XXVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – 26/09 a 1/10/2022 – XXVI SETMANA DE DURANT L’ANY
LUNES Misa: Job 1, 6-22; Sal 16, 1bcde. 2-3. 6-7; Lc 9, 46-50 Jesús instruye con un gesto visual: toma de la mano a un niño, lo coloca a su lado y afirma: “El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado“. Con esas palabras se identifica con el pequeño y anuncia que acogerlo es acoger al Padre. Jesús se identifica con lo último, lo insignificante, lo que no cuenta. Acoger en el amor del Espíritu Santo esas pequeñas existencias es acoger a Dios Trinidad. Los discípulos habían sido reprendidos por el Señor por querer establecer una jerarquía entre ellos, ahora son amonestados por querer constituirse en una comunidad que tiene el monopolio de los carismas mesiánicos. El Maestro enseña que los carismas ejercidos en su nombre realizan las obras del Reino. Por lo tanto, los cristianos deberán contemplar con gozo y amor, jamás con competencia, que todo acto de bien participa de la misericordia de Dios y la manifiesta. En este sentido, el Reino de Dios no se identifica con la Iglesia: esmás grande que ella. MARTES SAN VICENTE DE PAÚL, presbítero A las cuatro de la mañana del día 27 de setiembre de 1660, moría “Monsieur Vincent“, conocido hoy por san Vicente de Paúl. Tenía setenta años. Natural del pueblo de Pouy, a cinco kilómetros de Dax, en la región de las Landas el año 1581. Nacido en el seno de una familia pobre, cuyos padres eran originarios de Tamarite de la Litera (Huesca), se ocupó de los trabajos humildes del campo durante su infancia y juventud y, como era habitual en aquel tiempo, empezó la carrera eclesiástica para obtener algún “beneficio“. La experiencia de la pobreza y la oración convirtieron su corazón y lo hicieron el apóstol por excelencia de la caridad. En 1625 fundó los Padres de la Misión, destinados a la evangelización de los medios rurales y, con santa Luisa de Marillac, el año 1633, la Compañía de las Hijas de la Caridad. Ideó una solución canónica para estas religiosas: “Vuestro claustro es el mundo“. Sus iniciativas a favor de la atención caritativa fueron múltiples. Hacía suya la expresión agustiniana: “Amor meus et pondus meus“, refiriéndola a los pobres. Éstos eran su amor y el peso siempre presente en su corazón. Las Hijas de la Caridad eran muchachas campesinas entregadas al trabajo y a la caridad. Con sus escritos espirituales se puede elaborar una teología de la pobreza: “Los pobres son nuestros señores y maestros. Maestros de vida y pensamiento. Junto a ellos la inteligencia se esclarece, el pensamiento se rectifica, la acción se ajusta, la vida se modela desde el interior“. Su vida fue un regalo del Señor para la Iglesia, un verdadero carisma. Él mismo vivió como los pobres a quien servía. La espiritualidad vicenciana ha sido y es muy fecunda en la vida de la Iglesia. Misa: Job 3, 1-3. 11-17. 20-23; Sal 87, 2-3. 4-5. 6. 7-8; Lc 9, 51-56 Jesús decide subir a Jerusalén: será un camino sin retorno, donde se cumplirá “el tiempo de ser llevado al cielo, análêpsis“. Literalmente, Lucas escribe: “Jesús endureció su rostro, et ipse faciem suam firmavit“. El dato es solemne y marca una línea divisoria en el Evangelio lucano. Desde el versículo 9,51 hasta el 19,28 se abre el llamado “gran inciso de Lucas” que recoge un auténtico tesoro de enseñanzas y obras del Señor. Para remarcar su firme decisión de subir a Jerusalén, Jesús envía “mensajeros por delante“. Juan y Santiago, por su parte, piden al Señor que mande bajar “fuego del cielo“, como hizo Elías en 2 Re 1, 1-12, para consumir a los samaritanos inhospitalarios. Jesús los increpa: el Espíritu del Señor ha sido dado para las obras positivas y buenas del Reino, jamás para el castigo y la muerte. Esos no son los caminos del Reino de Dios. El espíritu que debe animar a los discípulos es la bondad del Padre que se manifiesta en el Hijo. MIÉRCOLES Misa: Job 9, 1-12. 14-16; Sal 87, 10bc-11. 12-13. 