V SEMANA DE PASCUA – 16-21/05/2022 – V SETMANA DE PASQUA
LUNES Misa: Hch 14, 5-18; Sal 113B, 1-2. 3-4. 15-16; Jn 14, 21-26 En la lectura de los Hechos la movida escena de la curación del cojo de Listra. La reacción de los presentes es sorprendente ya que toman a los apóstoles, Pablo y Bernabé, por dioses. Ellos se horrorizan ante la idolatría y proclaman al Dios vivo que “hizo el cielo y el mar y todo lo que contienen“, esta es una fórmula de fe que encontramos frecuentemente más tarde en las Actas de los Mártires. Con razón se ha escogido el Salmo 113B con la antífona: “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria“. En el Evangelio la promesa del Espíritu Santo: Él será siempre memoria en la Iglesia de las palabras del Señor y también las vivificará. Este mismo Espíritu es la apertura inclusiva e incluyente de la Trinidad: “El que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré“. Y el amor que une el Padre y al Hijo es el Espíritu Santo. MARTES Misa: Hch 14, 19-28; Sal 144, 10-11. 12-13ab. 21; Jn 14, 27-31a El primer viaje apostólico de Pablo, como se ve en la lectura de los Hechos, no fue ninguna marcha triunfal. En la ciudad es apedreado por los irritados judíos que habían subido de Antioquia, de Panfilia, y de Iconio, “dándole ya por muerto”. El apóstol, incansable y tenaz, llevaba el Espíritu dentro, continúa su periplo por la región y sube hasta Listra. Desde allí, de nuevo a las ciudades de Antioquía e Iconio para confirmar la fe de las incipientes comunidades. Llama la atención que las tribulaciones que pasa “son para entrar en el Reino de Dios“, tal y como el Señor advirtió a los discípulos en su día (cf. Mc 10,24), y “por causa del nombre de Jesús” como se le insinuó a él mismo a través de Ananías (cf. Hch 9,16). Desde allí retornan a la ciudad de donde habían partido y donde la comunidad “les había encomendado a la gracia de Dios“. Es el fin de este primer viaje misionero. Ante la comunidad dan testimonio “de lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo abría a los gentiles la puerta de la fe“. Una puerta que ya nunca se cerrará. Se da un dato precioso: “en cada comunidad designaban presbíteros“. El ministerio apostólico como don se difunde. En el Salmo, la respuesta: “Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado“, se refiere claramente a Bernabé y Pablo, “amigos fuertes de Dios” en lenguaje teresiano. En el Evangelio, el Señor nos da su paz. Si nos la da es nuestra para siempre. Nada ni nadie nos la puede quitar. Nos pertenece para siempre, es su herencia. MIÉRCOLES Misa: Hch 15, 1-6; Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4c-5; Jn 15, 1-8 Empezamos a leer el capítulo 15º de los Hechos, donde se relata el llamado “primer concilio“: la asamblea de Jerusalén. La disputa entre los cristianos procedentes del judaísmo con los cristia nos procedentes del paganismo llega a su punto álgido. Pablo y Bernabé deciden subir a Jerusalén para que la Iglesia-madre decida sobre la cuestión. Allí están los primeros testigos de Jesús, los apóstoles, también los presbíteros y los “santos“. La Iglesia de Jerusalén, cuando escucha la narración de los misioneros, se llena de alegría y da gracias a Dios. Se reúnen para discernir la cuestión. Para ellos, los misioneros Pablo y Bernabé, como para todos los israelitas, subir a Jerusalén es un motivo de gozo: “Que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor“. También el cristiano se sabe invitado toda la vida desde el Bautismo a ir a la casa del Señor, la Jerusalén celestial. El cántico de Israel es, por