DOMINGO: EL BAUTISMO DEL SEÑOR
El Domingo del Bautismo del Señor es el primer Domingo del ciclo ordinario, pero, no sin razón teológica, forma parte del ciclo de la Epifanía y en cierta manera es su conclusión.
Es el inicio y la confirmación de la misión del Mesías. La gloria del Señor se manifiesta en Jesús de Nazaret que se acerca al Jordán y entre los pecadores recibe, Él también, el bautismo de Juan.
El Padre proclama la condición del Siervo de Dios como el Hijo de su predilección: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”. Se indica la presencia del Espíritu Santo en la figura de la paloma que busca nido y lugar de reposo en a humanidad de Jesús para permanecer en él.
El Bautismo del Señor se convierte en el inicio del Misterio de la Pascua, Él desciende en el Jordán, el río que vuelve siempre hacía el origen (Salmo 113,3), como símbolo de la humanidad que se sumerge en la muerte para que resucite una humanidad nueva.
La condición del hombre nuevo es ser hijo amado de Dios con la participación del Espíritu Santo, hijos en el Hijo. Su Bautismo prefiguraba el nuestro y por eso la colecta proclama: “Concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia”.
El Mesías es presentado por el testimonio de Juan, pero también por el testimonio del Padre y del Espíritu Santo. El Bautismo del Señor se convierte en el primer icono de la gloriosa y vivificante Trinidad de Dios en la economía salvífica(ad extra).
Desde ahora sabemos cual es la condición de Jesús, el profeta procedente del ignoto Nazaret, Él es el Hijo amado de Dios. El Bautismo del Señor es sólo el inicio del Misterio de la Pascua, desde entonces Él se pone a la cabeza de una humanidad pobre y pecadora para conducirla al Padre por el misterio de su Pascua.
Juan anuncia el que bautizará con el Espíritu Santo. El Señor se sumerge en el Jordán y la Santa Trinidad se manifiesta en la voz del Padre y en el Espíritu que a manera del aleteo de una paloma desciende sobre él.
La segunda lectura es fundamental, es el anuncio el kerigma cristiano: Jesús de Nazaret es el ungido en el Espíritu Santo para liberar a todos los que estaban bajo la dominación del mal. Dios estaba con él. La teofanía del Jordán realiza la profecía del siervo de Señor en la primera lectura y, a la vez, del Salmo que hoy cantamos.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2018, Liturgia fovenda, p.61).