XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – 12-17/09/2022 – XXIV SETMANA DE DURANT L’ANY
LUNES Misa: 1 Cor 11, 17-26. 33; Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17; Lc 7, 1-10 El Evangelio de hoy es un atisbo de la visión universalista de Lucas: los paganos están llamados a la fe. Propiamente, Jesús y el centurión no se ven físicamente: el romano se siente indigno de la atención del Maestro, “Non sum dignus“, y envía “unos ancianos de los judíos” que lo recomienden, para más tarde enviar “unos amigos” para evitarle entrar en su vivienda, sabía que un judío no podía entrar en casa de un samaritano, es decir un hereje, menos aún en la de un pagano. Consideremos hoy la fe pura en la Palabra creadora y salvadora del Señor que tenía aquel centurión, y su gran afecto hacia el criado enfermo. MARTES – SAN JUAN CRISÓSTOMO, obispo y doctor de la Iglesia En un villorrio perdido del Cáucaso, Comana, en los confines del Imperio, moría el día 14 de setiembre del año 407, el santo Patriarca de Constantinopla, Juan, llamado el Crisóstomo, “boca de oro“, por su alta elocuencia. Ejerció el episcopado, dedicándose especialmente a la predicación, a la ayuda de los pobres y denunciando toda injusticia e iniquidad, la avidez de los ricos y la corrupción. Relegado al exilio por los poderosos, las penalidades del camino, forzadas caminatas por senderos abruptos, alternativamente bajo el sol y la lluvia, sin un alto de reposo, llevaron al anciano obispo, de unos setenta años, a su patria definitiva. No pudiendo más consigo, los guardias lo dejaron el 13 de setiembre sin ningún cuidado en una capilla rural del lugar, donde al alba del día siguiente murió. Sus últimas palabras fueron: “Que Dios sea glorificado en to das las cosas“. Contemplando su muerte vienen a la memoria sus palabras cuando se despedía de su pueblo antes de partir al exilio. Decía: “¿Qué me destierran? ¿A qué sitio me podrán enviar que no esté mi Dios allí cuidando de mí? ¿Qué me quitan mis bienes? ¿Qué me pueden quitar si ya los he repartido todos? ¿Qué me matarán? Así me vuelvo más semejante a mi Maestro Jesús, y como Él, daré mi vida por mis ovejas” (Homilia I, antes del exilio). La vida del santo Patriarca de Constantinopla es conocida y sus obras también. La exégesis que cultiva se encuadra en la llamada “escuela de Antioquía“. Una exégesis que se refleja en sus copiosos comentarios a la Escritura, homilías y tratados. Se atribuye a él la anáfora más en uso de las Iglesias orientales, la cual titulan: “Divina liturgia de nuestro padre entre los santos san Juan Crisóstomo“. Es conocido como el “Doctor eucarístico” por su doctrina sobre el sacramento. Doctor de la Iglesia, es sin lugar a dudas, el más grande de los Pa dres de Oriente. Misa: 1 Cor 12, 12-14. 27-31a; Sal 99, 1b-2. 3. 4. 5; Lc 7, 11-17 Sólo Lucas transmite este pasaje: la resurrección del hijo de la viuda de Naín. Este milagro es fruto de la compasión pura de Jesús, nadie le pide nada. Él se avanza. Impresionados, los presentes “daban gloria a Dios con estas palabras: Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo“. Sin saberlo, anunciaban una verdad dogmática: la persona de Jesús es verdaderamente hombre y verdaderamente Dios, sin mezcla ni confusión de naturaleza. La expresión “Jesús se lo entregó a su madre” anticipa una resurrección más grande: Cristo, con su Resurrección, devuelve a la Madre-Iglesia, en la vida eterna, a todos sus hijos e hijas. MIÉRCOLES – EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ Las Iglesias de Oriente y de Occidente celebran hoy la Exaltación de la Cruz del Señor. La Cruz del Señor es el juicio del mundo, un juicio de misericordia. Es la elevación de la Cruz santa y vivificante sobre el mundo. La fiesta, celebrada ecuménicamente, procede de la Iglesia madre de Jerusalén. Se celebra cuarenta días después de la Transfiguración del Señor y su origen está