XII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – 20-25/062022 – XII SETMANA DE DURANT L’ANY
LUNES Misa: 2 Re 17, 5-8. 13-15a. 18; Sal 59, 3. 4-5. 12-14; Mt 7, 1-5 El Señor nos exhorta a no juzgar y a no poder medidas a los hermanos. Tenemos tendencia a juzgar a todos excepto a nosotros mismos. Si uno se saca la viga del propio ojo entonces verá con más claridad para comprender y ser misericordioso con los demás. Podrá comprender que la “mota” del hermano a quien juzga puede ser fruto del sufrimiento. El Señor nos exhorta a que no seamos hipócritas. No debemos juzgar los defectos de los demás porque todos tenemos un defecto común: no amar su ficientemente a Dios. MARTES SAN LUIS GONZAGA, religioso Como heredero del marquesado de Castiglione, san Luis creció en un ambiente palaciego propio de su estado durante su infancia y adolescencia. Tenía un carácter vehemente y estaba familiarizado con las artes militares. Era inteligente, apto para las lenguas, las matemáticas, y dotado para la diplomacia. Desde los siete años, según el testimonio posterior de san Roberto Belarmino, que fue su director y confesor, sintió la gracia y el deseo de la oración. En este precioso terreno interior floreció la vocación del seguimiento incondicional de Cristo. A medida que se hacía mayor, crecía el hastío por la vida cortesana y sus vanidades. Estuvo dos años en la corte del rey Felipe II en España. Recibió el don del dominio de sí y buscó la castidad como condición para el seguimiento del Señor. Cuando el joven manifestó su deseo de consagrarse a Cristo sufrió la oposición persistente y casi violenta de su padre. Ayudado por sus confesores, hizo discernimiento espiritual. Finalmente, renunció al marquesado en favor de su hermano Rodolfo, y en 1587 entró en la Compañía de Jesús en Roma: “Eligió más la pobreza con Cristo pobre que la riqueza; las ofensas con Cristo ofendido que los honores” (cf. Ignacio de Loyola, Ejercicios 167). Tenía 16 años. Después del año de noviciado empezó los estudios eclesiásticos en Milán y en el Colegio Romano. Había recibido los dones de la oración y la humildad, y jamás quiso destacar su linaje de procedencia, buscando siempre lo más pobre y los quehaceres más humildes. A principios de 1591, la peste asoló la Ciudad Eterna y con sus compañeros religiosos, se dedicó a la atención de los apestados con suma caridad y diligencia. Él mismo los recogía de la calle para llevarlos a los hospitales. Afectado de un cansancio orgánico, enfermó gravemente. Las últimas semanas quedó silencioso y abrazado al crucifijo. Se le oía decir: “Quiero salir de este cuerpo y estar con Cristo“. Luís era un muchacho que, tocado por la gracia, optó por Cristo en la escuela del discernimiento ignaciano. La oración colecta de la memoria es preciosa: “Dios, autor de los dones del cielo, que en san Luis Gonzaga has unido penitencia con admirable pureza de vida, concédenos, por sus méritos e intercesión, que, si no le hemos seguido en la castidad, lo imitemos como penitente“. Es patrono de la juventud católica. Misa: 2 Re 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36; Sal 47, 2. 3-4. 10-11; Mt 7, 6. 12-14 Hay que pasar por la “puerta estrecha” sabiendo lo que abre dicha puerta: el espacio infinito de la vida de Dios, una vida filial y fraterna. Y la puerta a atravesar es Jesús mismo (Jn 10, 9), Jesús hace suya también la “regla de oro” que contiene la Ley y los Profetas. Entretanto, no hay que dar las cosas santas, lit.: “vuestras perlas” a los cerdos, paganos, porque lo pueden estropear. Estos “paganos” muchas veces son los que han salido de la Iglesia y por haber conocido sus luces y sombras saben dónde pueden hacer más daño… La “perdición” de que habla Jesús es perder a Dios en este mundo y en el otro. MIÉRCOLES Misa: 2 Re 22, 8-13; 23, 1-3; Sal 118, 33. 34. 35. 36. 37. 