XVIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – 01-06/08/2022 – XVIII SETMANA DEL TEMPS DURANT L’ANY
LUNES SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, obispo y doctor de la Iglesia San Alfonso María de Ligorio nació en 1696 en Nápoles, en el seno de una familia aristocrática. Se doctoró en derecho civil y canónico. Ejerció como abogado hasta que, decepcionado del mundo, se convirtió, abandonando su oficio de jurista y abrazando el sacerdocio. Se dedicó a la evangelización a través de las misiones populares en medios rurales y pobres y fundó la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas). Es autor de fe cundísimos tratados de devoción. Cultivó la Teología moral, de la que se convirtió en maestro, liberándola del rigorismo jansenista. Fue designado obispo de santa Águeda dei Gotti (Campania) durante trece años. Murió entre sus hijos misioneros, tal día como hoy, en 1787, nonagenario. La sabiduría de su escuela de Teología moral llega hasta nuestros días. Misa: Jer 28, 1-17; Sal 118, 29. 43. 79. 80. 95. 102; Mt 14, 13-21 Jesús necesita estar solo: el Bautista ha sido decapitado. En barca, busca la soledad yendo a un “sitio tranquilo y apartado“. Sin embargo, la multitud lo sigue. La compasión del Hijo de Dios se manifiesta curando a los enfermos. Anochece. Y ordena a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer“. Ellos replican que tienen demasiado poco: “cinco panes y dos peces“. Jesús bendice al Padre, parte el pan y se lo da a los discípulos y ellos lo reparten a la multitud, sentada en la hierba, ya que era primavera. Así se significaba el banquete escatológico del Reino y así se prefiguraba la Eucaristía. El Pan de la Vida es repartido por sus ministros. Ellos lo reparten, pero el pan lo da el Señor mismo. Más aún: es Él mismo entregado “para la vida del mundo” (Jn 6). Recogen todavía doce cestos: es un “signo” para indicar que los dones de Dios son sobreabundantes, como su amor. Lo demasiado poco de lo nuestro, el Señor lo multiplica convirtiéndolo en lo más grande. Recordemos: Dios se hace pobre para que todos nosotros seamos ricos (2 Cor 8, 9). MARTES Misa: Jer 30, 1-2. 12b-15. 18-22; Sal 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23; Mt 14, 22-36; (opción 2: Mt 15, 1-2. 10-14) El Señor se queda solo y despide a la gente: ¡qué humanidad! Los quería y le querían. Luego sube al monte para orar. Al amanecer, lit.: “en la cuarta vigilia de la noche“, Jesús divisa a los discípulos y va hacia ellos. Sólo Dios puede andar sobre el mar, el mal y la muerte, en el Antiguo Testamento (Salmo 77, 20 y Job 9, 8): es signo de victoria. Muestra así, y pronunciando el santo nombre de Dios “Yahvé, Soy yo“, que Él está por encima de su pobre humanidad. Por eso se prosternan y confiesan: “Realmente eres Hijo de Dios“. Cuando, como Pedro, vivimos los miedos existenciales, la fe nos salva. También la convicción de que el Señor nos da la mano: sólo hay que extender la propia y dejarse coger. Este es el verdadero milagro y una enseñanza para la Iglesia: el Señor no la deja sola cuando el viento es contrario, pues Él está en “el monte“, intercediendo siempre por nosotros (Rom 8, 34). MIÉRCOLES Misa: Jer 31, 1-7; Jer 31, 10. 11-12ab. 13; Mt 15, 21-28 La salvación cristiana es universal ya que Cristo murió por todos. Sólo provisionalmente el Reino tenía que ser anunciado a Israel, el pueblo de la primera Alianza. Luego, después de la Pascua, tendrá que ser anunciado a todas las naciones (Mt 28, 18). El relato de la “mujer cananea“, pagana, es primicia de la misión que vendrá después y de la fe que surgirá fuera de Israel. Llega al corazón de Jesús la súplica de la fe: “Señor, socó rreme“. También llegó al corazón de los discípulos que fueron benevolentes con ella. Jesús lleva al límite la fe de la mujer, al