas nupcias: de Jesucristo con su amada esposa, la Iglesia. De esta manera el matrimonio, que es un sacramento de la antigua Alianza, integra ahora una nueva significación: es el amor de Cristo a la Iglesia en el cual hombre y mujer forman una sola carne. SÁBADO Misa: Sant 5, 13-20; Sal 140, 1b-2. 3 y 8; Mc 10, 13-16 El Evangelio de hoy debe leerse junto con el Evangelio de ayer sobre el matrimonio. Aparecen los niños alrededor de Jesús, son el fruto de las nupcias santas de Israel. El fruto del amor de los esposos y de su fecundidad. Jesús vuelve a someter el Reino de Dios a la ley de lo más pequeño. Lo que distingue y es propio del corazón de un niño/a es la confianza. Un niño/a es el que confía por encima de todos en sus padres y en los mayores para vivir y crecer. Con esa confianza se debe recibir el Reino de Dios. Eso no tiene ningún amago de infantilismo. Jesús los abrazaba, les imponía las manos y los bendecía. El abrazo y la bendición de Jesús era el abrazo y la bendición de toda la Trinidad, ya que los abrazaba y bendecía con el Padre en el Espíritu Santo. Lo pequeño, lo aparentemente molesto, jamás debe ser apartado de Jesús. La Iglesia lo deberá tener siempre presente. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.147ss) |
DILLUNS Missa: Jm 3, 13-18; Sal 18, 8. 9. 10. 15; Mc 9, 14-29 Baixant de la muntanya, Jesús troba la gent reunida i als altres deixebles embrancats en una disputa amb els fariseus. El pare del noi posseït s’explica: “He demanat als vostres deixebles que l’hi traguessin, però no han pogut“. Aquell mal esperit havia portat vora la mort el jove, però l’amor patern el guardava dels diferents perills. El diàleg és sublim, ja que el pare arriba a identificar-se amb el seu fill quan suplica al Mestre: “Compadiu- vos de nosaltres i ajudeu-nos si hi podeu fer res!“ El Senyor, com a la cananea, porta al límit la fe d’aquell pare atribolat, fins a fer-lo exclamar: “Ja crec (lit.: tinc fe), però ajudeu-me a creure més (lit.: a no dubtar)”. Davant l’exorcisme messiànic, l’esperit del Mal es manifesta amb tota la seva virulència, deixant el noi a terra, immòbil i inerme “sense cap senyal de vida [lit.: com un cadàver]”. El Senyor s’inclina, per això ha vingut, això és la seva Encarnació, li dóna la mà i el retorna sà al seu pare. En certa manera, ha mort a la seva vida anterior, absurda i alienada, i ressuscita a la veritable vida. L’evangelista utilitza els mateixos verbs de la Resurrecció. El missatge central és aquest: “Tot és possible als qui creuen (lit.: sense dubtar en el seu cor)”. DIMARTS CÀTEDRA DE SANT PERE, apòstol Se celebrava aquesta festa segurament ja abans del segle IV, per recordar que sant Pere va establir la seva Càtedra a Roma. Amb la festivitat d’avui es va voler expressar, des dels inicis, la unitat de tota l’Església, que té el seu fonament en Pere i en els seus successors a la Seu romana. Se celebra avui la comunió de totes les Esglésies locals amb el bisbe de Roma, successor de Pere, el Papa, que presideix “en la caritat“. L’ofici de l’apòstol continua en els seus successors ja que el Papa és vicari de Pere, “Petri vicarium“. Forma part d’aquest ofici el ministeri d’ensenyar, que el Papa exerceix en el seu magisteri, ja sigui ordinari com solemne. Preguem avui intensament pel Papa Francesc i per les seves intencions. Escriu sant Ireneu: “La més gran, més antiga i coneguda per tots; la que van fundar i establir els més gloriosos apòstols Pere i Pau; amb aquesta Església, a causa del seu origen més excel·lent, deu necessàriament estar d’acord (en comunió) tota l’Església, és a dir, els fidels de tot arreu” (III, 3,2-3) Missa: 1Pe 5, 1-4; Sal 22, 1-3. 4. 5. 6; Mt 16, 13-19 En la primera lectura es llegeix l’exhortació de l’apòstol Pere als preveres, ja que ell pertany també al col·legi de preveres que regia les esglésies en el primer segle. Reivindica per a si mateix el títol de “testimoni de la passió de Crist“, garantia de la glòria futura. És una dada preciosa i commovedora. Exhorta els preveres a pasturar el ramat de Déu amb lliurament generós envers aquells “que tenen confiats“. L’Església, en les seves comunitats, és l’herència que el Senyor els ha reservat. Han de saber que el seu ésser pastors és reflectir les actituds de l’autèntic i “suprem Pastor“, del qual poden esperar la “corona de la glòria que mai no es marcirà“. Això mateix canta el Salm: “El Senyor és el meu pastor, no em manca res“. En l’Evangeli, la professió de Pere segons el solemne relat de Mateu. Sobre la roca de la fe de Pere el Senyor edificarà “la seva Església“. Sobre aquesta roca s’assenta la càtedra de Pere. El bisbe de Roma és el vicari de Crist, el qui presideix en la caritat la comunió de totes les Esglésies i signe visible de la unitat de l’Església. La Càtedra del bisbe de Roma és realment apostòlica. DIMECRES SANT POLICARP, bisbe i màrtir En la seva joventut, va conèixer l’apòstol sant Joan, de qui es va fer deixeble. Bisbe d’Esmirna, va transmetre la tradició joànica al jove Ireneu, futur bisbe de Lió. Quan va esclatar la persecució, ordenada per Marc Aureli, l’emperador-filòsof, sant Policarp era ja molt ancià. Ple de noblesa, davant el procònsol afirma: “He estat servint Crist durant gairebé vuitanta-sis anys, i ell no m’ha fet cap mal. ¿Com puc insultar al meu Rei i Salvador?