XIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – 27/6 – 2/7/2022 – XIII SETMANA DE DURANT L’ANY
LUNES Tres hombres se ofrecen a seguir al Maestro. Se lo dicen espontáneamente y con una gran generosidad, pero presentan sus objeciones. Al primero se le dice que el Señor no tiene casa propia, ni siquiera la casa paterna. No tiene nada y, por tanto, no puede ofrecer nada. Al segundo se le indica que seguir al rabí de Nazaret está por encima de la muerte ya que ha venido para ser Señor de vivos y muertos (Rom 14, 9), Al tercero, que quiere despedirse de los suyos, se le expone que no hay componenda que valga entre familia y de cisión por el Reino. La decisión exigida es indivisible e inmediata. El lenguaje de Jesús es naturalmente hiperbólico. MARTES SAN IRENEO, obispo y mártir Ireneo era oriundo de Asia Menor. Entre sus recuerdos de juventud se encuentra el contacto con san Policarpo de Esmirna, el santo obispo “que fue instruido por los testigos oculares de la vida del Verbo“, sobre todo por el apóstol Juan, que había fijado su sede en Esmirna. Ireneo, pues, por medio de Policarpo se vincula a los Apóstoles. Después de dejar el Asia Menor, pasa a Roma y sigue hacia Lyon (Francia). No perteneció a la lista de los mártires de Lyon, víctimas de la persecución del 177, porque precisamente en ese tiempo su Iglesia lo había enviado a Roma para presentar al Papa Eleuterio algunos asuntos de orden doctrinal, relacionados sobre todo con el error montanista. De regreso a Lyon, Ireneo sucedió en el 178 al obispo mártir san Fotino, y gobernó aquella Iglesia hasta su muerte, hacia el año 200. Aunque no está comprobado su martirio, es venerado como mártir. Combatió la desviación gnóstica del cristianismo postulando la tradición apostólica, de la cual la Iglesia de Roma, a causa del testimonio de los apóstoles Pedro y Pablo, es garante de unidad y de comunión. Los cinco libros “Adversus hæreses“, “Contra los herejes” son fundamentales en la historia de la teología. Misa: Am 3, 1-8; 4, 11-12; Sal 5, 5-6a. 6b-7. 8; Mt 8, 23-27 Mientras la barca zozobraba, casi a la deriva por el temporal, Jesús dormía confiadamente en la misión que el Padre le había confiado. Los discípulos tienen tanto miedo como poca fe. Despiertan a Jesús y éste, majestuosamente, increpa el mar, casi como un exorcismo, y se crea “una gran calma“, “et facta est tranquillitas magna“. Esto es una enseñanza para “el tiempo de la Iglesia“, nuestro tiempo: el que parece ausente está presente. La barca de la Iglesia no va sola, Jesús va en ella. Cuando el Señor actúa, la paz adviene como un don. A la pregunta de los discípulos “¿Quién es este? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!,” ellos no podían responder, pero nosotros sí: ¡Es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre! El mar es una criatura de Dios y Jesús ha venido para vencer un temporal mucho peor: el caos del pe cado y de la muerte. Ésta es su misión. Con Jesús se disipa el miedo, y por la fe se renueva el coraje. Misa de la vigilia: Hch 3, 1-10; Sal 18, 2-3. 4-5b; Ga 1, 11-20; Jn 21, 15-19 La triple negación de Pedro se cancela con una triple respuesta, humilde y fervorosa de amor por parte de Pedro en el Evangelio. De su acto de amor brota el ministerio: “Apacienta mis ovejas“. Un amor humillado y débil. El ministerio se fundamenta siempre en un acto de amor a Cristo. San Agustín hace observar que apacentar las ovejas del pueblo santo de Dios significa sufrir con ellas y que la invitación “Sígueme” implica: hasta la muerte en Cruz, “Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios“. En la primera lectura, San Pedro anuncia la Palabra y cumple los signos que manifiestan la presencia del Reino de Dios, como el Señor. Esto mismo realizará Pablo en Iconio (Hch 14, 8-18). En la segunda lectura, de la carta a los Gálatas, Pablo explica cómo, después de su conversión, sube “a Jerusalén para conocer a Cefas“. El encuentro y el abrazo de Pablo y Pedro se refleja en el “Icono de los apóstoles“. Representa el abrazo y la comunión de la Iglesia procedente de la gentilidad y de aquella que procede de Israel. En ellos, en su vida y en su marti rio, la