límite de lo no merecido, de lo que aún no toca. Incluso desde allí la mujer persiste en la súplica. Es propio de una madre hacerlo. Ante la respuesta de la mujer, el Señor no puede resistirse y, elogiando su fe, le concede lo que pide: la curación de su hija amada. Así el Padre fue glorificado. JUEVES SAN JUAN MARÍA VIANNEY, presbítero El ocho de febrero de 1815 llegaba de noche, con frío, niebla y por caminos enlodazados, el nuevo cura párroco que tomaría posesión de la pedanía parroquial de Ars-sur-Formans, en Dom- bes, entonces de la gran archidiócesis de Lyon. Había nacido treintaidós años antes en Dardilly. Debido a los tiempos convulsos de entonces, encontró dificultades para ser ordenado presbítero. Su nombre era Juan María Vianney. Estuvo en el pequeño pueblo durante cuarentaiún años, ejerciendo el sacerdocio en una vida de penitencia y estricta pobreza. Con el tiempo, logró cambiar el pueblo, que pasó de no amar mucho al buen Dios a ver surgir fervorosos cristianos “Ars ya no era Ars“, decían. Renovó el templo, organizó la caridad para con los huérfanos, se dedicó a la catequesis de todos y a la atención de los enfermos.Recibió dones del Espíritu Santo: el de discernimiento de espíritus y el de consejo, que manifestó en el ministerio de la confesión. Esto suscitó, inexplicablemente, una peregrinación de fieles de toda condición, pobres, ricos, clérigos, que acudían a Ars para recibir de él el sacramento de la misericordia. Los mayores prodigios fueron las conversiones. Hubo días en que estuvo hasta dieciocho horas en el confesionario. Al atardecer de su vida, exhausto de tanta dedicación a los demás, cuando ya casi no se le entendía, predicaba: “Orad y amad, que en esto consiste la vida cristiana“. No le faltaron las incomprensiones y las calumnias, en gran parte de sus mismos hermanos de ministerio: no podían comprender la atracción que ejercía su santidad, ya que le consideraban un iletrado y hombre de pocas luces. Murió la noche del tres al cuatro de agosto de 1859. Se le conoce como “el santo Cura de Ars“. Es patrono de los sacerdotes diocesanos, que hoy se alegran de su memoria, piden su intercesión y quieren imitar sus virtudes sacerdotales. Los Papas han elogiado su vida y la han propuesto como modelo. En el santo Cura de Ars no hay lugar para la gloria humana, toda su gloria es reflejo de la gloria de Dios. Misa: Jer 31, 31-34; Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19; Mt 16, 13-23 Sólo dejamos la llave de casa a gente de mucha confianza. Jesús da “las llaves del reino de los cielos” a Pedro y con él a la Iglesia. La confesión de Pedro en los sinópticos es un lugar culminante del Evangelio. Sobre la fe de Pedro el Señor edificará la Iglesia, una Iglesia que le pertenece: “mi Iglesia“. El Señor no tiene otra manera de edificar la Iglesia sino en nuestra fe. Una fe que siempre es don puesto que ha sido revelada por el Padre (cf. 1 Cor 12, 3). Cada uno está llamado a ser piedra y roca sobre la cual el Señor edifica la Iglesia. Los sillares de un edificio se sostienen unos con otros. Juntos por la oración y la caridad permitimos que el Señor edifique la Iglesia. El texto de hoy justifica teológicamente el primado de Pedro al servicio de la unidad eclesial. Justamente porque la Iglesia es del Señor las fuerzas del mal no podrán jamás con ella: “et portae inferi non praevalebunt adversus eam“. VIERNES Misa: Nah 2, 1. 3; 3, 1-3. 