tanto, el canto del Nuevo Israel. En la comunicación íntima con los apóstoles, Jesús se define a sí mismo como la “vid verdadera“, y a ellos como “los sarmientos” que si no están unidos a Él no tienen vida. “Sin Él no podemos hacer nada” y, por el contrario, con Él podemos hacer mucho. Entre lo mucho, el “dar fruto y un fruto que perdure“. El destino de los sarmientos cortados y separados de la vid es ser tirados al fuego, como un resto inservible. La Iglesia se vacía cuando se vacía de Cristo. La vida teologal es la condición de la vida de la Iglesia, no lo ideológico. La Iglesia sin Cristo no es nada. JUEVES Misa: Hch 15, 7-21; Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10; Jn 15, 9-11 En el fragmento del libro de los Hechos se escuchan las intervenciones de los apóstoles en la asamblea de Jerusalén. En primer lugar, la de Pedro, que expone que tanto los judíos como los gentiles se salvan por la gracia del Señor Jesús. Luego, Pablo y Bernabé dan testimonio de lo que la gracia había hecho en el corazón de los gentiles. Santiago, por último, de manera equilibrada, resume la discusión, e interpretando las Escrituras, anuncia que Dios reúne a su pueblo también entre los gentiles. Sólo piden las imprescindibles condiciones para no escandalizar a los israelitas. En el Evangelio, la comunicación íntima de Jesús a los discípulos “la noche misma en que iba a ser entregado” (1 Cor 11,23) llega a lo más sublime: Él los ha amado con el mismo amor que el Padre lo ha amado a Él. Estas palabras son dignas de meditarse: Él es el receptáculo del amor del Padre, y con ese amor, Él mismo, no otro, nos ha amado. El Padre, el Hijo y los discípulos se incluyen en el mismo Amor. Si guardan “sus mandamientos“, sus palabras, permanecerán en su amor, que es el del Padre y el del Espíritu Santo. Más todavía: si viven es este amor participaran de su alegría, “una alegría que llegará a su plenitud“. No es alegría humana, es la última noche de Jesús en el mundo, sino divina, la alegría del Amor. La alegría, que es una forma de paz, es lo propio de Dios, ya que “Dios es amor” (1 Jn 4,8). VIERNES Misa: Hch 15, 22-31; Sal 56, 8-9. 10-12; Jn 15, 12-17 La asamblea de Jerusalén decide devolver a Pablo y Bernabé a Antioquía con la respuesta de la Iglesia-madre. Les acompañarán como testigos de esta decisión miembros eminentes de la comunidad, Judas y Silas, llevando con ellos una carta. Es como la primera Constitución Apostólica. En dicha misiva se afir ma: “el Espíritu Santo y nosotros hemos decidido“. Con ello se enseña que todas las disposiciones eclesiales nacen del discernimiento espiritual. Sólo se exige a los gentiles convertidos a la fe que no coman carne sacrificada a los ídolos paganos y vivan la santidad del matrimonio. Cuando llegaron estos emisarios a Antioquía y leyeron la carta, toda la asamblea se alegró: se les informaba que ellos, los convertidos a la fe, formaban parte del nuevo Israel de Dios inequívocamente. El Salmo lo canta el mismo Señor Resucitado, Él que ha despertado la aurora con su Resurrección. Entre los pueblos resonará la melodía del Espíritu Santo, “la cítara y el arpa” que los llenará de gozo. En el Evangelio, el Señor nos da el título de amigos, no de siervos, porque Él nos ha introducido en su intimidad con el Padre. Nos entrega también “el mandamiento nuevo“, jamás envejecido, del amor. Porque nos ha amado, los cristianos debemos amarnos unos a otros, y en ello ser reconocidos como discípulos suyos. En el mandamiento nuevo lo más importante no es lo primero, “amaos unos a otros” sino lo segundo: “como yo os he amado“. La conjunción, dicen los exegetas, tiene un valor causal: “porque nos ha amado” podemos y debemos amarnos. El mandamiento es tan importante que, al final, lo reitera. SÁBADO Misa: Hch 16, 1-10; Sal 99, 1-2. 