14-15; Lc 9, 57-62 Jesús ya se dirige a Jerusalén, consciente de que allí consumará su éxodo (cf. 9,31). Cuatro hombres manifiestan su deseo de acompañarle, pero todos presentan una u otra objeción. Al primero se le dice que Jesús no tiene nada, ni tan solo casa paterna, sólo tiene su misión: es un pobre. Al segundo se le espeta la célebre palabra evangélica: “Deja que los muertos entierren a sus muertos“, es decir, “huye de los mortales que se entierran unos a otros con dependencias y lazos afectivos que impiden crecer, volar, madurar“. Dicha hipérbole sólo puede entenderse desde la fe israelita en el Dios de vivos (cf. 20,38); además, según la fe pascual, Jesús resucita para ser Señor de vivos y muertos (Rom 14, 19). Al tercero, Jesús le dirige otra gloriosa palabra: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios“. La decisión de seguir al Señor es inmediata e irreversible. Con esas recomendaciones, Jesús está hablando de sí mismo: nada le ata ni retiene para subir a Jerusalén, para dar su vida por amor. Es en el árbol de la Cruz donde única y finalmente podrá Él “reclinar la cabeza“. JUEVES SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL y RAFAEL “Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre“. Los ángeles suben y bajan, según la visión de la escala de Jacob, citada por el mismo Señor en el Evangelio de hoy. Son verdaderamente arcángeles, los primeros de los ángeles, por las misiones altísimas que les fueron encomendadas: a Gabriel anunciar a María la encarnación del Verbo; a Miguel, devenir protector de la Iglesia; y a Rafael ser fiel compañero de camino. Más allá de toda forma mitológica o de exceso en el discurso teológico, los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael expresan el ser divino. Miguel significa: “¿Quién como Dios?” y ¿quién es como Dios, sino Dios mismo y su Cristo? Gabriel significa: “Dios es fuerte” y ¿quién es fuerte, sino Dios mismo y su Cristo? Rafael significa: “Dios cura” y ¿quién cura, sino Dios mismo y su Cristo? San Bernardo predica que bajan para ayudarnos en nuestros caminos y nos elevan para llevarnos a la contemplación de la Verdad esencial, que ellos contemplan cara a cara. Pero el único camino, por el que suben y bajan, es común a ellos y a nosotros: Cristo, en el misterio de su Muerte y Resurrección. Él es la verdadera escalera que Jacob soñó, aquella que conforma el escudo de la primera Cartuja de la Península: “Scala Dei“. La Liturgia cristina se complace hoy en celebrar los santos Arcángeles en el bello oficio de las Horas Santas y en la Eucaristía. Ellos son mensajeros de la Navidad y de la Pascua, y nosotros participamos del ministerio angélico cuando alabamos a Dios Trinidad, anunciamos la Verdad de Cristo y somos “ángeles-servidores” los unos de los otros. En las santas Iglesias de Oriente, la Liturgia de los ángeles es aún más espléndida, ya que son comunidades conscientes de que la Liturgia de la tierra es participación de la Liturgia celestial. Es bueno recordar, con la tríada de los arcángeles, el bello e insuperable icono de Rublev con la “theologia” que allí debe contemplarse, pues los ángeles en la Biblia son mediación de la Presencia divina. Misa: Dan 7, 9-10. 13-14 (o bien: Ap 12, 7-12a); Sal 137, 1bcd-2a. 2bcd-3. 4-5; Jn 1, 47-51 La teología sobre los ángeles debe ser muy discreta, acorde con la Sagrada Escritura que es realmente sobria sobre su esencia y su ministerio. Los ángeles están presentes en el Antiguo y Nuevo Testamento, y su existencia no se puede liquidar sin más como hace una cierta teología racionalista. El Evangelio, referente a la vocación de Natanael, ha sido escogido claramente por el versículo: “Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre“. El creyente ve siempre el cielo abierto, el mundo de Dios, en la fe y en la contemplación. Verá siempre “lo mayor” que es el Señor glorificado y comprenderá que el abajamiento y la exaltación del Hijo de Dios, “el Hijo del Hombre“, es “la escala de Jacob” que une el cielo con la tierra, y la tierra con el cielo (Gén 28,11ss). Ahora el Hijo está en el cielo como en la tierra, de manera que lo ascendente