Iglesia reconoce a los garantes de la fe. El Salmo se aplica a la predicación de los apóstoles: “A toda la tierra alcanza su pregón“. SANTOS PEDRO y PABLO, APÓSTOLES Todas las Iglesias celebran unánimemente la solemnidad del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. La fiesta de los apóstoles procede de la Iglesia aún indivisa y debe celebrarse con un gran sentido ecuménico. Esta fiesta es pues antigua y universal, no sólo en Roma, sino en todo el mundo cristiano. Ciertamente, la Iglesia celebró esta fiesta antes que la Navidad del Señor. Realmente es un tesoro teológico y litúrgico en todos los Ritos. La Liturgia de los apóstoles se revela festiva y, al mismo tiempo, se reviste de una cierta gravedad y ponderación. Celebramos el fundamento apostólico de la fe cristiana. Sobre esta fe el Señor edifica su Iglesia. El Prefacio es bello y denso y revela el “sensus theologicus” de la fiesta. En el Rito bizantino precede a la solemnidad “el ayuno de los apóstoles“. El Papa León, en el año 461, explicaba que este ayuno es lo que los apóstoles hicieron, según la tradición de las Iglesias, para que el Espíritu Santo los asistiera antes de iniciar la misión universal. Los textos eucológicos y las lecturas propuestas vienen de la más antigua tradición litúrgica. Misa del día: Hch 12, 1-11; Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9; 2 Tim 4, 6-8. 17-18; Mt 16, 13-19 En un momento crítico del ministerio de Jesús, propiamente fuera del territorio palestinense, en Cesarea de Fili po, el Señor escucha la profesión de fe de Pedro. Sobre su fe y la de los discípulos, el Señor puede edificar su Iglesia dándole, por el ministerio de los apóstoles, los medios de salvación. Desde ahora ya puede ir a Jerusalén, a la Cruz. El nombre de Simón, el primer apóstol, es cambiado por el nombre de Pedro, “Kefas“, que significa “roca” y es gratificado por la bienaventuranza de la revelación: “¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!“ Es la roca de la fe apostólica, el primado de Pedro, en el sentido eclesiológico más profundo y esencial. El Señor necesita de nuestra fe para edificar la Iglesia. La comunidad, como escuchamos en la primera lectura, deberá rezar por él “insistentemente“. Pedro será liberado de la noche de la prisión y deberá ir al encuentro de los hermanos y hermanas para confirmar su fe. Adviértase que los verbos de la “teofanía” son importantes “Date prisa, levántate; Ponte el cinturón y las sandalias; Envuélvete en el manto y sígueme” porque indican la futura suerte de Pedro y su martirio, como le fue dicho (Jn 21,18ss). Ahora sabe que él debe continuar el camino del seguimiento hasta el final. La segunda lectura está dedicada al testamento espiritual de Pablo. Toda su vida queda contenida en aquello que escribe: es como la síntesis gloriosa y humilde de la vida del siervo del Señor. Ha sido una vida entregada, ofrecida: “Yo estoy a punto de ser derramado en libación“, el bello combate de la paz y del Evangelio ha terminado, la carrera ha llegado a la meta, y él ha conservado el don más grande, su fe. El Apóstol termina la carta con una “doxología” que, en cierto modo, es su última palabra a la Iglesia, a nosotros. Es la victoria sobre la muerte, es la vida de la fe que suspira por la Vida divina. JUEVES Misa: Am 7, 10-17; Sal 18, 8. 9. 10. 11; Mt 9, 1-8 En el “Sermón de la Montaña” el Señor hizo como una revisión general de la Ley. El amor verdadero, el amor que Cristo mostró, va más allá de lo exigido, de lo mandado y de lo debido. Es una justicia que va más allá siempre: va de generosidad en generosidad, sin límites, “viendo la fe que tenían“. En una dinámica de crecimiento desmesurada según la manera de juzgar del mundo: “Éste blasfema“. Así lo aprendemos de los santos y santas: ellos llevan el amor al límite de lo posible. El cristiano quiere vivir en esta dinámica, no debe temer el entrar en ella, aunque sabe que, si accede, sólo Dios sabe dónde le llevará. Dejemos que el Espíritu, sin ninguna resistencia, lleve nuestra caridad al límite marcado por Dios. VIERNES Misa: Am 8, 4-6. 9-12; Sal 118, 2. 10. 20. 30. 40. 