“. Després és cremat viu, “com un pa al forn” en la seva expressió. La narració autèntica del seu martiri relata la seva ofrena com una “anàfora“, en una ofrena en Crist i amb Crist, en l’Esperit Sant, a lloança del Pare. Missa: Jm 4, 13-17; Sal 48, 2-3. 6-7. 8-10. 11; Mc 9, 38-40 Jesús es manifesta magnànim amb aquell que expulsa dimonis en el seu nom i no pertany a la comunitat. Fixem- nos que Joan, el germà de Jaume, parla en plural: la comunitat de deixebles té la temptació de ser un grup tancat en si mateix i amb el monopoli del bé. Això demostra fins a quin punt els apòstols havien experimentat la temptació de crear rangs entre ells, ja que s’imaginaven com a jerarques sagrats amb el monopoli dels carismes messiànics. Jesús els fa veure que, si els exorcismes es realitzen en nom seu, en l’Esperit Sant, és impossible que aquella persona sigui contrària a la comunitat. L’”apotegma” de Jesús és clar i evident: el do de Déu va més enllà de l’Església i fins i tot actua fora d’ella. Sant Tomàs d’Aquino sosté que tot acte de bé, Déu el suma a tot el bé que s’ha realitzat des de la creació del món. No per ser cristians tenim l’exclusiva del bé DIJOUS Missa: Jm 5, 1-6; Sal 48, 14-15b. 15cd-16. 17-18. 19-20; Mc 9, 41-50 El Senyor valora davant el Pare allò més insignificant, “un vas d’aigua” donat per amor a un deixeble seu. Qualsevol pobre, “petit” és un deixeble seu i per això es manifesta estricte i fins i tot dur si algú de la comunitat apostòlica és motiu d’escàndol, ja que significa ser un impediment per a la fe d’aquests petits, els seguidors del Messies. Ho il·lustra emprant un llenguatge hiperbòlic, exagerat: sempre pot passar que un membre de la comunitat es fascini pel que no ha de mirar, cometi accions impròpies, i els seus peus vagin on no han d’anar. Són formes de concupiscència seductora que han de vèncer-se. La radicalitat que el Senyor exigeix és màxima: els qui no actuen així són una resta de sèrie inservible, destinada a cremar al “foc que no s’apaga, l’infern, la Gehenna“. Res d’impur pot entrar al Regne de Déu. Acaba afirmant: “No perdeu la sal (de la saviesa i de la joia), i viviu en pau entre vosaltres“. DIVENDRES Missa: Jm 5, 9-12; Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12; Mc 10, 1-12 A l’inici del seu camí cap a Jerusalem, Jesús proclama l’Evangeli de les noces de la Nova Aliança. Els fariseus pregunten sobre la qüestió del repudi i Jesús contextualitza el tema preguntant al seu torn: “¿Què us va ordenar Moisès?“ A partir d’aquí i intel·ligentment, Jesús proclama amb una autoritat superior a la del mer legislador que aquella qüestió era una injustícia i una marginació per a la dona. En el Regne de Déu es restableix allò que era “al principi” de la creació, segons el designi de Déu: “formen una sola família (lit.: una sola carn)”. És a dir, formaran una sola persona en dos cossos. Viuran sempre amb l’altre, mai contra l’altre, en un camí d’amor sense retorn, indissoluble. Allò que posseeixen un i altre no els pertany individualment, és d’ambdós: tant sols donant-ho a l’altre el pot posseir. Això no implica pas renunciar a la pròpia personalitat, sinó que la complementa. El verb “unir” implica l’abraçada íntima i conjugal. Ells s’escullen, però Déu els beneeix i els dons de Déu són irrevocables. Hi ha paraules del Senyor que queden clares per sempre en l’Església. La tossuderia del cor no té lloc en el Regne de Déu, ni en el matrimoni ni en res. L’Església descobrirà en la mort lliurada del Senyor les veritables núpcies: de Jesucrist amb el seu estimada esposa, l’Església. D’aquesta manera el matrimoni, que és un sagrament de l’antiga Aliança, integra ara una nova significació: és l’amor de Crist a l’Església en el qual home i dona formen una sola carn. DISSABTE Missa: Jm 5, 13-20; Sal 140, 1-2. 3 i 8; Mc 10, 13-16 L’Evangeli d’avui s’ha de llegir juntament amb el d’ahir sobre el matrimoni. Apareixen els nens al voltant de Jesús: són el fruit de les núpcies santes d’Israel. El fruit de l’amor dels esposos i de la seva fecunditat. Jesús torna a sotmetre el Regne de Déu a la llei d’allò més petit. El que distingeix i és propi del cor d’un infant és la confiança. Un nen o una nena és qui confia per sobre de tot en els seus pares i en la gent gran per viure i créixer. Amb aquesta confiança s’ha de rebre el Regne de Déu. Això no remet a cap mena d’infantilisme. Jesús els abraçava, els imposava les mans i els beneïa. L’abraçada i la benedicció de Jesús era l’abraçada i la benedicció de tota la Trinitat, ja que els abraçava i beneïa amb el Pare en l’Esperit Sant. El petit, aquell aparentment molest, mai ha de ser apartat de Jesús. L’Església ho haurà de tenir sempre present (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.144ss)
|