y lo descendente es simultáneo y dinámico. Los ángeles pueden ser una imagen sensible del Espíritu Santo, que desciende del Padre y del Hijo y permanece junto a nosotros. Natanael veía al Señor que lo llamaba, porque permanece entre nosotros, pero Él jamás ha dejado el cielo pues vive siempre con el Padre (Jn 14,11). Los ángeles pertenecen al mundo de Dios, que los envía al servicio del Señor Jesús y de su obra de salvación, ya que todo ha sido creado por y para Él (Col 1,16). En la primera lectura, la lucha del arcángel Miguel y sus ángeles contra el Mal, “el dragón“, símbolo del eterno combate de los “hijos de la luz” contra aquello que les impide vivir según las enseñanzas del Reino y en seguimiento del Señor de la gloria. Los ángeles forman parte del “cielo abierto” que Natanael contemplará por la Resurrección de Cristo. Los cristianos podemos comprender, en la fe, que en nuestro caminar hacia Dios los ángeles nos acompañan. Ejercen su ministerio como manifestación de la presencia divina a favor nuestro, y “son los servidores que cumplen sus deseos“, verso aleluyático. Los ángeles, en la Escritura, son también “liturgoi” y alaban a Dios. Los cristianos, en la Liturgia y de manera concreta en el canto del “trisagion” del Prefacio, nos unimos a su alabanza. Así, el Salmo canta en el verso responsorial: “En presencia de los ángeles tañeré para ti“. Como subraya el Catecismo, la Liturgia cristiana se celebra en el cielo: “La Liturgia es “acción” del “Cristo total” (Christus totus). Los que desde ahora la celebran participan ya, más allá de los signos, de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente comunión y fiesta” (CCE 1136). VIERNES SAN JERÓNIMO, presbítero y doctor de la Iglesia “¿Qué podemos aprender de San Jerónimo? Pienso en particular en esto: amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura. San Jerónimo dice: “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. Por lo tanto, es muy importante que todos los cristianos vivan en contacto y en un diálogo personal con la Palabra de Dios que nos es dada en la Sagrada Escritura. Nuestro diálogo con Él siempre debe tener dos dimensiones: por un lado, debe ser un diálogo realmente personal, porque Dios habla con cada uno de nosotros mediante la Sagrada Escritura y tiene un mensaje para todos. Debemos leer la Sagrada Escritura no como una palabra del pasado, sino como una palabra de Dios que también nos habla: debemos esforzarnos por comprender aquello que el Señor quiere decirnos. Pero para no caer en el individualismo, debemos tener en cuenta que la Palabra de Dios se nos da precisamente para construir comunión, para unirnos en la verdad de nuestro camino hacia Dios. Por tanto, a pesar de ser una palabra personal, también es una palabra que construye una comunidad, que construye la Iglesia. En consecuencia, tenemos que leerla en comunión con la Iglesia viva. El lugar privilegiado de lectura y escucha de la Palabra de Dios es la Liturgia, en la que, celebrando la Palabra y haciendo presente el Sacramento del Cuerpo de Cristo, nos damos cuenta de la presencia de la Palabra en nuestra vida y la hacemos presente entre nosotros. No debemos olvidar nunca que la Palabra de Dios trasciende el tiempo. Las opiniones humanas van y vienen. Aquello que hoy es muy moderno será mañana muy antiguo. Por el contrario, la Palabra de Dios es una palabra de vida eterna, nos trae la eternidad, que es para siempre. Llevando en nosotros la Palabra de Dios, llevamos en nosotros lo que es eterno: la vida eterna“. (De las catequesis del Papa Benedicto XVI, 7 de noviembre de 2007). Misa: Job 38, 1. 12-21; 40, 3-5; Sal 138, 1b-3. 7-8. 9-10. 