40; Mt 7, 15-20 El árbol de la santa Cruz es el que ha dado el mejor fruto: la salvación del mundo: “Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto“. Los cristianos, injertados en la Pascua del Señor, deben dar el fruto de la caridad y de la justicia. Por esos frutos serán conocidos: no por lo que dicen, sino por lo que hacen. La gracia es la sabia buena de la vida del cristiano. Las vidas que no dan fruto no sirven para nada: son inútiles para el Reino y para la Iglesia. Y ocupan un lugar que no les pertenece. Sin embargo, Dios en su infinita misericordia sabe lo que debe hacer con estas existencias. Lects. bíblicas: Misa de la vigilia: Jer 1, 4-10; Sal 70, 1-2, 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17; 1 Pe 1, 8-12; Lc 1, 5-17 Juan asume tipológicamente la figura del profeta Jeremías, como se propone en la primera lectura. Su misión es como la de los profetas, y con mucha más razón fue santificado desde el seno materno. La Liturgia aplica los versículos del Salmo 70 a la persona de Juan, escogido desde su gestación: “En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías“. San Pedro, segunda lectura, sitúa a Juan, el Bautista, entre los profetas que estuvieron explorando e indagando sobre la salvación de Cristo. En el Evangelio leemos la anunciación del nacimiento de Juan a Zacarías, su padre, en el recinto del Templo de Jerusalén. Su misión será preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA Juan, hijo de Zacarías, de familia sacerdotal, el Precursor, debe ser visto como el dedo que señala de manera permanente al Señor: “Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). El Mesías es quien asume los pecados de todos los hombres y mujeres sin haberlos cometido, los lleva a la Cruz, y allí los destruye. El profeta Juan es quien invita a todas las gentes a ser discípulos del Señor. Juan Bautista es también quien recupera todo el Antiguo Testamento y se lo entrega a Jesús, el Señor. Él es la voz de la Palabra, resplandor de la Luz y amigo del Esposo. Él, como María, anuncia el misterio de la Iglesia predicando al Señor, no a él mismo: es el Señor quien debe crecer. Es pertinente, pues, que se celebren ambos nacimientos, el de Juan y el de María, que en el iconostasio oriental forman la “Déisis“, súplica. Ambas figuras flanquean la imagen del “Pantocrátor“, presidiendo la intercesión del Antiguo y del Nuevo Testamento. Su nacimiento pertenece ya a los misterios de la encarnación del Señor y nos introduce en su grandeza, véase el contenido de la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión. La tradición de todas las Iglesias celebra de manera muy solemne la Natividad de Juan, el Bautista: “su nacimiento fue motivo de gran alegría“, como canta el Prefacio de hoy. En el rito bizantino es una fiesta importante y se celebra con una gran vigilia nocturna. La fecha de la Navidad del Precursor se escogió con relación a la Navidad de Jesús, seis meses antes. Todas estas fechas están relacionadas con el 25 de marzo. No se puede demostrar en la historia de la Liturgia que estas celebraciones dependen del solsticio de invierno y de primavera, como algunos sostienen. Misa del día: Is 49, 1-6; Sal 138, 1b-3. 13-14ab. 14c-15; Hch 13, 22-26; Lc 1,57-66, 80 El Prefacio propio es un bellísimo comentario a las lecturas de hoy y expresa excelentemente la misión del Precursor. Toda su vida fue entregada a Cristo, sin disfrutar de su presencia. Lo hizo en la oscuridad de la fe. Se cumple aquello que él ya anunció: “Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya” (Jn 3,30). Juan dio testimonio de Jesús desde antes de nacer, en el seno de Isabel, hasta su martirio cuando “mereció darle el supremo testimonio derramando su sangre“. La Liturgia aplica la vocación de Isaías a su persona: “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre“. El Salmo también se aplica