I SEMANA DE ADVIENTO – 28/11 al 3/12/2022 – I SETMANA D’ADVENT
LUNES Misa: Is 2, 1-5 (opcional año A: Is 4, 2-6); Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4d-5. 6-7. 8-9; forma breve: Sal 121, 1-2. 3-4b. 8-9); Mt 8, 5-11 Isaías contempla en visión el inmenso peregrinaje de las naciones hacia la montaña de Sión. Se entrevé en teología simbólica la vocación universal de los pueblos, llamados a participar del misterio de la Iglesia: allí reciben la instrucción de la divina Sabiduría y aprenden los caminos de la paz. Más todavía: los instrumentos de guerra serán herramientas de trabajo. Todos deben escuchar: “Venid, caminemos a la luz del Señor“. En el Salmo, el gozo de los peregrinos que van a la casa del Señor. El camino arduo se hace con amor, por tanto, con alegría. En el Evangelio la curación del criado del centurión. Es necesario que el Señor pronuncie sobre nosotros su palabra creadora, “basta que lo digas de palabra” para ser dignos que el Señor entre en la casa de nuestro corazón. La fe admirable del centurión llena de gozo al Señor. Este pagano, y tantos como él, están llamados al banquete del Reino, donde se sentará una multitud venida de “Oriente y de Occidente“. MARTES Misa: Is 11, 1-10; Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17; Lc 10, 21-24 El retoño que crece de la cepa de Jesé, el vástago que brota de sus raíces, las raíces del pueblo de la fe, se manifestará como el que lleva el Espíritu Santo que reposa sobre Él, para defender a los pobres e implantar la paz. La profecía se realiza en el Evangelio: el Señor entona un himno de alegría, lleno del Espíritu Santo, dando gracias al Padre porque ha revelado a los pequeños lo que esconde “a los sabios y entendidos“. Ellos, los discípulos, y nosotros también, somos felices de ver y oír lo que reyes y profetas desearon ver en la larga historia de Israel. MIÉRCOLES SAN ANDRÉS, apóstol Las Iglesias siempre han celebrado las fiestas de los apóstoles y evangelistas. No deja ninguno por celebrar. La lista de los doce está presente en el “Canon romano“. En dichas fiestas se utiliza el color rojo; se podría decir que más por la gracia de Pentecostés que por el martirio. La Iglesia está fundamentada en la fe apostólica que transmitió el evento fundante: la Resurrección de Cristo. Hoy celebramos a San Andrés, uno de los jóvenes que, habiendo encontrado a Jesús en la orilla del lago de Galilea, fue a buscar a su hermano, Simón Pedro, y lleno de gozo le anunció: “Hemos encontrado al Mesías“. San Juan Crisóstomo predica: “Lo llevó a la misma fuente de la luz: Jesucristo“. Es una fiesta en que debe subrayarse la comunión de las Iglesias de Oriente y de Occidente: ambas apostólicas, ambas profesan la fe de los primeros concilios, ambas veneran a María como la “Madre de Dios“. Misa: Rom 10, 9-18; Sal 18, 2-3. 4-5b; Mt 4, 18-22 Las fiestas de los apóstoles son independientes del tiempo litúrgico en que se celebran. No obstante, el Evangelio nos hace descubrir que el Señor viene a nuestra vida en lo ordinario. Tal como vino para Pedro y Andrés. Aparecen los tres verbos de la divina vocación: Jesús “pasó“, los “vio” y los “llamó“. Les da una misión: ser pescadores de hombres, eso es, liberar a los hombres del mal. La prontitud y la generosidad de los apóstoles para seguir al Señor son encomiables, admirables. En la primera lectura el apóstol explica que la fe nace de escuchar la Palabra de Dios. Para ello es necesario que la Palabra sea predicada: ¿Cómo oirán hablar de “Él sin nadie que anuncie?