13-14ab; Lc 10, 13-16 El Señor se lamenta de las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnún, que no han recibido la predicación del Reino y no han sabido interpretar sus “milagros (lit.: signos)“: la dureza de corazón es la presunción que piensa “escalar el cielo“, ser más que Dios. Es como una amarga despedida de su Galilea, de los inicios gozosos y luminosos de su ministerio. Acto seguido, el Señor prepara la futura misión de los apóstoles: ellos no anunciaran nada suyo. Llevaran la persona del Señor y sus palabras. Jesús se identifica con ellos plenamente: no recibirlos es rechazarlo a Él y al Padre que lo ha enviado. Jesús se hace una sola cosa con ellos, “una cum“, pero los discípulos ¿se identificarán con el Señor? Esa es la cuestión. SÁBADO SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS, virgen y doctora de la Iglesia En un Carmelo frío y poco soleado de Normandía, en Lisieux, moría el 30 de septiembre del año 1897, Thérèse de l’Enfant Jésus et de la Sainte Face. Tenía veinticuatro años y si por obediencia no hubiese escrito los “Manuscritos autobiográficos“, donde narra sus recuerdos familiares y su itinerario espiritual, a buen seguro hubiera permanecido en el anonimato más absoluto. La recopilación de aquellos sus escritos, titulados entonces “Historia de un alma“, se divulgó extraor-dinariamente y fue traducido a muchos idiomas. Conservamos parte de su epistolario y poesías, himnos y recreaciones piadosas, pequeñas obras teatrales, que escribía como obsequio para las herma nas religiosas en diversas efemérides y celebraciones comunitarias. Santa Teresita, como se la conoce familiarmente en nuestras tierras, nos enseña el “Caminito de la infancia espiritual“, esto es: el de la confianza ilimitada, llena de audacia amorosa,en el Padre del cielo, y el del gran valor de las cosas de cada día, del momento presente. “Sólo tengo hoy para amarte, Señor“, leemos en una de sus poesías (PN 5, 1 de junio 1894). En ella todo es simple y realista: la vida, la oración, la caridad. Von Balthasar no dudará en sostener que su vida fue una “existencia teológica“. Minada por una terrible tuberculosis, inmersa en la “noche de la fe“, llena de sufrimientos, con una caridad escondida y heroica, rodeada de sus hermanas de comunidad, murió apretando fuertemente entre sus manos el crucifijo de su profesión religiosa. Sus últimas palabras fueron, mirándolo: “Je l’aime, ô mon Dieu, je vous aime“, “¡Oh!, ¡le amo!… Dios mío… te amo…“. Así se consumió y fue toda su vida: una “Ofrenda al amor misericordioso” de Dios, título de una oración suya conocida y recitada mundialmente. En su última carta había escrito: “No muero, entro en la vida“. Sus hermanas de comunidad se dan cuenta entonces que han convivido con una santa: a raíz de la publicación de sus escritos, se sucede “el huracán de gloria“. Soldados de la I gran guerra llevan una estampa o medallas suyas en el campo de batalla, tanta es su irradiación espiritual y la certeza de su protección desde el Cielo, con su promesa de una “lluvia de rosas“. Pío XI la llamó “Estrella de mi pontificado” y la canonizó en 1925. Es Patrona de las misiones, sin haber salido nunca de la clausura, y Doctora de la Iglesia, san Juan Pablo II le concedió el título de “Doctor amoris“. Para una incontable multitud de personas, creyentes o no, Teresa del Niño Jesús es una amiga, una hermana: muchas de ellas viven la fe acompañadas por su presencia fraterna y su guía interior. ¿No es ésta la “comunión de los santos” que proclamamos al recitar el Credo? Misa: Job 42, 1-3. 5-6. 12-17; Sal 118, 66. 71. 75. 91. 125. 130; Lc 10, 17-24 Los discípulos no debemos alegrarnos o entristecernos por el éxito o fracaso de la misión, sino porque nuestros nombres “están inscritos en el cielo“, en Dios. Sólo Jesucristo, con su muerte victoriosa, ha expulsado del cielo a Satanás: sólo el Cordero de Dios “ha vencido ” (Ap 5,5-14). En el nombre de Jesús, y no en el propio, se posee la potestad de pisotear todo el ejército del enemigo, “ser- pientes y escorpiones“. Jesús se alegra con sus enviados y en el Espíritu Santo, proclamando el himno del gozo mesiánico: “Te doy gracias, Padre“. Surge también una nueva bienaventuranza en sus labios: los discípulos son felices porque han visto y han oído el icono de Dios, la humanidad de Jesús, y han escuchado al Logos de Dios. Los cristianos también vemos en el Sacramento al Señor y escuchamos las Palabras de Dios en la Escritura: participamos de esa dicha. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.443ss) |