131; Mt 9, 9-13 En el Evangelio leemos la vocación de Leví, a quien la gran tradición identifica con el mismo evangelista Mateo. Oye la voz de un desconocido que le dice: “Sígueme“. Este personaje no concede un tiempo prudencial para reflexionar, ni tan siquiera para terminar las propias ocupaciones. Leví se levanta y se va con Él. Sólo hay llamada y respuesta. Es la pura fe, como la de Abraham y la de Pablo. La llamada de Jesús a este cobrador de impuestos dis pone a otros en el camino hacia Jesús. El Maestro se sienta a su mesa, la mesa de los pecadores: para ellos ha venido. La Eucaristía es la mesa de los pecadores convertidos a Jesús; nosotros, conscientes de que lo somos, nos sentamos en ella pletóricos de gozo porque estamos con Él. SÁBADO Misa: Am 9, 11-15; Sal 84, 9. 11-12. 13-14; Mt 9, 14-17 Esta vez son los discípulos de Juan quienes se acercan a Jesús y le preguntan por qué, a diferencia de ellos, sus discípulos no ayunan. Jesús se define a sí mismo como “Novio“. Este título enlaza con el lenguaje bíblico: Yahvé es el esposo de Israel (cf. Is 54, 4-10). Si el esposo está presente, es que se celebra una fiesta de bodas, y nadie ayuna durante una fiesta nupcial: ¡los amigos del esposo están de fiesta por él y con él! El Señor afirma con una enigmática expresión que anuncia su muerte, días en que sí se deberá ayunar, pues el Esposo será arrebatado. El ayuno cristiano está vinculado, al destino del Señor. La vida cristiana se vive en el “ya, pero todavía no” (Rom 8, 21-22; 2 Cor 5, 17): tenemos el Reino, pero no su plena consumación y, por tanto, ayunamos para recibir el Sacramento, para rememorar la muerte del Señor y preparar su Pascua, para solidarizarnos con los hermanos de Jesús que son los pobres… Al mismo tiempo, sabemos que gozaremos de su presencia con la Iglesia Esposa. Por todo ello, celebremos el Banquete de la Eucaristía con alegría pascual, sin ayunar. Todo será nuevo en la existencia cristiana: el ” odre” y el “vino” de la alegría el Espíritu, también el manto, el vestido nuevo del Bautismo. No podemos fusionar ambas cosas, ya que podríamos estropear todo: lo antiguo y lo que está por venir. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.329ss) |
DILLUNS Missa: Am 2, 6-10. 13-16; Sal 49, 16bc-17. 18-19. 21-21. 22-23; Mt 8, 18-22 Tres homes s’ofereixen a seguir el Mestre. Li ho diuen espontàniament i amb una gran generositat, però presenten les seves objeccions. Al primer se li diu que el Senyor no té casa pròpia, ni tan sols la casa paterna. No té res i, per tant, no pot oferir res. Al segon se li indica que seguir el rabí de Natzaret està per sobre de la mort ja que ha vingut per a ser Senyor de vius i morts (Rm 14,9). Al tercer, que vol acomiadar-se dels seus, se li exposa que no hi ha avinença que valgui entre família i decisió pel Regne. La decisió exigida és indivisible i immediata. El llenguatge de Jesús és naturalment hiperbòlic. DIMARTS SANT IRENEU, bisbe i màrtir Ireneu era oriünd d’Àsia Menor. Entre els seus records de joventut es troba el contacte amb sant Policarp d’Esmirna, el sant bisbe “que fou instruït pels testimonis oculars de la vida del Verb“, sobretot per l’apòstol Joan, que havia fixat la seva seu a Esmirna. Ireneu, doncs, per mitjà de Policarp, es vincula als Apòstols. Després de deixar l’Àsia Menor, passa a Roma i segueix vers Lió (França). No va pertànyer a la llista dels màrtirs de Lió, víctimes de la persecució de l’any 177, perquè precisament en aquest temps la seva Església l’havia enviat a Roma per presentar al Papa Eleuteri alguns assumptes d’ordre doctrinal, relacionats sobretot amb l’error montanista. De retorn a Lió, Ireneu va succeir l’any 178 el bisbe màrtir sant Fotí, i va governar aquella Església fins a la seva mort, cap a l’any 200. Tot i que no està comprovat el seu martiri, és venerat com a màrtir. Va combatre la desviació gnòstica del cristianisme postulant la tradició apostòlica, de la qual l’Església de Roma, a causa del testimoni dels apòstols Pere i Pau, és garant d’unitat i de comunió. Els cinc llibres “Adversus hæereses“, “Contra els heretges” són fonamentals en la història de la teologia. Missa: Am 3, 1-8; 4, 11-12; Sal 5, 5-6. 7. 