6-7 ; Dt 32, 35cd-36ab. 39abcd. 41; Mt 16, 24-28 Hay que seguir al Señor negando el propio yo, y tomar conciencia de que “perder la vida” por el Evangelio es ganarla, ya que “el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta” fuese así, ni tornar la cruz ni negarse a sí mismo tendrían sentido. La paga es Él mismo. Todas las religiones huyen del sufrimiento y buscan evitarlo, pero el cristianismo no: lo asume. El Señor nos dice: “Carga con tu cruz por amor a mí y a tus hermanos“. La salvación no consiste en liberarse del propio yo: es sacrificar el propio yo por amor al Señor y a los demás, algo que no es posible sin cruz ni dolor. Éste el camino abierto por el Señor. El mayor mal es la “segunda muerte“, esto es: perder a Dios, perder la vida tiene el sentido de gastarla por Él, en su servicio. SÁBADO TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR Los Padres de la Iglesia, especialmente los de Oriente, así como la exégesis actual, interpretan el sentido teo- lógico de la Transfiguración del Señor como anticipación del Misterio Pascual y como confirmación de la misión que Jesús había recibido en el bautismo del Jordán. Al mismo tiempo, como anuncio de la transfiguración de nuestra humanidad a semejanza de su cuerpo glorioso. Tal como el Prefacio canta: “Y manifestar que, en el cuerpo de la Iglesia entera, se cumplirá lo que, de modo maravilloso, se realizó en su Cabeza“. Una vez más todas las Iglesias celebran unánimemente esta fiesta y reencuentran, al menos en la celebración litúrgica, la unidad. Gozan de la Luz increada, el Espíritu Santo, que se manifiesta en la luz resplandeciente y procedente del interior del cuerpo del Señor, en la voz del Padre y en el testimonio de la Ley y los profetas. El Padre revela al Hijo, y el Hijo revela al Padre y sólo el Espíritu de ambos nos introduce en su misterio de Amor y en la “luz tabórica“. La clave de interpretación es siempre la misma: la Resurrección del Señor. Misa: Dan 7, 9-10. 13-14 (o bien: 2 Pe 1, 16-19); Sal 96, 1-2. 5-6. 9; Lc 9, 28b-36 Lucas presenta algunas peculiaridades en el relato de la Transfiguración que merecen ser analizadas. Entre ellas, la finalidad del ascenso: “subió a lo alto del monte para orar“. Una oración que en Jesús es inmensa y total. Justamente fue “mientras oraba” que Jesús asumió otro aspecto, “éidos“: resplandeció con la divinidad sub- sistente en su Persona, asumió la Forma final, que es la de la Resurrección. Más todavía, al lado de Jesús están presentes Moisés y Elías, la Ley y los profetas, que Dios muestra con la gloria del Hijo amado. “Hablaban de su muerte, que Él iba a consumar en Jerusalén“, literalmente: “de su éxodo“. Todo se orienta ya al éxodo pascual del Señor; desde allí resplandece la Luz increada del Señor de la gloria. La Transfiguración del Señor es teofanía de la santa, gloriosa y vivificante Trinidad: la voz del Padre: “Éste es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo” y la Nube del Espíritu Santo lo inundan todo. Es la Nube de la Divina Presencia que “los cubrió con su sombra“, “episkiázô“: al Señor y a los discípulos. Como la sombra que cubrió a la Madre de Dios en la Anunciación (Lc 1, 35), provoca estupor y confusión. El mensaje nuclear es que los discípulos deben “escucharle“, verbo que bíblicamente significa “obe- decerle“. Acto seguido, “se encontró Jesús solo“. En Getsemaní lo abandonarán, y en la Cruz permanecerá “solo” con el Padre y el Espíritu Santo. Será la última y definitiva transfiguración. “Por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto“, luego lo referirán a todo el mundo. En la Transfiguración, prenda de gloria, canta la Iglesia el Salmo 96: “El Señor reina, la tierra goza“. En el Señor, se alegra la tierra entera. Y toda la naturaleza participa en una alegría cósmica, ya que todo el universo va a ser bendecido con el reinado del Señor. De la tradición litúrgica “Cuando te transfiguraste, oh Cristo, Dios nuestro, en la montaña, revelaste tu gloria a los discípulos, según ellos podían soportar. Resplandezca tu excelsa luz sobre nosotros, pecadores, por las oraciones de la Virgen; Tú que nos regalas el don de la luz, ¡gloria a ti, Señor!“ Tropario bizantino de la fiesta (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.371ss)
