V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – 2022/02/07-12 – V SETMANA DE DURANT L’ANY
LUNES Misa: 1 Re 8, 1-7. 9-13; Sal 131, 6-7. 8-10; Mc 6, 53-56 En el Evangelio Jesús y los discípulos retornan al mismo lugar de partida, Genesaret. Los discípulos van ahora con el Señor, no solos. Ellos no lo habían reconocido durante la travesía, pero la gente sí: esperar al Señor es la condición para reconocerle. De nuevo, el gentío acude de todas partes con sus enfermos: los llevan allí porque los aman y su vida les importa. Los ponen en un lugar de confluencia, “en la plaza“, e interceden por ellos pidiéndole tocar el borde de su vestido. Es el manto de la oración, el “talit“: el manto de oración de los hijos de la Alianza. Nadie como Jesús había llevado el manto de la oración, símbolo de la Palabra y de la presencia de Dios, con tal dignidad. Vienen con la fe del Antiguo Testamento para abrirse al Mesías con una fe inicial, pero suficiente. Jesús actúa en medio de ellos: bendice, cura, consuela. ¡Qué imagen más preciosa! El Hijo amado del Padre en medio del dolor del mundo para que se cumpla la profecía: “El llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores” (Is 53,4). No aplica ungüentos, no diagnostica enfermedad ninguna; su sola presencia es sanadora, como cantará san Juan de la Cruz: “con sola su figura vestidos los dejó de hermosura” (Cántico espiritual). MARTES Misa: 1 Re 8, 22-23. 27-30; Sal 83, 3. 4. 5 y 10.11; Mc 7, 1-13 En el Evangelio, la polémica de Jesús con los escribas y fariseos que le acusan de la nimiedad de no lavarse las manos según los preceptos rituales. El relato es casi una trama judicial: hay una acusación, una defensa y una condena. Pero los acusadores se convierten en culpables. La respuesta de Jesús, a manera de requisitoria, es apelar a Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí“, nadie como Jesús podía citar la Escritura porque las palabras de ésta eran suyas, pronunciadas antes que Él, pero suyas como Verbo de Dios que es. La sentencia es grandiosa: “Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres“. Obsérvese que, por vez primera, el Señor los llama hipócritas, falsos. También les pone ejemplos de su doblez y añade: “y como éstas hacéis muchas“. La Palabra del Señor es válida para todas las generaciones cristianas. Siempre y en todo, el corazón debe estar unido al Se- ñor. Cuando el corazón no está con el Señor todo suena a vacío: en la Liturgia, en la caridad, también en la moral. Todo suena a hueco. MIÉRCOLES Misa: 1 Re 10, 1-10; Sal 36, 5-6. 30-31. 39-40; Mc 7, 14-23 La sentencia dada ayer a los fariseos es tan cardinal que Jesús llama a la gente, es la única vez que lo hace, para comunicar algo importante: “Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre“. Luego, en casa, en la intimidad, los discípulos preguntan demostrando el impacto producido. Y Jesús, casi irritado, “¿tan torpes sois también vosotros?”, se lo explica. Lo importante es el corazón, ese corazón que no debe estar lejos del Señor. Un corazón que siempre hay que purificar en la oración y en el combate espiritual. El listado final de pecados no es una concesión que pueda pasarse por alto: son los pecados que todos pode- mos cometer. La inmundicia jamás es ritual, es moral, “esas maldades“. Hay que orar con fe, pues sólo Dios puede crear “un corazón limpio” (Sal 50,10) JUEVES SANTA ESCOLÁSTICA, virgen De santa Escolástica, hermana de san Benito, monje y padres de monjes, no sabemos propiamente nada más que el bellísimo relato de san Gregorio que escuchamos en la lectura del Oficio de hoy. El santo obispo dice de ella: “Desde su infancia vivió dedicada a Dios“. Las comunidades monásticas que viven bajo la Regla de san Benito se alegran de la fiesta de hoy. Misa: 1 Re 11, 4-13; Sal 105, 3-4. 45-36. 37 y 40; Mc 7, 24-30 En el Evangelio Jesús se va a la región de Tiro. Allí ve el mar y cura, a ruegos de una síriofenicia, a una niña poseída por el mal espíritu. Entrando en la casa de una pagana, Jesús vuelve a trans- gredir la ley, pero es que fuera de Israel también está el Mal que Él debe expulsar. El Señor lleva la fe de la mujer al límite de lo posible y, finalmente, la elogia y cura a su hijita. El Señor conocía hasta donde podía llegar la fe de la mujer, también su amor. Su oración es humilde y osada. Teresa de Lisieux quería sentarse “en la mesa de los pecadores” para recibir las migajas del pan de la misericordia, sin exigir nada (cf. Manuscrito C, 6r). Ella sabía que esta única mesa es la mesa de los hijos e hijas de Dios. Humilde y gozosamente el cristiano tiene también esta certeza llena de paz y confianza: la mesa de la Eucaristía no es la mesa reservada a los perfectos, sino la de los pecadores convertidos a Jesucristo. De aquellos que, antes que nada, rezan el “Confiteor“. VIERNES Misa: 1 Re 11, 29-32; 12, 19; Sal 80, 10-11ab. 12-13. 