SANTA MÓNICA : 27 de agosto – SAN AGUSTÍN, obispo y doctor de la Iglesia : 28 de agosto
SANTA MÓNICA
“Es imposible que se pierda un Hijo de tantas llàgrimes“. Ella lloraba por mi muerte espiritual, [Dios mío], con la fe que tú le habías dado, y tu escuchaste su clamor. La atendiste cuando ella con sus lágrimas regaba la tierra ante tus ojos; ella oraba por mí en todas partes, y tú escuchaste su oración (…). Sus oraciones llegaban a tu presencia, pero tú me dejabas aún mantenerme en mi empeño y permanecer en la oscuridad. «¿Cómo podía ser que tú dejaras de escuchar y rechazaras las lágrimas de la que [Mónica, mi madre] no te pedía oro ni plata ni ningún bien fugaz sino la salvación espiritual de su hijo, que era suyo porque tú se lo habías dado?“.
(De Las Confesiones de san Agustín)
SAN AGUSTÍN, obispo y doctor de la Iglesia
Después de su conversión y Bautismo, mientras enseñaba Retórica en Milán, decidió volver a su patria con el deseo de servir mejor a la Iglesia.
Allí fue ordenado presbítero en el año 391 para ayudar al anciano obispo de Hipona, a quien sucedería en la sede episcopal poco tiempo después.
Su actividad como obispo estuvo en gran parte dirigida a defender la fe contra varias herejías, como el maniqueísmo, el donatismo, el pelagianismo, el arrianismo, etc.
San Agustín tiene una personalidad compleja y profunda, casi inalcanzable: es filósofo, teólogo, místico, poeta, orador, pole- mista, escritor, pastor.
Cualidades que se complementan entre sí y que convierten al Obispo de Hipona -en palabras de Pío XI- en un hombre “al que casi nadie o sólo unos pocos, de cuantos han vivido desde el inicio del género humano hasta hoy, se pueden comparar“.
San Agustín, empero, es sobre todo un Pastor que se siente y se define como “siervo de Cristo y siervo de los siervos de Cristo“, y lo vive en sus consecuencias extremas: plena disponibilidad a los deseos de los fieles; deseo de no conseguir la salvación sin los suyos, “no quiero ser salvo sin vosotros“; oración a Dios para estar siempre dispuesto a morir por ellos; amor para con aquellos que están en el error, aunque éstos no lo quieran, o aunque le ofendan…
En definitiva, es Pastor en el sentido pleno de la palabra.
Su predicación en las celebraciones litúrgicas es inmensa.
Una predicación recogida, en gran parte, por los estenógrafos, por lo que casi podemos oír su voz.
Es llamado “Doctor de la gracia” y su influencia dentro del pensamiento cristiano es decisiva.
No se puede explicar teología cristiana sin hacer referencia obligada a su figura.
Tanto la vida como las obras de San Agustín reclaman ser estudiadas y meditadas.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.338-9)