DILLUNS Missa: Jb 1, 6-22; Sal 16, 1. 2-3. 6-7; Lc 9, 46-50 Jesús instrueix amb un gest visual: pren de la mà un infant, el col·loca al seu costat i afirma: “Qui acull aquest noi perquè porta el meu nom m’acull a mi, i qui m’acull a mi acull el qui m’ha enviat“. Amb aquestes paraules s’identifica amb el petit i anuncia que acollir-lo és acollir al Pare. Jesús s’identifica amb l’últim, l’insignificant, el que no compta. Acollir en l’amor de l’Esperit Sant aquestes petites existències és acollir a Déu Trinitat. Els deixebles havien estat represos pel Senyor per voler establir una jerarquia entre ells, ara són amonestats per voler constituir-se en una comunitat que té el monopoli dels carismes messiànics. El Mestre ensenya que els carismes exercits en el seu nom realitzen les obres del Regne. Per tant, els cristians han de contemplar amb goig i amor, mai amb competència, que tot acte de bé participa de la misericòrdia de Déu i la manifesta. En aquest sentit, el Regne de Déu no s’identifica amb l’Església: és més gran que ella. DIMARTS SANT VICENÇ DE PAÜL, prevere A les quatre del matí del dia 27 de setembre de 1660, moria “Monsieur Vincent“, conegut avui per sant Vicenç de Paül. Tenia setanta anys. Natural del poble de Pouy, a cinc quilòmetres de Dacs, a la regió de les Landes. Nascut l’any 1581 en el si d’una família pobra, els pares eren originaris de Tamarite de Litera (Osca); es va ocupar dels treballs humils del camp durant la seva infància i joventut i, com era habitual en aquell temps, va començar la carrera eclesiàstica per obtenir algun “benefici“. L’experiència de la pobresa i l’oració van convertir el seu cor i en feren l’apòstol per excel·lència de la caritat. El 1625 va fundar els Pares de la Missió, destinats a l’evangelització dels medis rurals i, amb santa Lluïsa de Marillac, l’any 1633, la Companyia de les Filles de la Caritat. Va idear una solució canònica per a aquestes religioses: “El vostre claustre és el món“. Les seves iniciatives a favor de l’atenció caritativa van ser múltiples. Feia seva l’expressió agustiniana: “Amor meus et pondus meus“, referint-la als pobres. Aquests eren el seu amor i el pes sempre present en el seu cor. Les Filles de la Caritat eren noies camperoles lliurades a la feina i a la caritat. Amb els seus escrits espirituals es pot elaborar una teologia de la pobresa: “Els pobres són els nostres senyors i mestres. Mestres de vida i pensament. Al costat d’ells la intel·ligència s’esclareix, el pensament es rectifica, l’acció s’ajusta, la vida es modela des de l’interior“. La seva vida va ser un regal del Senyor per a l’Església, un veritable carisma. Ell mateix va viure com els pobres a qui servia. L’espiritualitat vicenciana ha estat i és molt fecunda en la vida de l’Església. Missa: Jb 3, 1-3. 11-17. 20-23; Sal 87, 2-3. 4-5. 6. 7-8; Lc 9, 51-56 Jesús decideix pujar a Jerusalem: serà un camí sense retorn, on es compliran “els dies (lit.: el temps) en què Jesús havia de ser endut al cel (analepsis)”. Literalment, Lluc escriu: “Jesús va endurir el seu rostre (et ipse faciem suam firmavit): resolgué decididament“. La dada és solemne i marca una línia divisòria a l’Evangeli llucà. Des del verset 9,51 fins al 19,28 s’obre l’anomenat “gran incís de Lluc” que recull l’autèntic tresor d’ensenyaments i obres del Senyor. A fi de remarcar la seva ferma decisió de pujar a Jerusalem, Jesús “envià alguns que s’avancessin (lit.: envià missatgers per davant)”. Joan i Jaume, per la seva banda, demanen al Senyor que mani baixar “foc del cel” (com va fer Elies a 2R 1,1-12) perquè consumeixi els samaritans inhospitalaris. Jesús els increpa: l’Esperit del Senyor ha estat donat per a dur a terme les obres positives i bones del Regne, mai per al càstig i la mort. Aquests no són els camins del Regne de Déu. L’esperit que ha d’animar als deixebles és la bondat del Pare que es manifesta en el Fill DIMECRES Missa: Jb 9, 1-12. 14-16; Sal 87, 10bc-11. 