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DILLUNS
SANT ALFONS MARÍA DE LIGORIO, bisbe i doctor de l’Església Sant Alfons María de Ligorio va néixer en 1696 a Nàpols, en el si d’una família aristocràtica. Es va doctorar en dret civil i canònic. Va exercir com a advocat fins que, decebut del món, es va convertir, abandonant el seu ofici de jurista i abraçant el sacerdoci. Es va dedicar a l’evangelització a través de les missions populars en mitjans rurals i pobres i va fundar la Congregació del Santíssim Redemptor (Redemptoristes). És autor de fecundíssims tractats de devoció. Va conrear la Teologia moral, de la qual es va convertir en mestre, alliberant-la del rigorisme jansenista. Va ser designat bisbe de santa Águeda dei Gotti (Campània) durant tretze anys. Va morir entre els seus fills missioners, tal dia com avui, en 1787, nonagenari. La saviesa de la seva escola de Teologia moral arriba fins als nostres dies. Missa: Jer 28, 1-17; Sal 118, 29. 43. 79. 80. 95. 102; Mt 14, 13-21 Jesús necessita estar sol: el Baptista ha estat decapitat. Amb barca, cerca la solitud anant a un “lloc tranquil i apartat”. No obstant això, la multitud el segueix. La compassió del Fill de Déu es manifesta curant als malalts. Fosqueja. I ordena als seus deixebles: “Doneu-los vosaltres de menjar”. Ells repliquen que sols tenen: “cinc pans i dos peixos”. Jesús beneeix al Pare, parteix el pa i li ho dona als deixebles i ells el reparteixen a la multitud, asseguda en l’herba, ja que era primavera. Així se significava el banquet escatològic del Regne i així es prefigurava l’Eucaristia. El Pa de la Vida és repartit pels seus ministres. Ells ho reparteixen, però el pa el dona el Senyor mateix. Més encara: és Ell mateix lliurat “per a la vida del món” (Jn 6). Recullen encara dotze cistells: és un “signe” per a indicar que els dons de Déu són sobreabundants, com el seu amor. El massa poc del nostre, el Senyor el multiplica convertint-lo en el més gran. Recordem: Déu es fa pobre perquè tots nosaltres siguem rics (2 Cor 8, 9). DIMARTS Missa: Jer 30, 1-2. 12b-15. 18-22; Sal 101, 16-18. 19-21. 29 i 22-23; Mt 14, 22-36; (opció 2: Mt 15, 1-2. 10-14) El Senyor es queda sol i acomiada a la gent: quina humanitat! Els volia i el volien. Després puja a la muntanya per a orar. A l’alba, lit.: “en la quarta vigília de la nit”, Jesús albira als deixebles i va cap a ells. Només Déu pot caminar sobre la mar, el mal i la mort, en l’Antic Testament (Salm 77, 20 i Job 9, 8): és signe de victòria. Mostra així, i pronunciant el sant nom de Déu “Yahvé, Soc jo”, que Ell està per sobre de la seva pobra humanitat. Per això es prosternen i confessen: “Realment ets Fill de Déu”. Quan, com Pere, vivim les pors existencials, la fe ens salva. També la convicció que el Senyor ens dona la mà: només cal estendre la pròpia i deixar-se agafar. Aquest és el veritable miracle i un ensenyament per a l’Església: el Senyor no la deixa sola quan el vent és contrari, perquè Ell està en “la muntanya”, intercedint sempre per nosaltres (Rom 8, 34). DIMECRES Missa: Jer 31, 1-7; Jer 31, 10. 11-12ab. 13; Mt 15, 21-28 La salvació cristiana és universal ja que Crist va morir per tots. Només provisionalment el Regne havia de ser anunciat a Israel, el poble de la primera Aliança. Després, després de la Pasqua, haurà de ser anunciat a totes les nacions (Mt 28, 18). El relat de la “dona cananea”, pagana, és primícia de la missió que vindrà després i de la fe que sorgirà fora d’Israel. Arriba al cor de Jesús la súplica de la fe: “Senyor, socórreu-me”. També va arribar al cor dels deixebles que van ser benvolents amb ella. Jesús porta al límit la fe de la dona, al límit del no merescut, del que encara no toca. Fins i tot des d’allí la dona persisteix en la