14-15; Mc 7, 31-37 El Señor retorna con un itinerario casi inverosímil a Israel, nada menos que traspasa la Decápolis, para llegar junto al lago. Allí cura un sordo. Lo hace como le gusta a él: en lo escondido, para glo- rificar sólo al Padre. El gesto de la saliva no es raro: este fluido simboliza el hálito divino que el Señor otorga, el Espíritu Santo. Casi como una caricia, el Señor toca sus oídos y lo cura. “Y al instante se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua“: ahora puede escuchar la Palabra de Dios y proclamar la alabanza de Dios Padre. Prefigura la humanidad nueva nacida en el Bautismo, y por ello el gesto del Señor se incorporó a la Liturgia bautismal, imitándolo. Al final el evangelista dice: “Todo lo ha hecho bien“. Como en el principio de la creación cuando Dios Nuestro Señor “vio todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera” (Gén 1,31). SÁBADO Misa: 1 Re 12, 26-32; 13, 33-34; Sal 105, 6-7ab. 19-20. 21-22; Mc 8, 1-10 Marcos y Mateo relatan una segun- da multiplicación de los panes. Através de la simbólica algunos exégetas ven una multiplicación destinada a los judíos y otra destinada a los paganos. Sea como sea, una vez más Jesús se da a sí mismo en el banquete que Él y sus discípulos preparan para la multitud. La Palabra se convierte en Pan que alimenta y el Reino de Dios es fraternidad. Los oyentes de Jesús se convierten en comensales de un banquete en el cual el anfitrión es el Señor. Los unirá siempre su amor. Inspira ternura el contexto: atardece, es un lugar despoblado, hace tres días que están con Él y se irán sin comer. Pueden desmayarse en el camino, por eso Jesús, como siempre, toma la iniciativa: “¿Cuántos panes tenéis?” Ante la respuesta lógica de los apóstoles actúa la lógica del amor: lo poco que tenemos, compartido, bendecido por el Padre y entregado por el Hijo, deviene un don sobreabundante. La Eucaristía de la Iglesia es prefigurada y también el ministerio ordenado ya que son los apóstoles quienes reparten el pan. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.135) |
DILLUNS Missa: 1R 8, 1-7. 9-13; Sal 131, 6-7. 8-10; Mc 6, 53-56 En l’Evangeli, Jesús i els deixebles retornen al mateix lloc de partida, Genesaret. Els deixebles van ara amb el Senyor, no sols. Ells no l’havien reconegut durant la travessia, però la gent sí: esperar el Senyor és la condició per a reconèixer-lo. De nou, la gentada acudeix d’arreu amb els seus malalts: els porten allà perquè els estimen i la seva vida els importa. Els posen en un lloc de confluència, “a la plaça“, i intercedeixen per ells demanant-li de tocar la vora del seu vestit, “la borla del seu mantell“. És el mantell de l’oració, el “tal·lit“: el mantell de pregària dels fills de l’Aliança. Ningú com Jesús havia portat el mantell de l’oració, símbol de la Paraula i de la presència de Déu, amb tanta dignitat. Venen amb la fe de l’Antic Testament per obrir-se al Messies amb una fe inicial, però suficient. Jesús actua enmig d’ells: beneeix, cura, consola. Quina imatge més preciosa! El Fill estimat del Pare enmig del dolor del món perquè s’acompleixi la profecia: “Ell portava les nostres malalties, i havia pres damunt seu els nostres dolors” (Is 53,4). No aplica ungüents, no diagnostica cap malaltia; la seva sola presència és guaridora, com cantarà sant Joan de la Creu: “con sola su figura vestidos los dejó de hermosura” (Cántico espiritual). DIMARTS Missa: 1R 8, 22-23. 27-30; Sal 83, 3. 4. 5 i 10. 11; Mc 7, 1-13 En l’Evangeli, la polèmica de Jesús amb els escribes i fariseus que l’acusen de la nimietat de no rentar-se les mans segons els preceptes rituals. El relat és gairebé una trama judicial: hi ha una acusació i una condemna. Però els acusadors es converteixen en culpables. La resposta de Jesús, a manera de requisitòria, és apel·lar a Isaïes: “Aquest poble m’honora amb els llavis, però el seu cor es manté lluny de mi“, ningú com Jesús podia citar l’Escriptura perquè les paraules d’aquesta eren seves, pronunciades abans que Ell, però seves com a Verb de Déu que és. La sentència és grandiosa: “Vosaltres abandoneu els manaments de Déu per mantenir les tradicions dels homes“. Cal observar que, per primera vegada, el Senyor els anomena “hipòcrites” (lit.: “falsos“). També els posa exemples de la seva duplicitat i afegeix: “I de coses per l’estil, en feu moltes“. La Paraula del Senyor és vàlida per a totes les generacions cristianes. Sempre i en tot, el cor ha de romandre unit al Senyor. Quan el cor no està amb el Senyor tot sona a buit: en la Litúrgia, en la caritat, també en la moral. Tot sona a vacuïtat. DIMECRES Missa: 1R 10, 1-10; Sal 36, 5-6. 