“ La Iglesia ha crecido y crece sólo por la predicación. De ahí la necesidad de testigos que anuncien la Palabra. Se canta el Salmo 18 con la antífona responsorial: “A toda la tierra alcanza su pregon“. San Agustín predica este Salmo refiriéndolo a los apóstoles: ellos son los que pregonan “la obra de sus manos“. También lo transmiten “sin que resuene su voz“, con el silencio elocuente de su martirio. Elogio de la cruz “Oh cruz largo tiempo deseada, ahora te acercas a mi para satisfacer las aspiraciones de mi alma! Vengo a ti lleno de gozo y certeza. Recíbeme con alegría, a mí, el discípulo de aquél que estuvo colgado de tus brazos…”. Según la tradición, así hablaba san Andrés viendo de lejos la cruz levantada para su suplicio. ¿De dónde le venían a ese hombre un gozo y una exultación tan sorprendentes? ¿De dónde le venía tanta constancia en un ser tan frágil? ¿De dónde le procedían, a este hombre, un alma tan espiritual, una caridad tan ardiente y una voluntad tan fuerte? No pensemos que sacaba de sí mismo tanta valentía; era el don perfecto procedente del Padre de las luces (Sant 1,17), de aquél que (únicamente él) puede hacer tanta maravilla. Era el Espíritu Santo que venía en ayuda de su debilidad, y que difundía en su corazón una caridad fuerte como la muerte, o mejor dicho, más fuerte que la muerte (Cant 8,6)“. San Bernardo, Sermón II para la fiesta de san Andrés JUEVES Misa: Is 26, 1-6; Sal 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a; Mt 7, 21. 24-27 Isaías divisa la Jerusalén del cielo, la ciudad fortificada, donde entra el pueblo justo que guarda la justicia y la fidelidad, un pueblo jubiloso que canta. El Señor mismo allana el camino para que pasen “los oprimidos y los pobres“. En el Evangelio, el Señor nos recuerda que para entrar en el Reino no basta con decir: “Señor, Señor“, sino que hay que cumplir la voluntad del Padre. En el Salmo 117, de la fiesta de las Tiendas, nos unimos al canto: “Bendito el que viene en nombre del Señor“. En la oración colecta aprendemos que el pecado siempre retrasa la salvación, pero el perdón de Dios lo acelera, y humildemente rogamos: “Despierta tu poder, Señor, y ven a socorrernos con tu fuerza“. VIERNES Misa: Is 29, 17-24; Sal 26, 1bcde. 4. 13-14; Mt 9, 27-31 La profecía de Isaías anuncia que el Mesías inundará de luz, la luz de la fe, a los ciegos “sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos“, y que los sordos oirán la Palabra del Señor. Él también reivindicará a los pobres y los defenderá de quienes los quieren mal. Esto se realiza en el Evangelio, donde el Señor da la vista a quienes creen en Él. Por ello el cristiano puede cantar con el Salmo: “El Señor es mi luz y mi salvación“. En la antífona de introducción se canta: “El Señor vendrá con esplendor a visitar su pueblo con la paz y comunicarle la vida eterna“. SÁBADO SAN FRANCISCO JAVIER, presbítero San Francisco Javier murió en una playa solitaria y sin la presencia de ningún sacerdote a su lado en la isla de San Choan (China). Mientras agonizaba, rezaba en una lengua desconocida para el intérprete que llevaba: era el vasco, la lengua de su madre. A las puertas de China, moría el gran misionero: llevaba en su corazón una carta de Ignacio de Loyola, su maestro. Le había conocido en la universidad de París. Aquel joven navarro con un futuro brillante y gran jugador de pelota vasca, cautivado por el deseo de amar a Jesús y anunciar su Evangelio, fue llevado hasta los confines geográficos más lejanos en obediencia osada a los ideales de la Compañía. Tenía 46 años cuando entregaba su alma a Dios, once de los cuales vividos intensamente en Oriente. Es patrón de las misiones junto con Santa Teresa de Lisieux. Misa: Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146, 1bc-2. 3-4. 5-6; Mt 9, 35—10, 1. 5a. 6-8 La profecía de Isaías anuncia que Dios enjugará las lágrimas de su pueblo. También cuando el Señor se manifestará “la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días“. Por tanto, será la plenitud de la luz lo que traerá el Mesías. Esto se realiza en el Evangelio, donde el Señor Jesús llena de alegría a todo el mundo con el anuncio del Reino: curando de toda enfermedad y dando la libertad a la multitud “extenuada y abandonada“, sin pastor. El ministerio mesiánico deberán continuarlo los discípulos. Desde ahora son “dichosos los que esperan en el Señor“. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2023, p.41)