súplica. És propi d’una mare fer-ho. Davant la resposta de la dona, el Senyor no pot resistir-se i, elogiant la seva fe, li concedeix el que demana: la curació de la seva filla estimada. Així el Pare va ser glorificat. DIJOUS SANT JOAN MARÍA VIANNEY, prevere El vuit de febrer de 1815 arribava de nit, amb fred, boira i per camins enfangats, el nou capellà rector que prendria possessió de la pedania parroquial d’Ars-sud-Formans, en Dombes, llavors de la gran arxidiòcesi de Lió. Havia nascut trenta-dós anys abans a Dardilly. A causa dels temps convulsos de llavors, va trobar dificultats per a ser ordenat prevere. El seu nom era Juan María Vianney. Va estar en el petit poble durant quaaranta-un anys exercint el sacerdoci, en una vida de penitència i estricta pobresa. Amb el temps, va aconseguir canviar el poble, que va passar de no estimar molt al bon Déu a veure sorgir fervorosos cristians “Ars ja no era Ars”, deien. Va renovar el temple, va organitzar la caritat envers els orfes, es va dedicar a la catequesi de tots i a l’atenció dels malalts. Va rebre dons de l’Esperit Sant: el de discerniment d’esperits i el de consell, que va manifestar en el ministeri de la confessió. Això va suscitar, inexplicablement, una peregrinació de fidels de tota condició, pobres, rics, clergues, que acudien a Ars per a rebre d’ell el sagrament de la misericòrdia. Els majors prodigis van ser les conversions. Va haver-hi dies en què va estar fins a divuit hores en el confessionari. Al capvespre de la seva vida, exhaust de tanta dedicació als altres, quan ja gairebé no se li entenia, predicava: “Oreu i estimeu, que en això consisteix la vida cristiana”. No li van faltar les incomprensions i les calúmnies, en gran part dels seus mateixos germans de ministeri: no podien comprendre l’atracció que exercia la seva santedat, ja que el consideraven un illetrat i home de poques llums. Va morir la nit del tres al quatre d’agost de 1859. Se’l coneix com “el sant Capellà d’Ars”. És patró dels sacerdots diocesans, que avui s’alegren de la seva memòria, demanen la seva intercessió i volen imitar les seves virtuts sacerdotals. Els Papes han elogiat la seva vida i l’han proposat com a model. En el sant Capellà d’Ars no hi ha lloc per a la glòria humana, tota la seva glòria és reflex de la glòria de Déu. Missa: Jer 31, 31-34; Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19; Mt 16, 13-23 Només deixem la clau de casa a gent de molta confiança. Jesús dona “les claus del regne dels cels” a Pere i amb ell a l’Església. La confessió de Pere en els sinòptics és un lloc culminant de l’Evangeli. Sobre la fe de Pere el Senyor edificarà l’Església, una Església que li pertany: “la meva Església”. El Senyor no té una altra manera d’edificar l’Església sinó en la nostra fe. Una fe que sempre és don perquè ha estat revelada pel Pare (cf. 1 Cor 12, 3). Cadascun està cridat a ser pedra i roca sobre la qual el Senyor edifica l’Església. Els carreus d’un edifici se sostenen els uns amb els altres. Junts per la oració i la caritat permetem que el Senyor edifiqui l’Església. El text d’avui justifica teològicament el primat de Pere al servei de la unitat eclesial. Justament perquè l’Església és del Senyor, les forces del mal no podran mai amb ella: “et portae inferi senar praevalebunt adversus eam”. DIVENDRES Missa: Nah 2, 1. 3; 3, 1-3. 