relacionado con la Dedicación de la basílica de la Resurrección, en Jerusalén, el 13 de setiembre 335. La fiesta está atestiguada por la peregrina Egeria. La Cruz es el signo supremo, indeleble, que manifiesta el Señor Resucitado en el Espíritu Santo. Icono de amor del Padre que ha entregado el Hijo en el amor del Espíritu. La geometría infinita de la Cruz evoca la “profundidad, la altitud, longitud y anchura” del amor de Cristo (Ef 3, 18). La Cruz permanece elevada sobre este mundo hasta que el Señor vuelva en su gloria. En Jerusalén y en los Ritos orientales se realiza el “rito de la elevación de la santa Cruz“, así se representa también en el icono de la fiesta. Mientras se bendice con la Cruz elevada los cuatro puntos cardinales, los fieles se prostran. La antífona principal y verdaderamente antiquísima es ésta: “Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa Resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero“. Para los cristianos de Rito oriental hoy es día de ayuno riguroso. El Oficio Divino de hoy es todo él un canto a la Cruz del Señor, vista como “esperanza única, altar, santa, bendita, admirable, vivificante, preciosa, real, tesoro, nupcial, refulgente, gozosa, empurpurada de la sangre del Señor, redentora“. Todas estas expresiones aparecen en los himnos y en las antífonas del Oficio y de la Misa. Misa: Núm 21, 4b-9 (o bien: Flp 2, 6-11); Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38; Jn 3, 13-17 En la conversación de Jesús con Nicodemo, el Señor anuncia que, al igual que Moisés levantó un signo de muerte, la serpiente, en el desierto para que quienes la miraran fuesen salvos (primera lectura), también el “Hijo del hombre” debe ser ensalzado sobre la Cruz, el trono de la divina gloria y de la misericordia. Se afirma solemnemente que el que cree en la exaltación del Hijo del hombre tiene vida eterna, ya que Dios “no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él“. La Cruz levantada permanece “in altum“, sobre nuestras miserias y pecados, para que el que crea en Cristo tenga “la vida eterna“, es decir, participe de la vida de Dios. Cristo es el “Hijo del hombre“, referido a la figura misteriosa de la profecía de Daniel (Dan 7,12-14), que ha bajado del cielo, encarnación, “kénosis“, y ha subido al cielo, Resurrección, exaltación, donde subsiste como Dios en la gloria de la Trinidad. La Cruz es preciosa porque significa el amor gratuito de Dios Trinidad, la donación del Hijo Unigénito, a cambio de nada, sin esperar la respuesta de fe y de amor del mundo. La Cruz es “epifanía” de la Trinidad: el Padre se da en su Hijo en el amor del Espíritu Santo . Detrás de los brazos abiertos de Jesús están los brazos abiertos del Padre que entrega a su Hijo por Amor. El Catecismo dice: “El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la gloria y uno de la Santísima Trinidad“. (CCE 468). En el Salmo se nos invita a meditar la “kénosis” del Hijo, la obra suprema de nuestra redención, que san Pablo ha narrado bellamente en la primera lectura: “No olvidéis las acciones del Señor“. En el solemne verso aleluyático se canta la bella y antigua aclamación: “Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos porque con tu Cruz has redimido el mundo“. De la mistagogia de los Padres “Este árbol es para mí salvación eterna: de él me alimento, en él me apaciento. Con sus raíces hundo mis raíces, con sus ramas extiendo yo las mías, de su rocío me embriago; su Espíritu, cual soplo delicioso, me fecunda. Este árbol es alimento para mi hambre, manantial para mi sed, manto para mi desnudez… Este árbol es mi protección cuando temo a Dios, mi apoyo cuando vacilo, premio cuando lucho, trofeo cuando venzo. Este árbol es para mí ‘sendero angosto y camino estrecho’ (cf. Mt 7, 13ss), escala de Jacob, camino de ángeles, sobre la cual está de verdad ‘en pie el Señor’ (cf. Gén 28, 13)“. (Antigua homilía pascual, 51 (Sch 27, pág. 