a Juan: “Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno“. En el Evangelio escuchamos el gozo y el estupor que su nacimiento provocó en los habitantes de la montaña de Judá y que hoy llena de alegría a toda la Iglesia. VIERNES SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS La solemnidad del Corazón de Jesús es una celebración y una contemplación de la infinita caridad de Cristo, sacerdote y víctima. Su corazón es santuario de gracia y de perdón. Se podría pensar que las solemnidades que vienen después de Pentecostés son simplemente devotas y representan un declive, pero esto sería no reconocer la contemplación litúrgica de la Iglesia que celebra la sobreabundancia del amor de Dios Trinidad, que se da en Cristo y por el Espíritu Santo. El Padre nos da el Hijo en la Eucaristía, “Corpus” y en su Corazón traspasado, Sagrado Corazón. Por Él tenemos acceso al corazón del Padre, siempre en virtud del don de Pentecostés. Son solemnidades del Señor que celebran lo que conmemoramos cada Domingo y en cada Eucaristía: su Pascua. Si la solemnidad del “Corpus” se relaciona con el Jueves Santo, la del Corazón de Jesús se relaciona con el Viernes Santo, a manera de prolongación y contemplación de los misterios de Cristo que nos salvan. Lo último que queda de Jesús en este mundo a manera de icono es su Corazón traspasado en la Cruz: un corazón abierto de donde fluyen sangre y agua, Eucaristía y Bautismo. Esta fuente de amor viva fluye, inagotable, en la vida de la Iglesia. En su corazón abierto, la humanidad encuentra para sus heridas el consuelo de la misericordia. “He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres“, escuchó Santa Margarita María de Alacoque. El origen, la historia y el contexto de la fiesta del Sagrado Corazón son sumamente interesantes. La reforma litúrgica revalorizó y perfeccionó la solemnidad. En el Corazón de Jesús traspasado se evidencia la suprema auto revelación de Dios a la humanidad: “Dios es Amor” (1Jn 1,49). Jesús ha reparado la humanidad ante Dios, y la Iglesia se une a esta su reparación con la fe, la esperanza y el amor. Con las obras de la caridad, que procuran la justicia. No es una evasión de la realidad mediante prácticas devotas, es un fuego de amor que enardece a las almas hasta entregar la propia vida en favor de los más débiles. Misa: Ez 34, 11-16; Sal 22, 1b-3a. 3b-4. 5.6; Rom 5, 5b-11; Lc 15, 3-7 Tal vez es en el Ciclo C donde las lecturas alcanzan el máximo enriquecimiento para la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Se presenta el Corazón de Jesús en su semblanza evangelizadora: el Corazón del Buen Pastor. Es una contemplación que expresa el anhelo divino, directo, personal, concreto por la salvación de cada hombre y cada mujer. La acción primordial de Jesús es buscar a la oveja perdida, a la persona alejada o degradada: su corazón es el del “Pastor bonus“. De este Corazón brota y vive el quehacer pastoral de la Iglesia. Las imágenes de Ezequiel aplicadas a Dios se realizan en Cristo, primera lectura. El Salmo no puede ser otro sino el 22: el Buen Pastor conduce a la Iglesia a las aguas del Bautismo, la unge con el perfume crismal y prepara ante ella la mesa más sublime, la Eucaristía. Con amor y misericordia, la conduce finalmente a la casa del Señor, donde quiere que habite “por años sin término“. SÁBADO INMACULADO CORAZÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA La devoción del Corazón de la Bienaventurada Virgen María procede de san Juan Eudes y fue propagada con la teología mariana de san Luís María Grignion de Montfort. San Antonio María Claret fue también un gran impulsor de la devoción al Corazón de María, y en nuestros días, el Papa san Juan Pablo II escogió las palabras “Totus tuus” como lema episcopal. Sabemos que estas palabras pertenecen a la consagración al Corazón de María: “Todo tuyo soy, y todo lo mío es tuyo. En todo lo mío te acojo. Dame tu corazón, María“. La fiesta litúrgica, que se celebraba antes de la reforma litúrgica el día 22 de agosto, el Misal de 1969 la trasladó al sábado después de la solemnidad del Corazón de Jesús con rango de memoria obligatoria. El corazón de María es el corazón más íntimo de la Iglesia, allí donde ella ama a su Señor y vive de su amor. El término “corazón” en la Biblia significa “el lugar de la memoria“, afectiva: el corazón de María es el primer archivo de la Iglesia (Lc 2, 19. 