2022-12-04 – DOMINGO II DE ADVIENTO
Domingo de la predicación de Juan Bautista
Mateo hace la solemne presentación de Juan Bautista, el profeta habitante del desierto y penitente.
Casi a manera de oda cita solemnemente el texto de Isaías enlazándolo con la Antigua Alianza.
El precursor predica la conversión y bautiza.
Sin embargo, el bautismo que practica no es el definitivo, es preparación para recibir a Aquél que bautizará con el don del Espíritu Santo.
Juan exige una conversión a la Alianza para recibir “a quién es más fuerte (lit.: poderoso) que él“.
Una conversión que no es sólo propósito o deseo, sino radicalmente práctica: “Dad el fruto que pide la conversión“.
De la misma forma que Israel tuvo que acudir al Jordán para escuchar la palabra del profeta Juan invitándole a la conversión para así recibir al Mesías, también la Iglesia debe escuchar la misma palabra para celebrar el misterio del Nacimiento del Señor.
La gracia de la Navidad es una gracia de conversión.
Que la Voz del austero profeta resuene durante todo el tiempo de Adviento en los desiertos de nuestra vida y preparemos el camino por donde el Señor debe pasar y entrar en nuestra vida.
En la primera lectura vemos cómo la persona de Jesús realiza plenamente la profecía de Isaías que, con lenguaje bellamente poético, canta la paz de los tiempos mesiánicos.
La paz del reino del Mesías también es cantada en el Salmo.
San Pablo en la epístola afirma: “Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios“.
No hay excusa posible para no practicar el amor fraterno.
La caridad glorifica a Dios y su misericordia.
Somos un pueblo alegre y esperanzado que espera la venida del Señor.
Por eso somos el pueblo de la alabanza.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2023, p.43)