177s) JUEVES – BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE LOS DOLORES El día siguiente de la fiesta de la Santa Cruz hacemos memoria de los santos sufrimientos de la Santísima Virgen al pie de la Cruz. Entre los Padres y los autores espirituales recordamos especialmente cómo san Anselmo y san Bernardo contemplan y predican, con un gran amor y con un pensamiento teológico profundo, la compasión de la Bienaventurada Virgen María: no dudan en llamarla “reina de todos los mártires“, porque a través de la compasión compartió la Pasión y Muerte del Hijo. Ayer celebrábamos la Cruz del Señor como expresión plena de la compasión del Padre dando el Hijo en el amor del Espíritu Santo. Hoy celebramos cómo María comparte la compasión del Hijo por todos los pecadores. María, cerca de la Cruz del Señor, es imagen de la Iglesia que quiere acompañar el dolor del mundo. Al pie de la Cruz se cumple la profecía de Simeón. Las lágrimas de María, maternas y compasivas, se extienden sobre los que forman parte del Cuerpo de Cristo, su Hijo. A todos, en la persona del discípulo amado, les ha sido dada por madre: “He ahí tu madre” (Jn 19,26-27). Misa: 1 Cor 15, 1-11; Sal 117, 1-2. 16-17. 28; Jn 19, 25-27 (o bien: Lc 2, 33-35) Estar “junto a la Cruz” significa “pro fesar la fe” “Stábat mater“. María permanece fiel junto a su Hijo crucificado. Ella está al principio de la vida de Jesús y al final. Está siempre. Permanecer junto a É l significa participar del abandono y de los sufrimientos del Señor y experimentarlos como propios con una inmensa compasión de madre. Jesús, viéndola a ella, “fijándose“, y al discípulo que amaba, proclama su nueva maternidad. Desde ahora será madre del discípulo amado, y con él de todos los discípulos, nosotros. Es un signo de la Iglesia que nace por obra y voluntad del Señor. El Leccionario traduce perfectamente el último versículo de la perícopa: “El discípulo la recibió como algo propio“. Es decir, como alguien que le pertenecía para siempre. María, y con ella la Iglesia, pertenece a los dones pascuales del Señor. Como dice frecuentemente el Papa Francisco: “El Señor no nos dejó huérfanos: tenemos madre, María“. En el verso del aleluya se proclama a María bienaventurada ya que “sin morir, recibió la palma del martirio“: participó del martirio de Jesús, causa y fundamento de todo el martirio cristiano. La célebre “Secuencia” interpreta los sentimientos de María junto a la Cruz. Esta “Secuencia“, aunque opcional, no debe descuidarse. María llevaba al Niño en los brazos cuando escuchó la profecía de Simeón, que se cumpliría en la Cruz. Cuando Jesús no podía disponer de sí mismo, como niño y como crucificado, la Madre estaba presente “Stábat mater“. En su virginal parto en Belén y en el momento que nacía a la vida de Dios con su muerte salvadora, oía su grito, el grito de Jesús en el Gólgota es un grito de parto. La espada que traspasa el corazón de la Madre es la Palabra de Dios, su Hijo amado (cf. Heb 4, 12): traspasó toda su vida, vivió para Él. De Belén a la Cruz. Al iniciar su misión, el Señor se llevó de su casa lo único y lo más grande que tenía: su Madre. Y, luego, como todo lo suyo, la dará a la Iglesia. La espada que traspasa el alma de la Madre pondrá de manifiesto “los pensamientos escondidos de muchos corazones“. Los que amarán al Hijo, lo amarán más que a la propia vida. También revelará hasta qué punto el pecado ofende a Dios: el pecado del mundo que el Señor expía en la Cruz. La Madre traspasada por la Palabra de Dios revela al mismo tiempo la ofensa y el amor. Todo queda diáfano en el corazón de la Madre Dolorosa. La Iglesia, como María, vive traspasada por la Palabra de Dios. También por su dolor y por su amor VIERNES – SANTOS CORNELIO, papa, y CIPRIANO, obispo, mártires La Liturgia romana celebra en una misma memoria a los santos Cornelio y Cipriano, aunque no fueron martirizados ni en el mismo