8; Mt 8, 23-27 Mentrestant la barca sotsobrava, gairebé a la deriva pel temporal, Jesús dormia confiadament en la missió que el Pare li havia confiat. Els deixebles tenen tanta por com poca fe. Desperten Jesús i aquest, majestuosament, increpa el mar, gairebé com un exorcisme, i s’esdevé “una gran bonança“, “et facta est tranquillitas magna“. Això és un ensenyament pel “temps de l’Església“, el nostre temps: aquell qui sembla absent és present. La barca de l’Església no va sola, Jesús hi és. Quan el Senyor actua, la pau s’esdevé com un do. A la pregunta dels deixebles “¿Qui és aquest? Fins i tot el vent i l’aigua l’obeeixen“, ells no hi podien respondre, però nosaltres sí: ¡és Jesucrist, vertader Déu i vertader home! El mar és una criatura de Déu i Jesús ha vingut per vèncer un temporal molt pitjor: el caos del pecat i de la mort. Aquesta és la seva missió. Amb Jesús es dissipa la por i, per la fe, es renova el coratge. Missa de la vigília: Fets 3, 1-10; Sal 18, 2-3. 4-5; Ga 1, 11-20; Jo 21, 15-19 La triple negació de Pere es cancel·la amb una triple resposta, humil i fervorosa d’amor per part de Pere a l’Evangeli. Del seu acte d’amor brolla el ministeri: “Pastura els meus anyells“. Un amor humiliat i feble. El ministeri es fonamenta sempre en un acte d’amor a Crist. Sant Agustí fa observar que pasturar les ovelles del poble sant de Déu vol dir patir amb elles, i que la invitació “Segueix-me” implica: fins a la mort en Creu: “Jesús li deia això per indicar com seria la mort amb què Pere havia de donar glòria a Déu“. En la primera lectura, sant Pere anuncia la Paraula i acompleix els signes que manifesten la presència del Regne de Déu, com el Senyor. Això mateix farà Pau a Iconi (Fets 14,8-18). En la segona lectura, de la carta als cristians de Galàcia, Pau explica com, després de la seva conversió, “va pujar a Jerusalem per conèixer Quefes“. La trobada i l’abraçada de Pau i Pere es reflecteixen en la “Icona dels apòstols“. Representa l’abraçada i la comunió de l’Església procedent de la gentilitat i d’aquella que procedeix d’Israel. En ells, en la seva vida i en el seu martiri, l’Església reconeix els garants de la fe. El Salm s’aplica a la predicació dels apòstols: “La seva crida s’escampa a tota la terra“. SANTS PERE i PAU, APÒSTOLS Totes les Esglésies celebren unànime- ment la solemnitat del martiri dels apòstols Pere i Pau. La festa dels apòstols procedeix de l’Església encara indivisa i ha de celebrar-se amb un gran sentit ecumènic. Aquesta festa és doncs anti ga i universal, no només a Roma, sinó a tot el món cristià. Certament, l’Església va celebrar aquesta festa abans que el Nadal del Senyor. Realment, és un tre sor teològic i litúrgic en tots els Ritus. La Litúrgia dels apòstols es revela festiva i, al mateix temps, es revesteix d’una certa gravetat i ponderació. Celebrem el fonament apostòlic de la fe cristiana. Sobre aquesta fe el Senyor edifica la seva Església. El Prefaci és bell i dens, i revela el “sensus theologicus” de la festa. En el Ritu bizantí, precedeix a aquesta solemnitat “el dejuni dels apòstols“. El Papa Lleó, l’any 461, explicava que aquest dejuni és el que els apòstols van fer, segons la tradició de les Esglésies, perquè l’Esperit Sant els assistís abans de començar la missió universal. Els textos eucològics i les lectures proposades venen de la més antiga tradició litúrgica. Missa del dia: Fets 12, 1-11; Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9; 2Tm 4, 6-8. 17-18; Mt 16, 13-19 En un moment crític del ministeri de Jesús, pròpiament fora del territori palestinenc, a Cesarea de Filip, el Senyor escolta la professió de fe de Pere. Sobre la seva fe, i la dels deixebles, el Senyor pot edificar la seva Església donant-li, pel ministeri dels apòstols, els mitjans de salvació. Des d’ara, ja pot anar a Jerusalem, a la Creu. El nom de Simó, el primer apòstol, és canviat pel nom de Pere, “Kefas“, que significa “roca” i és gratificat per la benaurança de la revelació: “Sortós de tu, Simó, fill de Jonàs“. És la roca de la fe apostòlica, el primat de Pere, en el sentit eclesiològic més profund i essencial. El Senyor necessita de la nostra fe per edificar l’Església. La comunitat, com