DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
El Domingo de Ramos es fundamentalmente un Domingo y celebramos, como cada Domingo, la Resurrección de Cristo.
La liturgia de la conmemoración de la entrada de Jesús en Jerusalén en el rito romano está vinculada a la celebración eucarística.
Es la Iglesia que se dispone a acompañar a su Señor y Esposo en la celebración del Misterio de la Pascua. Acompañamos al Señor, rey pacífico y humilde, que entra en la ciudad santa para ofrecer el sacrificio de la nueva alianza en su cuerpo y llevando a plenitud su obedienciaal Padre.
Por la historia litúrgica sabemos que en Roma empezaba con una gran sobriedad la Semana Santa, pero los peregrinos medievales (sobretodo de la Galia) participaban en la liturgia festiva de Jerusalén, que empezaba la gran semana con la procesión que desde el monte de los Olivos quería imitar la entrada de Jesús en la ciudad santa.
La costumbre se impuso en occidente y también en Roma. De ahí el contraste litúrgico entre la conmemoración festiva de la entrada del Señor en Jerusalén y la sobriedad de la Misa, centrada ya en los misterios de la muerte y pasión del Señor.
También con el canto de las palabras que el Señor pronunció desde la cruz: “Dios mío, Dios, por qué me has abandonado” En el Oficio matinal (Oficio de Lectura y Laudes) se evoca la entrada del Señor a su ciudad para celebrar la Pascua, no así en Vísperas.
La celebración eucarística está marcada con la proclamación de la Pasión del Señor según el evangelio de Marcos. Se caracteriza por la sobriedad conque el evangelista relata la pasión y muerte del Señor.
También por la soledad del Señor en Getsemaní y en la cruz. Los que lo dejaron todo para seguir el Señor, al final lo dejan sólo a él. Judíos y paganos compiten en la humillación y muerte del Señor. Todos lo condenaron, la Iglesia lo abandona y él muere con los Salmos de su pueblo en la boca.
El muere con el “gran grito”. Justamente este gran grito es el que conduce al centurión a la profesión de fe.
La proclamación de la Pasión debe ser cuidosamente preparada y la homilía debe ser breve, pero intensa. A no ser por causas realmente importantes no debe proclamarse el texto breve de la Pasión.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2018, Liturgia fovenda, p. 121)