día ni en el mismo lugar. La razón es sin duda la sintonía espiritual que hubo entre ambos en vida y que se manifestó en su correspondencia y en el afecto que se demostraron. Eran obispos, el uno de la primera Sede de Oc cidente, Roma, y el otro de la principal Sede del África latina, Cartago. Ambos lucharon contra la desviación montanista de Novaciano y defendieron de manera ejemplar la unidad de la Iglesia. San Cornelio, en la polémica sobre los cristianos caídos “lapsi“, por miedo, que habían abjurado del cristianismo, se manifiesta lleno de misericordia y se inclina por reintegrarlos en la vida eclesial. La Iglesia de Roma siempre ha dado testimonio de misericordia. Cipriano escribió a Cornelio: “En caso de que Dios le haga a uno de nosotros la gracia de morir pronto, que nuestra amistad continúe junto al Señor“. De esta amistad, que prosigue en el cielo, se hace eco la Liturgia romana al celebrarlos juntos en una sola memoria. San Cipriano murió mártir, tal día como hoy del año 258. San Cornelio, Papa, parece ser que pereció a causa de las muchas penalidades sufridas en el exilio, pero la Iglesia de Roma le ha considerado siempre mártir de Cristo. Con este título aparece en la “lauda” sepulcral de las catacumbas de san Calixto en la Vía Apia. Misa: 1 Cor 15, 12-20; Sal 16, 1bcde. 6-7. 8 y 15; Lc 8, 1-3 Las mujeres siguen a Jesús: Lucas es el único evangelista que lo escribe. Todas habían experimentado el amor benevolente del Señor. Se nos dice que no eran mujeres irrelevantes socialmen te, ni anónimas: ayudan al Maestro en su sostenimiento diario y se consignan sus nombres. Representan la Iglesia del amor, “ecclesia amoris“, que va muy frecuentemente diez millas por delante que la Iglesia del ministerio, “ecclesia ministerio“. En el Nuevo Testamento, las mujeres son protagonistas indiscutibles en los acontecimientos pascuales por su fidelidad inquebrantable. En la historia de la Iglesia, las mujeres siguen siendo protagonistas del testimonio del Evangelio por su caridad inagotable, por su fortaleza en el martirio, por su hondura en la contemplación. También por su creativa y novedosa aportación a la Teología SÁBADO Misa: 1 Cor 15, 35-37. 42-49; Sal 55, 10. 11-12. 13-14; Lc 8, 4-15 Se proclama la versión lucana de la “parábola del sembrador“. El Divino sembrador no se cansa de esparcir la Palabra, consciente de que no todas sus simientes crecerán a causa de causas externas y/o internas: por lo que viene de fuera como fascinación y seducción, por lo que viene de dentro, la incapacidad de responder generosamente a Cristo. Lucas termina la perícopa con estas palabras: “Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la Palabra, la guardan y dan fruto perseverando“. Es una bella descripción de los seguidores de Jesús, y no es para un día o un tiempo, sino para toda la vida. La Madre de Dios es la tierra humilde, moldeada por el Espíritu Santo y fecunda gavilla que ha dado el fruto de sus entrañas: Jesús, nuestro Señor y Salvador. Ella ha dado “el ciento por uno“, número de plenitud. Tampoco hay que olvidar que la semilla de la Palabra de Dios será sepultada y resucitará gloriosa para la vida eterna, y por el Espíritu hará florecer de santidad el campo de la Iglesia. Son las flores de Pascua (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.424ss) |
DILLUNS Missa: 1C 11, 17-26. 33; Sal 39, 7. 8-9. 10. 