51). Un corazón traspasado por la Palabra crucificada del Señor (Lc 2, 35). Los elementos propios de la memoria y el Evangelio lo manifiestan. Consagrarse al Corazón de María es entregar la vida en disponibilidad total al amor primero de Cristo. Misa: Lam 2, 2. 10-14. 18-19; Sal 73, 1b-2. 3-4. 5-7. 20-21; Lc 2, 41-51 “Su madre conservaba estas cosas en su corazón“. El texto del Evangelio de la Infancia de Jesús se ha elegido porque hay una referencia al Corazón de María. El corazón, según la antropología bíblica, es el centro de la persona, donde confluyen la memoria, el amor y la inteligencia. Todo lo referente al Hijo eran conservadas y meditadas: aquello que amamos de verdad nunca se olvida, queda en la memoria del corazón como gozo o dolor. El corazón de la Madre retenía, como una gavilla, aún sin comprender, lo pertinente a su Hijo, sabiendo ella misma que era un misterio que la trascendía. Era un corazón habitado por el amor del Hijo. Hay que distinguir en María el amor que ella tenía antes que Jesús naciera, del amor maternal que acompañó al Hijo ya desde los silencios de Nazaret, cuando se fue a cumplir su misión con obediencia y hasta la muerte en Cruz. También está el amor que tuvo al Señor glorificado y a todo lo que pertenece al Señor de la gloria. Ella ama al Señor y todo lo que es del Señor: la Iglesia, nosotros. El Señor le dio un Corazón de madre para todos los creyentes, representados en el Discípulo amado. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.319)
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DILLUNS Missa: 2R 17, 5-8. 13-15a. 18; Sal 59, 3. 4-5. 12-13; Mt 7, 1-5
El Senyor ens exhorta a no jutjar i a no posar mesures als germans. Tenim tendència a jutjar tothom excepte a nosaltres mateixos. Si un es treu la “biga” del propi ull llavors hi veurà amb més claredat: podrà comprendre i ser misericordiós amb els altres. Podrà entendre que “l’estella” del germà a qui jutja pot ser fruit del patiment. El Senyor ens exhorta a no ser hipòcrites. No hem de jutjar els defectes dels altres perquè tots tenim un defecte comú: no estimar prou a Déu. DIMARTS SANT LLUÍS GONZAGA, religiós Com hereu del marquesat de Castiglione, sant Lluís va créixer en un ambient palatí propi del seu estat durant la seva infància i adolescència. Tenia un caràcter vehement i estava familiaritzat amb les arts militars. Era intel·ligent, apte per a les llengües, les matemàtiques, i dotat per a la diplomàcia. Des dels set anys, segons el testimoni posterior de sant Robert Bel.larmino, que fou el seu director i confessor, va sentir la gràcia i el desig de l’oració. En aquest preciós terreny interior va florir la vocació del seguiment incondicional de Crist. A mesura que es feia gran, creixia l’aversió per la vida cortesana i les seves vanitats. Va viure dos anys a la cort del rei Felip II, a Espanya. Va rebre el do del domini de si i va cercar la castedat com a condició per al seguiment del Senyor. Quan el jove va manifestar el seu desig de consagrar-se a Crist va patir l’oposició persistent i gairebé violenta del seu pare. Ajudat pels seus confessors, ho va discernir espiritualment. Finalment, va renunciar al marquesat en favor del seu germà Rudolf i, el 1587, va entrar a la Companyia de Jesús a Roma: “Va triar més la pobresa amb Crist pobre, que la riquesa; les