DOMINGO V DE PASCUA
“Domingo de la vid verdadera”. Estamos enraizados en Cristo, no somos niños abandonados después de nuestro nacimiento.
Estamos vinculados a un origen que nos da fuerza y produce frutos, lo que permite una existencia cristiana útil y llena de sentido.
La palabra fundamental del Señor es la siguiente: “Permaneced en mi y yo en vosotros”. Éste es el misterio más íntimo de la Iglesia. Esta sin Cristo no es nada.
Tiene relación con la segunda lectura donde se lee: “Quién guarda los mandamientos permanece en Dios y Dios en él”.
Con razón el Salmo canta que el Señor es el motivo de alabanza: “El Señor es mi alabanza en la gran asamblea”. Una asamblea injertada en Cristo, como sarmiento a la vid, que recibe vida constantemente de Él por la gracia eucarística, y así se realiza lo mismo que se describe en la primera lectura: “La Iglesia gozaba de paz (…) Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo”.
Así debe ser para cada comunidad eclesial.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2018, Liturgia fovenda, p. 155)