17; Lc 7, 1-10 L’Evangeli d’avui és un indici de la visió universalista de Lluc: els pagans estan cridats a la fe. Pròpiament, Jesús i el centurió no es veuen físicament: el romà se sent indigne de l’atenció del Mestre, “Non sum dignus” i envia “uns ancians de la comunitat jueva” que el recomanin, per a més tard enviar “uns amics” per evitar-li d’entrar al seu habitatge, sabia que un jueu no podia entrar a casa d’un samarità, és a dir d’un heretge, i molt menys encara en la d’un pagà. Considerem avui la fe pura en la Paraula creadora i salvadora del Senyor que tenia aquell centurió, i el seu gran afecte envers el criat malalt. DIMARTS – SANT JOAN CRISÒSTOM, bisbe i doctor de l’Església En un llogaret perdut del Caucas, Comana, en els confins de l’Imperi, moria el dia 14 de setembre de l’any 407 el sant Patriarca de Constantinoble, Joan, anomenat el Crisòstom, “boca d’or“, per la seva alta eloqüència. Va exercir l’episcopat, dedicant-se especialment a la predicació, a l’ajuda dels pobres i a denunciar tota injustícia i iniquitat, l’avidesa dels rics i la corrupció. Relegat a l’exili pels poderosos, les penalitats de camí, caminades per senders abruptes, alternativament sota el sol i la pluja, sense un alt de repòs, dugueren l’ancià bisbe, d’uns setanta anys, a la seva pàtria definitiva. No podent més amb si mateix, els guàrdies el van deixar el 13 de setembre, sense tenir-ne cap cura, en una capella rural del lloc, on a l’albada de l’endemà va morir. Les seves últimes paraules foren: “Que Déu sigui glorificat en totes les coses“. Contemplant la seva mort, acuden a la memòria les seves paraules quan s’acomiadava del seu poble abans de marxar a l’exili. Deia: “¿Que em desterren? ¿A quin lloc em podran enviar que allà no hi sigui el meu Déu, cuidant de mi? ¿Que em treuen els meus béns? ¿Què em poden treure si ja els he repartit tots? ¿Que em mataran? Així em torno més semblant al meu Mestre Jesús, i com Ell, donaré la meva vida per les meves ovelles” (Homilia I, abans de l’exili). La vida del sant Patriarca de Constantinoble és coneguda i les seves obres també. L’exegesi que cultiva s’enquadra en l’anomenada “escola d’Antioquia“. Una exegesi que es reflecteix en els seus copiosos comentaris a l’Escriptura, homilies i tractats. S’atribueix a ell l’anàfora més en ús de les Esglésies orientals, la qual titulen: “Divina litúrgia del nostre pare entre els sants sant Joan Crisòstom“. És conegut com el “Doctor eucarístic” per la seva doctrina sobre el sagrament. Doctor de l’Església, és sense cap dubte, el més gran dels Pares d’Orient. Missa: 1C 12, 12-14. 27-31a; Sal 99, 2. 3. 4. 5; Lc 7, 11-17 Sols Lluc transmet aquest passatge: la resurrecció del fill de la vídua de Naín. Aquest miracle és fruit de la compassió pura de Jesús, ningú no li demana res. Ell s’avança. Impressionats, els presents “glorificaven Déu” amb aquestes paraules: “Ha aparegut (lit.: ha sorgit) entre nosaltres un gran profeta (…). Déu ha visitat el seu poble“. Sense saber-ho, anunciaven una veritat dogmàtica: la persona de Jesús és veritablement home i veritablement Déu, sense barreja ni confusió de natura. L’expressió “I el Senyor el donà a la seva mare” anticipa una resurrecció més gran: Crist, amb la seva Resurrecció, torna a la Mare-Església, en la vida eterna, tots els seus fills i filles. DIMECRES – EXALTACIÓ DE LA SANTA CREU Les Esglésies d’Orient i d’Occident celebren avui l’Exaltació de la Creu del Senyor. La Creu del Senyor és el judici del món, un judici de misericòrdia. És l’elevació de la Creu santa i vivificant sobre el món. La festa, celebrada ecumènicament, procedeix de l’Església mare de Jerusalem. Se celebra quaranta dies després de la Transfiguració del Senyor i el seu origen està relacionat amb la Dedicació de la basílica de la Resurrecció, a Jerusalem, el 13 de setembre del 335. La festa és testimoniada per la peregrina Egèria. La Creu és el signe suprem, indeleble, que manifesta el Senyor Ressuscitat en l’Esperit Sant. Icona de l’amor del Pare que ha lliurat el Fill en l’amor de l’Esperit. La geometria infinita de la Creu evoca “la profunditat, l’altitud, longitud i amplada” de l’amor de Crist (Ef 3,18). La Creu roman elevada sobre aquest món fins que el Senyor torni en la seva glòria. A Jerusalem i en els Ritus orientals es realitza el “ritu de l’elevació de la santa Creu“, així es representa també en la icona de la festa. Mentre es beneeix amb la Creu elevada els quatre punts