escoltem en la primera lectura, haurà de pregar per ell “sense parar“. Pere serà alliberat de la nit de la presó i haurà d’anar a l’encontre dels germans i germanes per confirmar la seva fe. Advertiu que els verbs de la “teofania” són importants: “De pressa, aixeca’t!; cenyeix- te; posa’t les sandàlies; pren el mantell i segueix-me” perquè indiquen la futura sort de Pere i el seu martiri, com li fou dit (Jo 21,18ss). Ara sap que ell ha de continuar el camí del seguiment fins al final. La segona lectura està dedicada al testament espiritual de Pau. Tota la seva vida queda continguda en el que escriu: és com la síntesi gloriosa i humil de la vida del servent del Senyor. Ha estat una vida entregada, lliurada: “oferta com una libació vessada sobre l’altar“: el bell combat de la pau i de l’Evangeli ha acabat, la cursa ha arribat a la meta, i ell ha conservat el do més gran, la seva fe. L’Apòstol acaba la carta amb una “doxologia” que, en certa manera, és la seva última paraula a l’Església, nosaltres. És la victòria sobre la mort, és la vida de la fe que sospira per la Vida divina. DIJOUS Missa: Am 7, 10-17; Sal 18, 8. 9. 10. 11; Mt 9, 1-8 En el “Sermó de la Muntanya“, el Senyor va fer com una revisió general de la Llei. L’amor veritable, l’amor que Crist va mostrar, va més enllà d’allò exigit, del que s’ha manat i del que cal. És una justícia que va més enllà sempre: va de generositat en generositat, sense límits: “en veure la fe que tenien“. En una dinàmica de creixement desmesurada segons la manera de jutjar del món: “Això és blasfem“. Així ho aprenem dels sants i santes: ells porten l’amor al límit del possible. El cristià vol viure en aquesta dinàmica, no ha de témer entrar-hi, tot i ser conscient que, si hi accedeix, només Déu sap on el portarà.Deixem que l’Esperit, sense cap resistència per part nostra, porti la nostra caritat al límit marcat per Déu. DIVENDRES Missa: Am 8, 4-6. 9-12; Sal 118, 2. 10. 20. 30. 40. 131; Mt 9, 9-13 En l’Evangeli, la vocació de Leví, a qui la gran tradició identifica amb el mateix evangelista Mateu. Escolta la veu d’un desconegut que li diu: “Vine amb mi“, lit.: “Segueix-me“. Aquest personatge no concedeix un temps prudencial per reflexionar, ni tant sols per acabar les pròpies ocupacions. Leví s’aixeca i se’n va amb Ell. Només hi ha crida i resposta. És la pura fe, com la d’Abraham i la de Pau. La crida de Jesús a aquest cobrador d’impostos disposa a d’altres en el camí cap a Jesús. El Mestre s’asseu a la seva taula, la taula dels pecadors: ha vingut per a ells. L’Eucaristia és la taula dels pecadors convertits a Jesús; nosaltres, conscients que ho som, ens hi asseiem pletòrics de goig perquè estem amb Ell. DISSABTE Am 9, 11-15: Sal 84, 9. 11-12. 13-14; Mt 9, 14-17 Aquesta vegada són els deixebles de Joan els qui s’acosten a Jesús i li pregunten per què, a diferència d’ells, els seus deixebles no dejunen. Jesús es defineix a si mateix com “el nuvi“. Aquest títol enllaça amb el llenguatge bíblic: Jahvè és l’espòs d’Israel (cf. Is 54,4-10). Si el nuvi és present, és que se celebra una festa de noces, i ningú dejuna durant una festa nupcial: ¡els amics de l’espòs estan de festa per ell i amb ell! El Senyor afirma amb una enigmàtica expressió, que anuncia la seva mort, que vindran dies en què sí s’haurà de dejunar, doncs l’Espòs serà arrabassat. El dejuni cristià està vinculat doncs a la destinació del Senyor. La vida cristiana es viu en el “ja però encara no” (Rm 8,21-22; 2C 5,17): tenim el Regne, però no la seva plena consumació i, per tant, dejunem per rebre el Sagrament, per rememorar la mort del Senyor i preparar la seva Pasqua, per solidaritzar-nos amb els germans de Jesús que són els pobres… Al mateix temps, sabem que gaudirem de la seva Presència amb l’Església Esposa. Per tot això, celebrem el Banquet de l’Eucaristia amb alegria pasqual, sense dejunar. Tot serà nou en l’existència cristiana: els “bots” i el “vi” de l’alegria de l’Esperit, també el “mantell“, el vestit nou del Baptisme. No podem fusionar les dues coses, ja que podríem espatllar-ho tot: allò antic i el que està per venir. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.321ss) |