3. 5; Jn 15, 18-21 El segundo viaje de Pablo comenzó en el año 49 dC y terminó en el 52 dC. Esta vez, Pablo se puso en camino para visitar las primeras comunidades cristianas que ayudó a fundar durante su primer viaje. Le acompañaban Silas, un miembro destacado de la primera comunidad cristiana, y Timoteo, el hijo de un griego que era su compañero más preciado. El grupo se dirigió a Listra; luego a través de Frigia a Galacia, en las tierras altas del centro de Anatolia; y finalmente a Troas, una ciudad en el noroeste de Anatolia, en la actual Turquía. Aquí Pablo tuvo una visión de un hombre pidiéndole que llevara el Evangelio a Macedonia: como consecuencia, partió inmediatamente para llegar al continente europeo por primera vez. En el Evangelio, Jesús recuerda las palabras: “No es el siervo más que el amo“. Jesús, en su plena soberanía de amor, se pone en el lugar del siervo y al mismo tiempo se manifiesta como Señor “Kyrios” en la C r u z . Bajo el signo de la Cruz deberán vivir los discípulos: “Si el mundo os odia sabed que antes me ha odiado a mí“. La Cruz del Siervo y Señor estará siempre presente en la memoria de la comunidad que vive en el mundo. La Cruz del Señor es visible, su Resurrección es invisible: por ello la Iglesia vivirá siempre bajo el signo manifiesto de la contradicción. Unirá fracaso y victoria, inextricables en la realidad de la Pascua. El misterio pascual se cumple en toda su plenitud como Cruz y Gloria en Jesús: también en cada existencia cristiana. Tampoco en eso la Iglesia es distinta de su Señor. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.262) |
DILLUNS Missa: Fets 14, 5-18; Sal 113B, 1-2. 3-4. 15-16; Jo 14, 21-26 En la lectura dels Fets, la moguda escena de la curació del coix de Listra. La reacció dels presents és sorprenent ja que prenen als apòstols, Pau i Bernabé per déus. Ells s’horroritzen davant la idolatria i proclamen el “Déu viu que ha fet el cel, la terra i el mar, i tot el que es mou en aquests llocs“, aquesta és una fórmula de fe que trobem freqüentment més tard en les Actes dels Màrtirs. Amb raó s’ha escollit el Salm 113B amb l’antífona: “No ens doneu a nosaltres la glòria, Senyor, doneu-la al vostre nom“. En l’Evangeli, la promesa de l’Esperit Sant: Ell serà sempre memòria en l’Església de les paraules del Senyor i també les vivificarà. Aquest mateix Esperit és l’obertura inclusiva i incloent de la Trinitat: “El qui m’estima, el meu Pare l’estimarà, i jo també l’estimaré“. I l’amor que uneix el Pare i el Fill és l’Esperit Sant. DIMARTS Missa: Fets 14, 19-28; Sal 144, 10-11. 12-13ab. 21; Jo 14, 27-31a El primer viatge apostòlic de Pau, com es veu en la lectura dels Fets, no va ser cap marxa triomfal. A la ciutat és apedregat pels irritats jueus que havien pujat d’Antioquia, de Pamfília i d’Iconi, que “el van arrossegar fora de la població, creient- se que era mort“. L’Apòstol, incansable i tenaç, portava l’Esperit dins seu, continua el seu periple per la regió i puja fins a Listra. Des d’allà, de bell nou a les ciutats d’Antioquia i d’Iconi per confirmar la fe de les incipients comunitats. Crida l’atenció que les “tribulacions” que passa són “per entrar al Regne de Déu“, tal com el Senyor va advertir als deixebles en el seu dia (cf. Mc 10, 24), i “pel nom de Jesús” com se li va insinuar a ell mateix a través d’Ananies (cf. Ac 9,16). Des d’allà retornen a la ciutat d’on havien vingut i on la comunitat “els havia confiat a la gràcia de Déu“. És la fi d’aquest primer viatge missioner. Davant la comunitat donen testimoni de “tot el que Déu havia fet junt amb ells, i que Déu havia obert les portes de la fe als qui no són jueus“. Una porta que ja mai no es tancarà. Es dóna una dada preciosa: “Ordenaren preveres en cadascuna de les comunitats“. El ministeri apostòlic com a do es difon. En el Salm, la resposta: “·Que els vostres fidels, Senyor, proclamin la glòria del vostre regne“, es refereix clarament a Bernabé i Pau, “amigos fuertes de Dios” en llenguatge teresià. En l’Evangeli, el Senyor ens dóna la seva pau. Si ens la dóna és nostra per sempre. Res ni ningú no ens la pot prendre. Ens pertany per sempre, és la seva herència. DIMECRES Missa: Fets 15, 1-6; Sal 121, 1-2. 3-4. 5; Jo 15, 1-8 Comencem a llegir el capítol 15è dels Fets, on es relata l’anomenat “primer concili“: l’assemblea de Jerusalem. La disputa entre els cristians procedents del judaisme amb els cristians procedents del paganisme arriba al seu punt àlgid. Pau i Bernabé decideixen pujar a Jerusalem perquè l’Església-mare decideixi sobre la qüestió. Allà hi ha els primers testimonis de Jesús, els apòstols, també els preveres i els “sants“. L’Església de Jerusalem, quan escolta la narració dels missioners, s’omple d’alegria i dóna gràcies a Déu. Es reuneixen per discernir la qüestió. Per a ells, els missioners Pau i Bernabé, com per a tots els israelites, pujar a Jerusalem és un motiu de goig: “Anem amb alegria a la casa del Senyor“. També el cristià se sap convidat tota la vida des del Baptisme a anar a la casa del Senyor, la Jerusalem celestial. El càntic d’Israel és, per tant, el cant del Nou Israel. En la comunicació íntima amb els apòstols, Jesús es defineix a si mateix com el “cep veritable“, i a ells com “les sarments” que si no romanen units a Ell no tenen vida. “Sense Ell no podem fer res” i, per contra, amb Ell podem fer molt. Entre el molt, el “donar molt de fruit i un fruit que durarà per sempre“. El destí de les sarments tallades i separades del cep és ser llençades “al foc“, com una resta inservible. L’Església es buida quan es buida de Crist. La vida teologal és la condició de la vida de l’Església, no allò ideològic. L’Església sense Crist no és res. DIJOUS Missa: Fets 15, 7-21; Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10; Jo 15, 9-11 En el fragment del llibre dels Fets s’escolten les intervencions dels apòstols en l’assemblea de Jerusalem. En primer lloc, la de Pere, que exposa que tant els jueus com els gentils se salven per la gràcia de Jesús, el Senyor. Després, Pau i Bernabé donen testimoni del que la gràcia havia fet en el cor dels gentils. Jaume, finalment, de manera equilibrada, resumeix la discussió i, interpretant les Escriptures, anuncia que Déu reuneix el seu poble també entre els gentils. Tant sols demanen les imprescindibles condicions per a no escandalitzar els israelites. En l’Evangeli, la comunicació íntima de Jesús als deixebles “la nit que havia de ser entregat” (1C 11,23) arriba al més sublim: Ell els ha estimat amb el mateix amor que el Pare l’ha estimat a ell. Aquestes paraules són dignes de meditar-se: Ell és el receptacle de l’amor del Pare i, amb aquest amor, el mateix, no un altre, ens ha estimat. El Pare, el Fill i els deixebles s’inclouen en el mateix Amor. Si observen els seus “manaments“, les seves paraules, romandran en el seu amor, que és el del Pare i el de l’Esperit Sant. Més encara: si viuen en aquest amor participaran de la seva alegria, “una alegria ben plena“. No és alegria humana, és l’última nit de Jesús al món, sinó divina, l’alegria de l’Amor. L’alegria, que és una forma de pau, és allò propi de Déu, ja que “Déu és amor” (1Jo 4,8). DIVENDRES Missa: Fets 15, 22-31; Sal 56, 8-9. 