BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA REINA – 22 de agosto
Esta memoria es de institución reciente: fue establecida por el Papa Pío XII, al final del año mariano, 1954.
Hasta la reforma litúrgica se celebraba en el último día del mes de mayo; ahora se celebra hoy, como recuerdo de la antigua octava de la Asunción, desafortunadamente suprimida.
El Papa emérito Benedicto XVI predicó: “¿Cómo ejerce María esta realeza de servicio y de amor? Velando sobre nosotros, sus hijos: los hijos que se dirigen a ella en la oración, para agradecerle o para pedir su protección maternal y su ayuda celestial quizás después de haber perdido el camino, oprimidos por el dolor o la angustia por las tristes y complicadas vicisitudes de la vida. En la serenidad o en la oscuridad de la existencia, nos dirigimos a María confiando en su continua intercesión, para que nos obtenga de su Hijo todas las gracias y la misericordia necesarias para nuestro peregrinar por los caminos del mundo. Por medio de la Virgen, nos dirigimos con confianza a Aquel que gobierna el mundo y que tiene en su mano el destino del universo. Ella, desde hace siglos, es invocada como celestial Reina del cielo; ocho veces, después de la oración del santo Rosario, es implorada en las Letanías de la Virgen como Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, de todos los santos y de las familias. El ritmo de estas antiguas invocaciones, y las oraciones cotidianas como la Salve Regina, nos ayudan a comprender que la Virgen Santísima, como Madre nuestra junto a su Hijo Jesús en la gloria del cielo, está siempre con nosotros en el desarrollo cotidiano de nuestra vida” (Audiencia general, 22-08-2012).
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.332)