12-13. 14-15; Lc 9, 57-62 Jesús ja es dirigeix a Jerusalem, conscient que hi consumarà el seu èxode (cf. 9,31). Quatre homes manifesten el seu desig d’acompanyar-lo, però tots presenten una o altra objecció. Al primer se li diu que Jesús no té res, ni tan sols casa paterna, només té la seva missió: és un pobre. Al segon se li etziba la cèlebre paraula evangèlica: “Deixa que els morts enterrin els seus morts“, és a dir, “fuig dels mortals que s’enterren els uns als altres amb dependències i llaços afectius que impedeixen créixer, volar, madurar“. Aquesta hipèrbole només pot entendre’s des de la fe israelita en el Déu de vius (cf. 20,38); a més, segons la fe pasqual, Jesús ressuscita per ser Senyor de vius i morts (Rm 14,19). Al tercer, Jesús li dirigeix una altra gloriosa paraula: “Ningú que mira enrere quan ja té la mà a l’arada no és apte per al Regne de Déu“. La decisió de seguir al Senyor és immediata i irreversible. Amb aquestes recomanacions, Jesús està parlant de si mateix: res el lliga ni el reté per pujar a Jerusalem, per donar la seva vida per amor. És en l’arbre de la Creu on únicament i finalment podrà “reposar el cap“. DIJOUS SANTS ARCÀNGELS MIQUEL, GABRIEL i RAFAEL “Veureu obert el cel, i els àngels de Déu pujant i baixant sobre el Fill de l’home“. Els àngels pugen i baixen, segons la visió de l’escala de Jacob, esmentada pel mateix Senyor a l’Evangeli d’avui. Són veritablement arcàngels, els primers dels àngels, per les missions altíssimes que els foren encomanades: a Gabriel, anunciar a Maria l’encarnació del Verb; a Miquel, esdevenir protector de l’Església; i a Rafael, esdevenir fidel company del camí de les persones. Més enllà de tota forma mitològica o d’excés en el discurs teològic, els arcàngels Miquel, Gabriel i Rafael expressen l’ésser diví. Miquel significa: “Qui com Déu” i ¿qui és com Déu, sinó Déu mateix i el seu Crist? Gabriel significa: “Déu és fort” i ¿qui és fort, sinó Déu mateix i el seu Crist? Rafael significa: “Déu guareix” i ¿qui guareix, sinó Déu mateix i el seu Crist? Sant Bernat predica que baixen per ajudar-nos en els nostres camins i ens eleven per portar-nos a la contemplació de la Veritat essencial, que ells contemplen cara a cara. Però l’únic camí, pel qual pugen i baixen, és comú a ells i a nosaltres: Crist, en el misteri de la seva Mort i Resurrecció. Ell és la veritable escala que Jacob somnià, aquella que conforma l’escut de la primera Cartoixa de la Península: “Scala Dei“. La Litúrgia cristina es complau avui de celebrar els sants Arcàngels en el bell ofici de les Hores Santes i en l’Eucaristia. Ells són missatgers del Nadal i de la Pasqua, i nosaltres participem del ministeri angèlic quan lloem Déu Trinitat, anunciem la Veritat del Crist i som “àngels-servidors” els uns pels altres. A les santes Esglésies d’Orient, la Litúrgia dels àngels és encara més esplèndida, ja que són comunitats conscients que la Litúrgia de la terra és participació de la Litúrgia celestial. Cal recordar, amb la tríada dels arcàngels, la bella i insuperable icona de Rublev amb la “teologia” que allí cal contemplar, car els àngels a la Bíblia són mediació de la Presència divina. Missa: Dn 7, 9-10. 13-14 (o bé: Ap 12, 7-12a); Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5; Jo 1, 47-51 La teologia sobre els àngels ha de ser molt discreta, d’acord amb la Sagrada Escriptura que és realment sòbria sobre la seva essència i el seu ministeri. Els àngels estan presents en l’Antic i Nou Testament, i la seva existència no es pot liquidar sense més ni més, com fa certa teologia racionalista. L’Evangeli, referent a la vocació de Natanael, ha estat escollit clarament pel versicle: “Veureu obert el cel, i els àngels de Déu pujant i baixant sobre el Fill de l’home“. El creient veu sempre el cel obert, el món de Déu, en la fe i en la contemplació. Veurà sempre “com n’és de més gran” el Senyor glorificat i comprendrà que l’abaixament i l’exaltació del Fill de Déu, “el Fill de l’home” és “l’escala de Jacob” que uneix el cel amb la terra, i la terra amb el cel (Gn 