|
DILLUNS
Missa: Is 2, 1-5 (opcional any A: Is 4, 2-6); Sal 121, 1-2. 3-4a (4b-5. 6-7.) 8-9; Mt 8, 5-11 Isaïes contempla en visió l’immens pelegrinatge de les nacions cap a la muntanya de Sió. S’entreveu en teologia simbòlica la vocació universal dels pobles, cridats a participar del misteri de l’Església: allà reben la instrucció de la divina Saviesa i aprenen els camins de la pau. Més encara: els instruments de guerra seran eines de treball. Tots han d’escoltar: “Veniu, caminem a la llum del Senyor“. En el Salm, el goig dels pelegrins que van “a la casa del Senyor“. El camí ardu es fa amb amor, per tant, amb alegria. A l’Evangeli, la curació del criat del centurió. Cal que el Senyor pronunciï sobre nosaltres la seva paraula creadora: “Digueu-ho només de paraula” per ser dignes que el Senyor entri a la casa del nostre cor. La fe admirable del centurió omple de goig el Senyor. Aquest pagà, i tants com ell, és cridat al banquet del Regne, on s’asseurà una multitud vinguda “d’Orient i d’Occident“. DIMARTS Missa: Is 11, 1-10; Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17; Lc 10, 21-24 El rebrot que creix de la “soca de Jesè“, el plançó que brota de les seves arrels, les arrels del poble de la fe, es manifestarà com el qui porta l’Esperit Sant, que reposa sobre ell, per defensar els pobres i implantar la pau. La profecia es realitza en l’Evangeli: el Senyor entona un himne de joia, ple de l’Esperit Sant, donant gràcies al Pare perquè ha revelat als senzills tot el que amaga “als savis i als entesos“. Ells, els deixebles, i nosaltres també, som feliços de veure i sentir allò que reis i profetes desitjaren de veure en la llarga història d’Israel. DIMECRES SANT ANDREU, apòstol Les Esglésies sempre han celebrat les festes dels apòstols i evangelistes. No en deixen cap per celebrar. La llista dels dotze està present en el Cànon romà. En aquestes festes s’empra el color vermell: de ben segur que per la gràcia de la Pentecosta més que no pas pel martiri. L’Església està fonamentada en la fe apostòlica que va transmetre l’esdeveniment fundant: la Resurrecció de Crist. Avui celebrem Sant Andreu, un dels joves que, havent trobat Jesús vora el llac de Galilea, va anar a buscar el seu germà, Simó Pere, i ple de goig li va anunciar: “Hem trobat el Messies“. Sant Joan Crisòstom predica: “El va portar a la mateixa font de la llum: Jesucrist“. És una festa en què s’ha de subratllar la comunió de les Esglésies d’Orient i d’Occident: ambdues apostòliques, ambdues professen la fe dels primers concilis, ambdues veneren Maria com a “Mare de Déu“. Missa: Rm 10, 9-18; Sal 18, 2-3. 4-5; Mt 4, 18-22 Les festes dels apòstols són independents del temps litúrgic en què es celebren. No obstant, l’Evangeli ens fa descobrir que el Senyor ve a la nostra vida en allò ordinari. Tal com va venir per a Pere i Andreu. Apareixen els tres verbs de la divina vocació: Jesús “va passar“, els “va veure” i els “va cridar“. Els dóna una missió: ser “pescadors d’homes“, això és, alliberar les persones del mal. La promptitud i la generositat dels apòstols per seguir el Senyor són encomiables, admirables. En la primera lectura, l’Apòstol explica que la fe neix d’escoltar la Paraula de Déu. Per això cal que la Paraula sigui predicada: “Si ningú no els el predica, ¿com podrien sentir-ne parlar?” L’Església ha crescut i creix només per la predicació. D’aquí la necessitat de testimonis que anunciïn la Paraula. Es canta el Salm 28 amb l’antífona responsorial: “La seva crida s’escampa a tota la terra“. Sant Agustí predica aquest Salm referint-lo als apòstols: ells pregonen “el que han fet les seves mans“. També ho transmeten “sense que ningú els senti la veu“, amb el silenci eloqüent del seu martiri. Elogi de la creu “Oh creu molt de temps desitjada, ara t’apropes a mi per satisfer les aspiracions de la meva