ofenses amb Crist ofès, que els honors” (cf. Ignasi de Loiola, Exercicis Espirituals 167). Tenia 16 anys. Després de l’any de noviciat va començar els estudis eclesiàstics a Milà i al Col·legi Romà. Havia rebut els dons de la pregària i la humilitat, i mai va voler destacar el seu llinatge de procedència, cercant sempre allò més pobre i els quefers més humils. A principis del 1591, la pesta va assolar la Ciutat Eterna i, amb els seus companys religiosos, es va dedicar a l’atenció dels empestats amb molta caritat i diligència. Ell mateix els recollia del carrer per portar-los als hospitals. Afectat d’un cansament orgànic, va emmalaltir greument. Les últimes setmanes va quedar silenciós i abraçat al crucifix. Se li sentia dir: “Vull sortir d’aquest cos i estar amb Crist“. Lluís era un noi que, tocat per la gràcia, va optar per Crist a l’escola del discerniment ignasià. L’oració col·lecta de la memòria és preciosa: “Oh Déu, dispensador dels dons celestials, vós heu conciliat en sant Lluís Gonzaga la innocència de vida amb una penitència admirable. Concediu-nos, per la seva intercessió i pels seus mèrits, que, si no l’hem seguit en la innocència, l’imitem en la penitència“. És patró de la joventut catòlica. Missa: 2R 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36; Sal 47, 2-3ab. 3cd-4. 10-11; Mt 7, 6. 12-14 Hem de passar per la “porta estreta” sabent el que obre aquesta porta: l’espai infinit de la vida de Déu, una vida filial i fraterna. I la porta a travessar és Jesús mateix (Jo 10,9), Jesús fa seva també la “regla d’or” que conté la Llei i els Profetes. Mentrestant, no s’ha de donar les coses santes, lit.: “perles als porcs“, pagans, perquè les poden malmetre. Aquests “pagans” moltes vegades són els qui han abandonat l’Església i, per haver conegut les seves llums i ombres, saben on poden fer més mal… La “perdició” de què parla Jesús és perdre Déu en aquest món i en l’altre. DIMECRES Missa: 2R 22, 8-13; 23, 1-3; Sal 118, 33. 34. 35. 36. 37. 40; Mt 7, 15-20 L’arbre de la santa Creu és el que ha donat el millor fruit: la salvació del món: “Cap bosc d’igual no en daria, ni en fruit, ni en fulla, ni en flor“. Els cristians, empeltats en la Pasqua del Senyor, han de donar el fruit de la caritat i de la justícia. Per aquests fruits seran coneguts: no pel que diuen, sinó pel que fan. La gràcia és la saba bona de la vida del cristià. Les vides que no donen fruit no serveixen per a res: són inútils per al Regne i per a l’Església. I ocupen un lloc que no els pertany. No obstant això, Déu en la seva infinita misericòrdia sap el que ha de fer amb aquestes existències. Missa de la vigília: Jr 1, 4-10; Sal 70, 1-2, 3-4a. 5-6ab. 15ab i 17; 1Pe 1, 8-12; Lc 1, 5-17 Joan assumeix tipològicament la figura del profeta Jeremies, com es proposa en la primera lectura. La seva missió és com la dels profetes, i amb molta més raó va ser santificat des del si de la mare. La Litúrgia aplica els versets del Salm 70 a la persona de Joan, escollit des del si matern: “Acabat de néixer em vaig emparar en vós“. Sant Pere, segona lectura, situa Joan, el Baptista, entre els profetes que “ja havien indagat i esbrinat” sobre la salvació de Crist. En l’Evangeli, llegim l’anunciació del naixement de Joan a Zacaries, el seu pare, al recinte del Temple de Jerusalem. La seva missió serà preparar “un poble ben disposat per acollir el Senyor“. NAIXEMENT DE SANT JOAN BAPTISTA Joan, fill de Zacaries, de família sacerdotal, el Precursor, ha de ser vist com el dit que assenyala de manera permanent el Senyor: “Mireu l’anyell de Déu, el qui treu el pecat del món” (Jo 1,29). El Messies és qui assumeix els pecats de tots els homes i dones sense haver-los comès, els duu a la Creu, i allà els destrueix. El profeta Joan és qui convida tots i totes a ser deixebles del Senyor. Joan Baptista és també qui recupera tot l’Antic