10-12; Jo 15, 12-17 L’assemblea de Jerusalem decideix retornar Pau i Bernabé a Antioquia amb la resposta de l’Església-mare. Els acompanyaran com a testimonis d’aquesta decisió membres eminents de la comunitat, Judes i Siles, portant amb ells una carta. És com la primera Constitució Apostòlica. En aquesta missiva s’afirma: “l’Esperit Sant i nosaltres hem cregut“. Amb això s’ensenya que totes les disposicions eclesials neixen del discerniment espiritual. Només s’exigeix als gentils convertits a la fe que no mengin carn sacrificada als ídols pagans i visquin la santedat del matrimoni. Quan van arribar aquests emissaris a Antioquia i van llegir la carta, tota l’assemblea es va alegrar: se’ls informava que ells, els convertits a la fe, formaven part del nou Israel de Déu inequívocament. El Salm el canta el mateix Senyor Ressuscitat, Ell que “ha desvetllat l’aurora” amb la seva Resurrecció. Entre els pobles ressonarà la melodia de l’Esperit Sant, “l’arpa i la lira“, que els omplirà de joia. En l’Evangeli, el Senyor ens dóna el títol d’”amics“, no de “servents“, perquè Ell ens ha introduït en la seva intimitat amb el Pare. Ens lliura també “el manament nou“, mai envellit, de l’amor. Perquè Ell ens ha estimat, els cristians ens hem d’estimar els uns als altres, i en això ser reconeguts com a deixebles seus. En el manament nou el més important no és allò primer, “estimeu-vos els uns als altres“, sinó allò segon: “tal com jo us he estimat“. La conjunció, diuen els exegetes, té un valor causal: “perquè Ell ens ha estimat” podem i ens hem d’estimar. El manament és tan important que, a la fi, el reitera. DISSABTE Missa: Fets 16, 1-10; Sal 99, 2. 3. 5; Jo 15, 18-21 El segon viatge de Pau va començar l’any 49 dC i va acabar el 52 dC. Aquest cop, Pau es va posar en camí per visitar les primeres comunitats cristianes que va ajudar a fundar durant el seu primer viatge. L’acompanyaven Siles, un membre destacat de la primera comunitat cristiana, i Timoteu, el fill d’un grec que era el seu company més preuat. El grup es va dirigir a Listra; després a través de Frígia a Galàcia, a les terres altes del centre d’Anatòlia; i finalment a Troas, una ciutat al nord- oest d’Anatòlia, a l’actual Turquia. Aquí Pau va tenir la visió d’un home demanant-li que portés l’Evangeli a Macedònia: com a conseqüència, va marxar immediatament per arribar al continent europeu per primera vegada. En l’Evangeli, Jesús recorda les paraules: “El servent no és més que l’amo“. Jesús, en la seva plena sobirania d’amor, es posa al lloc del servent i al mateix temps es manifesta com a Senyor, “Kyrios” a la Creu. Sota el signe de la Creu hauran de viure els deixebles: “Si el món us odia, recordeu que m’ha odiat a mi abans que a vosaltres“. La Creu del Servent i Senyor estarà sempre present en la memòria de la comunitat que viu al món. La Creu del Senyor és visible, la seva Resurrecció és invisible: per això l’Església viurà sempre sota el signe manifest de la contradicció. Unirà fracàs i victòria, inextricables en la realitat de la Pasqua. El misteri pasqual s’acompleix en tota la seva plenitud com a Creu i Glòria en Jesús: també en cada existència cristiana. Tampoc en això l’Església és diferent del seu Senyor. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.257ss)
|