ànima! Vinc a tu ple de goig i certesa. Rep-me amb alegria, a mi, el deixeble d’aquell que va romandre penjat dels teus braços…». Segons la tradició, així parlava sant Andreu veient de lluny la creu aixecada per al seu suplici. D’on li venien a aquest home un goig i una exultació tan sorprenents? D’on li venia tanta constància a un ésser tan fràgil? D’on li procedien, a aquest home, una ànima tan espiritual, una caritat tan ardent i una voluntat tan forta? No pensem que treia de si mateix tanta valentia; era el do perfecte procedent del Pare de les llums (Jm 1,17), d’aquell que (únicament ell) pot fer tanta meravella. Era l’Esperit Sant que venia en ajuda de la seva debilitat, i que difonia en el seu cor una caritat forta com la mort, o millor dit, més forta que la mort (Ct 8,6)“. Sant Bernat, Sermó II per la festa de sant Andreu DIJOUS Missa: Is 26, 1-6; Sal 117, 1 i 8-9. 19-21. 25-27a; Mt 7, 21. 24-27 Isaïes albira la Jerusalem del cel, la ciutat fortificada, on entra el poble just que guarda la justícia i la fidelitat, un poble joiós i un poble que canta. El Senyor mateix aplana el camí perquè hi passin “els pobres i els humils“. En l’Evangeli, el Senyor ens recorda que per entrar al Regne no n’hi ha prou de dir: “Senyor, Senyor“, sinó que cal complir la voluntat del Pare. En el Salm 117, de la festa dels Tabernacles, ens unim al cant: “Beneït el qui ve en nom del Senyor“. En l’oració col·lecta aprenem que el pecat sempre retarda la salvació, però el perdó de Déu l’accelera, i humilment preguem: “Desvetlleu, Senyor, el vostre poder i, si els nostres pecats retarden la salvació, que l’acceleri la força del vostre auxili i la gràcia del vostre perdó“. DIVENDRES Missa: Is 29, 17-24; Sal 26, 1. 4. 13-14; Mt 9, 27-31 La profecia d’Isaïes anuncia que el Messies omplirà de llum, la llum de la fe, els cecs “passaran de la fosca a la llum“, i que els sords sentiran la Paraula del Senyor. Ell també reivindicarà els pobres i els defensarà dels qui els volen mal. Això es realitza en l’Evangeli, on el Senyor dóna la vista als qui creuen en ell. Per això el cristià pot cantar amb el Salm: “El Senyor m’il·lumina i em salva“. En l’antífona d’introducció es canta: “El Senyor vindrà, resplendent de glòria, a visitar el seu poble, i li portarà la pau i la vida eterna“. DISSABTE SANT FRANCESC XAVIER, prevere Sant Francesc Xavier va morir en una platja solitària i sense la presència de cap sacerdot al seu costat a l’illa de Sanxao (Xina). Mentre agonitzava, resava en una llengua desconeguda per l’intèrpret que portava: era el basc, la llengua de la seva mare. A les portes de la Xina, moria el gran missioner: portava en el seu cor una carta d’Ignasi de Loiola, el seu mestre. L’havia conegut a la universitat de París. Aquell jove navarrès amb un futur brillant i gran jugador de pilota basca, captivat pel desig d’estimar Jesús i anunciar el seu Evangeli, fou endut fins als extrems geogràfics més llunyans en obediència ardida als ideals de la Companyia. Tenia 46 anys quan lliurava la seva ànima a Déu, dels quals onze viscuts intensament a l’orient. És patró de les missions juntament amb Santa Teresa de Lisieux. Missa: Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146, 1-2. 3-4. 5-6; Mt 9, 35—10, 1. 6-8 La profecia d’Isaïes anuncia que Déu eixugarà les llàgrimes del seu poble. També quan el Senyor es manifestarà “la lluna brillarà com el sol i el sol brillarà set vegades més, com si s’acumulés en un sol dia la llum d’una setmana“. Per tant, serà la plenitud de la llum allò que portarà el Messies. Això es realitza en l’Evangeli, on el Senyor Jesús omple de joia tothom amb l’anunci del Regne: guarint de tota malaltia i donant la llibertat a “la multitud malmenada i desesperançada“, sense pastor. El ministeri messiànic l’hauran de continuar els seus deixebles. Des d’ara “són feliços els qui esperen en el Senyor“. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2023, p.41ss)
|