30-31. 39-40; Mc 7, 14-23 La sentència donada ahir als fariseus és tan cardinal que Jesús crida la gent, és l’única vegada que ho fa, per comunicar- los quelcom important: “Només allò que surt de l’home el pot contaminar“. Després, a casa, en la intimitat, els deixebles pregunten demostrant l’impacte produït. I Jesús, gairebé irritat, “¿També vosaltres sou incapaços d’entendre-ho?“, els hi ho explica. L’important és el cor, aquest cor que no ha d’estar lluny del Senyor. Un cor que sempre cal purificar en l’oració i en el combat espiritual. El llistat final de pecats no és una concessió que pugui passar-se per alt: són els pecats que tots podem cometre. La immundícia mai és ritual, és moral, “tot això dolent” lit.: “aquestes maldats“. Cal pregar amb fe, ja que només Déu pot crear “un cor pur” (lit.: “net“; Sal 50,10). DIJOUS SANTA ESCOLÀSTICA, verge De santa Escolàstica, germana de sant Benet, monjo i pares de monjos, no sabem pròpiament res més que el bellíssim relat de sant Gregori que escoltem a la lectura de l’Ofici d’avui. El sant bisbe diu d’ella: “Des de la seva infància visqué dedicada a Déu“. Les comunitats monàstiques que viuen sota la Regla de sant Benet s’alegren de la festa d’avui. Missa: 1R 11, 4-13; Sal 105, 3-4. 35-36. 37 i 40; Mc 7, 24-30 En l’Evangeli, Jesús se’n va a la regió de Tir. Allí veu el mar i guareix, a precs d’una sirofenícia, una nena posseïda pel mal esperit. Entrant a casa d’una pagana, Jesús torna a transgredir la Llei, però és que fora d’Israel també hi ha el Mal que Ell ha d’expulsar. El Senyor porta la fe de la dona al límit del possible i, finalment, l’elogia i cura la seva filleta. El Senyor coneixia fins on podia arribar la fe d’aquella mare, també el seu amor. La seva pregària és humil i agosarada. Teresa de Lisieux volia seure “a la taula dels pecadors” per rebre les engrunes del pa de la misericòrdia, sense exigir res (cf. Ms C, 6r). Ella sabia que aquesta única taula és la taula dels fills i filles de Déu. Humil i joiosament, el cristià té també aquesta certesa plena de pau i confiança: la taula de l’Eucaristia no és la taula reservada als perfectes, sinó la dels pecadors convertits a Jesucrist. D’aquells que, abans que res, resen el “Confiteor“. DIVENDRES Missa: 1R 11, 29-32; 12, 19; Sal 80, 10-11ab. 12-13. 14-15; Mc 7, 31-37 El Senyor retorna per un itinerari gairebé inversemblant a Israel: ni més ni menys que traspassa la Decàpolis, per arribar vora el llac. Allí guareix un sord. Ho fa com li agrada a Ell: “lluny de la gent“, per glorificar només el Pare. El gest de la saliva no és estrany: aquest fluid simbolitza l’hàlit diví que el Senyor atorga, l’Esperit Sant. Gairebé com una carícia, el Senyor toca les orelles i el cura. “A l’instant se li obriren les orelles, la llengua se li deslligà“: ara pot escoltar la Paraula de Déu i proclamar la lloança de Déu Pare. Prefigura la humanitat nova nascuda en el Baptisme i, per això, el gest del Senyor es va incorporar a la Litúrgia baptismal, imitant-lo. Finalment, l’evangelista escriu: “Tot ho ha fet bé“. Com al principi de la creació, quan Déu nostre Senyor “veié tot el que havia fet, i era bo de debò” (Gn 1,31). DISSABTE Missa: 1R 12, 26-32; 13, 33-34; Sal 105, 6-7a. 19-20. 21-22; Mc 8 1-10 Marc i Mateu relaten una segona multiplicació dels pans. A través de la simbòlica, alguns exegetes veuen una multiplicació destinada als jueus i una altra destinada als pagans. Sigui com sigui, un cop més Jesús es dóna ell mateix en el banquet que Ell i els seus deixebles preparen per a la multitud. La Paraula es converteix en Pa que alimenta i el Regne de Déu és fraternitat. Els oients de Jesús esdevenen comensals d’un convit on l’amfitrió és el Senyor. Els unirà sempre el seu amor. Inspira tendresa el context: es fa tard, és un lloc despoblat, fa tres dies que estan amb Ell i se n’aniran sense menjar. Poden desmaiar en el camí, per això Jesús, com sempre, pren la iniciativa: “¿Quants pans teniu?“ Davant la resposta lògica dels apòstols, actua la lògica de l’amor: allò poc que tenim, compartit, beneït pel Pare i lliurat pel Fill, esdevé un do sobreabundant. L’Eucaristia de l’Església és prefigurada, i també el ministeri ordenat, ja que són els apòstols els qui reparteixen el pa. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.133ss)
|