SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, presbítero – 8 de agosto
Santo Domingo nació en Caleruega, en tierras de Burgos.
Optó por la carrera eclesiástica y con veinte años ya formaba parte del Capítulo catedralicio reformado de la catedral de Osma.
Por diversas circunstancias, viajó a las tierras del “midi” de Francia, concretamente a Tolosa de Lenguadoc: allí se apercibió de los estragos que causaban los valdenses, y, sobre todo, los albigenses, en la vida eclesial de la Iglesia.
Así nació su vocación de predicador itinerante y evangélico.
Reunió compañeros que organizó bajo la Regla de San Agustín y más tarde se constituyeron como Orden de Predicadores: desde Toulouse se extendieron a diversos lugares de Europa.
Santo Domingo era llamado “Maestro de predicadores“.
Vivió en la oración y en la penitencia por amor y servicio a los hermanos y a la Iglesia.
Quienes le conocieron decían de él: “Domingo sólo habla con Dios o de Dios“.
Aprobada la Orden por Honorio III en 1216, durante el Capítulo General de 1221 presidido por el santo, la Orden se constituyó en provincias: Narbona, España, Lombardía y Roma.
La predicación de los dominicos brota de la contemplación y de una vida evangélica, vivida en estricta pobreza; del estudio de la Escritura y de la teología, y todo en la itinerancia.
Domingo mismo insistía en que los hermanos estuvieran bien preparados teológicamente, y por eso encontramos pronto religiosos suyos en las dos principales universidades de Europa: París y Bolonia.
Murió en esta última ciudad el día de la Transfiguración: dejaba en herencia la pobreza y la promesa de que les sería más útil en el cielo que en la tierra.
El lema “contemplata aliis tradere” expresa perfectamente el carisma propio.
La influencia de Santo Domingo y la escuela dominicana de espiritualidad que él fundó gozan de mucha vitalidad en la I Orden, la II Orden, monjas claustrales y contemplativas, y la III Orden hoy, en todo el mundo.
También en tantas familias religiosas que inspiran su apostolado en el carisma propio del santo que celebramos.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.316)