Testament i el lliura a Jesús, el Senyor. Ell és la veu de la Paraula, la resplendor de la Llum i l’amic de l’Espòs. Ell, com Maria, anuncia el misteri de l’Església predicant el Senyor, no pas a ell mateix: és el Senyor qui ha de créixer. És pertinent, doncs, que se celebrin ambdós naixements, el de Joan i el de Maria, que en la “iconòstasi” oriental formen la “Dèisis“, intercessió, súplica. Ambdues figures flanquegen la imatge del “Pantocràtor“, presidint la intercessió de l’Antic i del Nou Testament. El seu naixement pertany ja als misteris de l’encarnació del Senyor i ens introdueix en la seva grandesa, vegeu el contingut de l’oració sobre les ofrenes i l’oració de postcomunió. La tradició de totes les Esglésies celebra de manera molt solemne la Nativitat de Joan, el Baptista: el seu naixement va ser motiu d’una “gran alegria“, com canta el Prefaci d’avui. En el Ritu bizantí és una festa important i se celebra amb una gran vigília nocturna. La data del Nadal del Precursor es va escollir en relació al Nadal de Jesús, sis mesos abans. Totes aquestes dates estan relacionades amb el 25 de març. No es pot demostrar en la història de la Litúrgia que aquestes celebracions depenen del solstici d’hivern i de primavera, com alguns sostenen. Missa del dia: Is 49, 1-6; Sal 138, 1-3. 13-14. 15; Fets 13, 22-26; Lc 1, 57-66, 80 El Prefaci propi és un bellíssim comentari a les lectures d’avui i expressa excel·lentment la missió del Precursor. Tota la seva vida va ser entregada a Crist, sense fruir de la seva presència. Ho va fer en l’obscuritat de la fe. S’acompleix allò que ell ja va anunciar: “Convé que Ell creixi i que jo minvi “(Jo 3,30). Joan donà testimoni de Jesús des d’abans de néixer, al si d’Elisabet, fins al seu martiri quan, “vessant la seva sang, va donar d’Ell el darrer testimoni“. La Litúrgia aplica la vocació d’Isaïes a la seva persona: “El Senyor m’ha format des del si de la mare perquè fos el seu servent“. El Salm també s’aplica a Joan: “Vós heu creat el meu interior, m’heu teixit en les entranyes de la mare“. En l’Evangeli escoltem el goig i l’estupor que el seu naixement provocà en els habitants de la muntanya de Judà i que avui omple d’alegria tota l’Església. DIVENDRES SAGRAT COR DE JESÚS La solemnitat del Cor de Jesús és una celebració i una contemplació de la infinita caritat de Crist, sacerdot i víctima. El seu cor és santuari de gràcia i de perdó. Hom podria pensar que les solemnitats que venen després de la Pentecosta són simplement devotes i representen un declivi, però això seria no reconèixer la contemplació litúrgica de l’Església que celebra la sobreabundància de l’amor de Déu Trinitat, que es dóna en Crist i per l’Esperit Sant. El Pare ens dóna el Fill en l’Eucaristia, “Corpus“, i en el seu Cor traspassat, Sagrat Cor. Per Ell tenim accés al Cor del Pare, sempre en virtut del do de la Pentecosta. Són solemnitats del Senyor que celebren el que commemorem cada Diumenge i a cada Eucaristia: la seva Pasqua. Si la solemnitat del “Corpus” es relaciona amb el Dijous Sant, la del Cor de Jesús es relaciona amb el Divendres Sant, a manera de prolongació i contemplació dels misteris de Crist que ens salven. Allò últim que queda de Jesús en aquest món a manera d’icona és el seu Cor traspassat en la Creu: un cor obert d’on brollen sang i aigua, Eucaristia i Baptisme. Aquesta font d’amor viva flueix, inesgotable, en la vida de l’Església. En el seu cor obert, la humanitat troba per les seves ferides el consol de la misericòrdia. “Aquest és el cor que tant ha estimat els homes“, va escoltar Santa Margarida Maria de Alacoque. L’origen, la història i el context de la festa del Sagrat Cor són summament interessants. La reforma litúrgica va revaloritzar i perfeccionar la solemnitat. En el Cor de Jesús traspassat s’evidencia la suprema auto-revelació de Déu a la humanitat: “Déu és Amor” (1Jo 1,49). Jesús ha reparat la humanitat davant Déu, i l’Església s’uneix a aquesta seva reparació amb la fe, l’esperança i l’amor. Amb les obres de la caritat, que procuren la justícia. No és una evasió de la realitat mitjançant pràctiques devotes, és un foc d’amor que enardeix les ànimes fins a lliurar la pròpia vida en favor dels més febles. Missa: Ez 34, 11-16; Sal 22, 1-3. 