28,11ss). Ara el Fill és al cel com a la terra, de manera que l’ascendent i el descendent és simultani i dinàmic. Els àngels poden ser una imatge sensible de l’Esperit Sant, que baixa del Pare i del Fill i roman al costat nostre. Natanael veia el Senyor que el cridava, perquè roman entre nosaltres, però Ell mai no ha deixat el cel doncs viu sempre amb el Pare (Jo 14,11). Els àngels pertanyen al món de Déu, que els envia al servei del Senyor Jesús i de la seva obra de salvació, ja que tot ha estat creat per i per a Ell (Col 1,16). En la primera lectura, la lluita de l’arcàngel Miquel i els seus àngels contra el Mal, “el gran Drac“, símbol de l’etern combat dels “fills de la llum” contra allò que els impedeix viure segons els ensenyaments del Regne i en seguiment del Senyor de la glòria. Els àngels formen part del “cel obert” que Natanael contemplarà per la Resurrecció de Crist. Els cristians podem comprendre, en la fe, que en el nostre caminar cap a Déu els àngels ens acompanyen. Exerceixen el seu ministeri com a manifestació de la presència divina a favor nostre, i “executen els seus designis” (vers al·leluiàtic). Els àngels, en l’Escriptura, són també “liturgoi” i lloen Déu. Els cristians, en la Litúrgia i de manera concreta en el cant del “trisagion” del Prefaci, ens unim a la seva lloança. Així, el S alm canta en el vers responsorial “Us vull cantar a la presència dels àngels, Senyor“. Com subratlla el Catecisme, la Litúrgia cristiana se celebra al cel: “La Litúrgia és “acció” del “tot el Crist” (Christus totus). Els qui des d’ara la celebren més enllà dels signes es troben ja en la Litúrgia celestial, allà on la celebració és totalment comunió i Festa” (CCE 1136). DIVENDRES SANT JERONI, prevere i doctor de l’Església “Què podem aprendre de Sant Jeroni? Penso en particular en això: estimar la Paraula de Déu en la Sagrada Escriptura. Sant Jeroni diu: “Ignorar les Escriptures és ignorar Crist”. Per tant, és molt important que tots els cristians visquin en contacte i en un diàleg personal amb la Paraula de Déu que ens és donada en la Sagrada Escriptura. El nostre diàleg amb Ell sempre ha de tenir dues dimensions: d’una banda, ha de ser un diàleg realment personal, perquè Déu parla amb cadascun de nosaltres mitjançant la Sagrada Escriptura i té un missatge per a tothom. Hem de llegir la Sagrada Escriptura no com una paraula del passat, sinó com una paraula de Déu que també ens parla: cal esforçar-nos a comprendre allò que el Senyor vol dir-nos. Però per a no caure en l’individualisme, hem de tenir en compte que la Paraula de Déu se’ns dóna precisament per a construir comunió, per unir-nos en la veritat del nostre camí vers Déu. Per tant, tot i ser una paraula personal, també és una paraula que construeix una comunitat, que construeix l’Església. En conseqüència, hem de llegir-la en comunió amb l’Església viva. El lloc privilegiat de lectura i escolta de la Paraula de Déu és la Litúrgia, en què, celebrant la Paraula i fent present al Sagrament del Cos de Crist, ens adonem de la presència de la Paraula en la nostra vida i la fem present entre nosaltres. No hem d’oblidar mai que la Paraula de Déu transcendeix el temps. Les opinions humanes van i venen. Allò que avui és molt modern, demà serà molt antic. Al contrari, la Paraula de Déu és una paraula de vida eterna, ens duu l’eternitat, que és per sempre. Portant en nosaltres la Paraula de Déu, portem en nosaltres allò que és etern: la vida eterna“. (De les catequesis del Papa Benet XVI, 7 de novembre de 2007) Missa: Jb 38, 1. 12-21; 40, 3-5; Sal 138, 1-3. 7-8. 9-10. 