6-7 ; Dt 32, 35cd-*36ab. 39abcd. 41; Mt 16, 24-28 Cal seguir al Senyor negant el propi jo, i prendre consciència que “perdre la vida” per l’Evangeli és guanyar-la, ja que “el Fill de l’home vindrà entre els seus àngels, amb la glòria del seu Pare, i llavors pagarà a cadascun segons la seva conducta” fos així, ni tornar la creu ni negar-se a si mateix tindrien sentit. La paga és Ell mateix. Totes les religions fugen del sofriment i busquen evitar-lo, però el cristianisme no: ho assumeix. El Senyor ens diu: “Càrrega amb la teva creu per amor a mi i als teus germans”. La salvació no consisteix a alliberar-se del propi jo: és sacrificar el propi jo per amor al Senyor i als altres, alguna cosa que no és possible sense creu ni dolor. Aquest és el camí obert pel Senyor. El pitjor mal és la “segona mort”, això és: perdre a Déu. Perdre la vida té el sentit de gastar-la per Ell, al seu servei. DISSABTE TRANSFIGURACIÓ DEL SENYOR Els Pares de l’Església, especialment els d’Orient, així com l’exegesi actual, interpreten el sentit teològic de la Transfiguració del Senyor com a anticipació del Misteri Pascual i com a confirmació de la missió que Jesús havia rebut en el baptisme del Jordà. Al mateix temps, com anunci de la transfiguració de la nostra humanitat a semblança del seu cos gloriós. Tal com el Prefaci canta: “I manifestar que, en el cos de l’Església sencera, es complirà el que, de manera meravellosa, es va realitzar al seu Cap”. Una vegada més totes les Esglésies celebren unànimement aquesta festa i retroben, almenys en la celebració litúrgica, la unitat. Gaudeixen de la Llum increada, l’Esperit Sant, que es manifesta en la llum resplendent i procedent de l’interior del cos del Senyor, en la veu del Pare i en el testimoniatge de la Llei i els profetes. El Pare revela al Fill, i el Fill revela al Pare i només l’Esperit de tots dos ens introdueix en el seu misteri d’Amor i en la “llum tabòrica”. La clau d’interpretació és sempre la mateixa: la Resurrecció del Senyor. Missa: Donen 7, 9-10. 13-14 (o bé: 2 Pe 1, 16-19); Sal 96, 1-2. 5-6. 9; Lc 9, 28b-36 Lluc presenta algunes peculiaritats en el relat de la Transfiguració que mereixen ser analitzades. Entre elles, la finalitat de l’ascens: “va pujar a l’alt de la muntanya per a orar”. Una oració que en Jesús és immensa i total. Justament va anar “mentre orava” que Jesús va assumir un altre aspecte, “éidos”: va resplendir amb la divinitat subsistent en la seva Persona, va assumir la Forma final, que és la de la Resurrecció. Més encara, al costat de Jesús són presents Moisès i Elías, la Llei i els profetes, que Déu mostra amb la glòria del Fill estimat. “Parlaven de la seva mort, que Ell anava a consumar a Jerusalem”, literalment: “del seu èxode”. Tot s’orienta ja a l’èxode pasqual del Senyor; des d’allí resplendeix la Llum increada del Senyor de la glòria. La Transfiguració del Senyor és Teofania de la santa, gloriosa i vivificant Trinitat: la veu del Pare: “Aquest és el meu Fill, el Triat, escolteu-lo” i el Núvol de l’Esperit Sant ho inundà tot. És el Núvol de la Divina Presència que “els va cobrir amb la seva ombra”, “episkiázô”: al Senyor i als deixebles. Com l’ombra que va cobrir a la Mare de Déu en l’Anunciació (Lc 1, 35), provoca estupor i confusió. El missatge nuclear és que els deixebles han de “escoltar-lo”, verb que bíblicament significa “obeïr-lo”. Tot seguit, “Jesús es va trobar sol”. A Getsemaní l’abandonaran, i en la Creu romandrà “només” amb el Pare i l’Esperit Sant. Serà la darrera i definitiva transfiguració. “En aquells dies, no van comptar a ningú res del que havien vist”, després ho comptaran a tothom. En la Transfiguració, peça de glòria, canta l’Església el Salm 96: “El Senyor reina, la terra gaudeix”. En el Senyor, s’alegra la terra sencera. I tota la naturalesa participa en una alegria còsmica, ja que tot l’univers serà beneït amb el regnat del Senyor. De la tradició litúrgica “Quan et vas transfigurar, oh Crist, Déu nostre, a la muntanya, vas revelar la teva glòria als deixebles, segons ells podien suportar. Resplendeixi la teva excelsa llum sobre nosaltres, pecadors, per les oracions de la Verge; Tu que ens regales el do de la llum, glòria a tu, Senyor!” Tropari bizantí de la festa (Calendari-Directori de l’Any Litúrgic 2022, p.371ss) |