4. 5. 6; Rm 5, 5-11; Lc 15, 3-7 Tal vegada és en el Cicle C on les lectures arriben al màxim enriquiment per a la solemnitat del Sagrat Cor de Jesús. Es presenta el cor de Jesús en la seva semblança evangelitzadora: el Cor del Bon Pastor. És una contemplació que expressa l’anhel diví, directe, personal, concret per la salvació de cada home i cada dona. L’acció primordial de Jesús és la recerca de l’ovella perduda, la persona allunyada o degradada: el seu cor és el del “Pastor bonus“. D’aquest Cor brolla i viu el quefer pastoral de l’Església. Les imatges d’Ezequiel aplicades a Déu es realitzen en Crist, primera lectura. El Salm no pot ser altre sinó el 22: el Bon Pastor condueix l’Església a les aigües del Baptisme, la ungeix amb el perfum crismal i prepara davant seu la taula més sublim, l’Eucaristia. Amb amor i misericòrdia, la condueix finalment a la casa del Senyor, on vol que habiti “anys i més anys“. DISSABTE COR IMMACULAT DE LA BENAURADA VERGE MARIA La devoció del Cor de la Benaurada Verge Maria procedeix de sant Joan Eudes i va ser propagada a través de la teologia mariana de sant Lluís Maria Grignion de Montfort. Sant Antoni Maria Claret fou també un gran impulsor de la devoció al Cor de Maria i, en els nostres dies, el Papa sant Joan Pau II va escollir les paraules “Totus tuus” com a lema episcopal. Sabem que aquestes paraules pertanyen a la consagració al Cor de Maria: “Tot teu sóc, i tot el meu és teu. En tot allò meu t’acullo. Dóna’m el teu cor, Maria“. La festa litúrgica, que se celebrava abans de la reforma litúrgica el dia 22 d’agost, el Missal de 1969 va traslladar-la al dissabte després de la solemnitat del Cor de Jesús amb rang de memòria obligatòria. El Cor de Maria és el cor més íntim de l’Església, allà on ella estima el seu Senyor i viu del seu amor. El terme “cor” en la Bíblia significa “el lloc de la memòria” afectiva: el Cor de Maria és el primer arxiu de l’Església (Lc 2,19.51). Un Cor traspassat per la Paraula crucificada del Senyor (Lc 2,35). Els elements propis de la memòria i l’Evangeli ho manifesten. Consagrar-se al Cor de Maria és lliurar la pròpia vida en disponibilitat total a l’amor primer de Crist. Missa: Lm 2, 2. 10-14. 18-19; Sal 73, 1-2. 3-4. 5-7. 20-21; Lc 2, 41-51 “La seva mare conservava tots aquests records en el seu cor“. El text de l’Evangeli de la Infància de Jesús s’ha triat perquè hi ha una referència al cor de Maria. El cor, segons l’antropologia bíblica, és el centre de la persona, on conflueixen la memòria, l’amor i la intel·ligència. Tot allò referent al Fill era conservat i meditat: allò que estimem de veritat mai s’oblida, queda en la memòria del cor com goig o dolor. El C or de la Mare retenia, com una garba, encara sense comprendre, allò pertinent al seu Fill, sabent ella mateixa que era un misteri que la transcendia. Era un Cor habitat per l’amor del Fill. Cal distingir en Maria l’amor que ella tenia abans que Jesús naixés, de l’amor maternal que va acompanyar el Fill ja des dels silencis de Natzaret, quan va marxar a complir la seva missió amb obediència i fins a la Mort en Creu. També hi ha l’amor que va tenir al Senyor glorificat i a tot el que pertany al Senyor de la glòria. Ella estima el Senyor i tot el que és del Senyor: l’Església, nosaltres. El Senyor li va donar un Cor de Mare per a tots els creients, representats en el Deixeble estimat. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.312ss)
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