13-14ab; Lc 10, 13-16 El Senyor es lamenta de les ciutats de Corazín, Bet-Saida i Cafar-Naüm, que no han rebut la predicació del Regne i no han sabut interpretar els seus “miracles” lit.: “signes“: la duresa de cor és la presumpció que pensa “aixecar-se fins al cel“, ser més que Déu. És com un amarg comiat de la seva Galilea, dels inicis joiosos i lluminosos del seu ministeri. Tot seguit, el Senyor prepara la futura missió dels apòstols: ells no anuncien res seu. Portaran la persona del Senyor i les seves paraules. Jesús s’identifica plenament amb ells: no rebre’ls és rebutjar-lo a Ell i al Pare que l’ha enviat. Jesús es fa una sola cosa amb ells, “una cum“, però els deixebles ¿s’identificaran amb el Senyor? Aquesta és la qüestió cabdal. DISSABTE SANTA TERESA DE L’INFANT JESÚS, verge i doctora de l’Església En un Carmel fred i poc assolellat de Normandia, a Lisieux, moria el 30 de setembre de l’any 1897, Thérèse de l’Énfant Jésus et de la Sainte Face. Tenia vint-i-quatre anys i, si per obediència no hagués escrit els “Manuscrits autobiogràfics” on narra els seus records familiars i el seu itinerari espiritual, segurament hauria restat en l’anonimat més absolut. La recopilació d’aquells seus escrits, titulats llavors “Història d’una ànima“, es divulgaren arreu i foren traduïts a molts idiomes. Conservem part del seu epistolari i poesies, himnes i recreacions piadoses, petites obres teatrals, que escrivia com a regal per a les germanes religioses en diverses efemèrides i celebracions comunitàries. Santa Teresina, com se l’anomena familiarment a la nostra terra, ens ensenya el “Caminet de la infància espiritual“, això és: el de la confiança il·limitada, plena d’audàcia amorosa, en el Pare del cel, i el del gran valor de les coses de cada dia, del moment present. “Només tinc avui per estimar-vos, Senyor“, diu en una de les seves poesies (PN 5, 1 juny 1894). En ella tot és simple i realista: la vida, la pregària, la caritat. Von Balthasar no dubtarà en afirmar que la seva vida fou una “existència teològica“. Minada per una terrible tuberculosi, immersa en la “nit de la fe“, plena de sofriments, amb una caritat amagada i heroica, envoltada de les seves germanes de comunitat, va morir sostenint fortament entre les mans el crucifix de la seva professió religiosa. Les seves darreres paraules van ser, mirant-lo: “Je l’aime, ô mon Dieu, je vous aime“, “L’estimo… Oh, Déu meu… us estimo“. Així fou tota la seva vida: una “Ofrena a l’amor misericordiós” de Déu, títol d’una pregària seva coneguda i recitada mundialment. En la seva darrera carta havia escrit: “No moro, entro a la vida” (Carta 244). Les seves germanes de comunitat s’adonen llavors que han conviscut amb una santa: arrel de la publicació dels seus escrits, se succeeix “l’huracà de glòria“. Soldats de la I gran guerra porten una estampa o medalles seves al camp de batalla, tanta és la seva irradiació espiritual i la certesa de la seva protecció des del Cel, amb la seva promesa d’una “pluja de roses“. Pius XI l’anomenà “Estel del meu pontificat” i la canonitzà el 1925. És Patrona de les missions, sense haver sortit mai de la clausura, i Doctora de l’Església, sant Joan Pau II li concedí el títol de “Doctor amoris“. Per a una incomptable multitud de persones, creients o no, Teresa de l’Infant Jesús és una amiga, una germana: moltes d’elles viuen la fe acompanyades per la seva presència fraterna i el seu mestratge interior. ¿No és aquesta la “comunió dels sants” que proclamem en recitar el “Credo“? Missa: Jb 42, 1-3. 5-6. 12-16; Sal 118, 66. 71. 75. 91. 125. 130; Lc 10, 17-24 Els deixebles no hem d’alegrar-nos o entristir-nos per l’èxit o fracàs de la missió, sinó perquè els nostres noms estan “escrits (lit.: inscrits) en el cel“, en Déu. Només Jesucrist, amb la seva mort victoriosa, ha expulsat del cel a Satanàs: només l’Anyell de Déu “ha vençut” (Ap 5,5-14). En el nom de Jesús, i no en el propi, es posseeix la potestat de trepitjar tot l’exèrcit de l’enemic, “les serps i els escorpins“. Jesús s’alegra amb els seus enviats i en l’Esperit Sant, proclamant l’himne de la joia messiànica: “Us enalteixo (lit.: us dono gràcies), Pare“. Sorgeix també una nova benaurança als seus llavis: els deixebles són feliços perquè han vist i han sentit la icona de Déu, la humanitat de Jesús, i han escoltat el Logos de Déu. Els cristians també veiem el Senyor en el Sagrament i escoltem les Paraules de Déu en l’Escriptura: participem d’aquesta joia. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.431ss |