cardinals, els fidels es prostren. L’antífona principal i veritablement antiquíssima és aquesta: “Adorem Senyor, la vostra Creu, lloem i glorifiquem la vostra Resurrecció, per aquest arbre ha vingut el goig a tot el món“. Pels cristians de Ritu oriental avui és dia de dejuni rigorós. L’Ofici Diví d’avui és tot ell un cant a la Creu del Senyor, contemplada com a “esperança única, altar, santa, beneïda, admirable, preciosa, reial, tresor, nupcial, refulgent, joiosa, emporprada de la Sang del Senyor, redemptora“. Totes aquestes expressions apareixen en els himnes i en les antífones de l’Ofici i de la Missa. Missa: Nm 21, 4b-9 (o bé: Fl 2, 6-11); Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38; Jo 3, 13-17 En la conversa de Jesús amb Nicodem, el Senyor anuncia que, de la mateixa manera que Moisès alçà un signe de mort en el desert, la serp, perquè els qui la miraven fossin guarits (primera lectura), també el “Fill de l’home” ha de ser exalçat sobre la Creu, el tron de la divina glòria i de la misericòrdia. S’afirma solemnement que qui creu en l’exaltació del Fill de l’home té vida eterna, ja que Déu “no ha enviat el Fill per a condemnar el món, sinó per a salvar-lo gràcies a Ell“. La Creu aixecada roman “in altum“, per sobre de les nostres misèries i pecats, perquè qui cregui en Crist tingui “la vida eterna“, és a dir, participi de la vida de Déu. Crist és el “Fill de l’home“, referit a la figura misteriosa de la profecia de Daniel (Dn 7,12-14), que ha baixat del cel, encarnació, “kènosi” i ha pujat al cel, resurrecció, exaltació, on subsisteix com a Déu en la glòria de la Trinitat. La Creu és preciosa perquè significa l’amor gratuït de Déu Trinitat, la donació del Fill Unigènit, a canvi de res, sense esperar la resposta de fe i d’amor del món. La Creu és “epifania” de la Trinitat: el Pare es dóna en el seu Fill en l’amor de l’Esperit Sant. Darrere dels braços oberts de Jesús hi ha els braços oberts del Pare que lliura el seu Fill per Amor. El Catecisme diu: “Aquell que va ser crucificat en la carn, nostre Senyor Jesucrist, és Déu veritable, Senyor de la glòria i un de la Santa Trinitat” (CCE 468). En el Salm se’ns convida a meditar la “kènosi” del Fill, l’obra suprema de la nostra redempció, que sant Pau ha narrat bellament en la primera lectura: “No oblideu les obres del Senyor“. En el solemne vers al·leluiàtic es canta la bella i antiga aclamació: “Us adorem, oh Crist, i us beneïm, perquè per la vostra Creu heu redimit el món“. De la mistagògia dels Pares “Aquest arbre és per a mi salvació eterna: d’ell em nodreixo, en ell m’assacio. Amb les seves arrels enfonso les meves arrels, amb les seves branques estenc jo les meves, de la seva rosada m’embriago; el seu Esperit, com alenada deliciosa, em fecunda. Aquest arbre és aliment per a la meva fam, deu d’aigua per a la meva set, mantell per a la meva nuesa… Aquest arbre és la meva protecció quan tinc temor de Déu, el meu suport quan vacil·lo, premi quan lluito, trofeu quan venço. Aquest arbre és per a mi “porta estreta i camí dur” (cf. Mt 7,13ss), escala de Jacob, camí d’àngels, sobre el qual roman veritablement “dempeus el Senyor” (cf. Gn 28,13)“. Antiga homilia pasqual, 51 (Sch 27, pàg. 177ss) DIJOUS – MARE DE DÉU DELS DOLORS L’endemà de la festa de la Santa Creu fem memòria dels sants sofriments de la Mare de Déu al peu de la Creu. Entre els Pares i els autors espirituals recordem especialment com sant Anselm i sant Bernat contemplen i prediquen, amb un gran amor i amb un pensament teològic profund, la compassió de la Benaurada Verge Maria: no dubten d’anomenar-la “reina de tots els màrtirs“, perquè a través de la compassió compartí la Passió i la Mort del Fill. Ahir celebràvem la Creu del Senyor com a expressió plena de la compassió del Pare donant el Fill en l’amor de l’Esperit Sant. Avui celebrem com Maria comparteix la compassió del Fill per tots els pecadors. Maria, vora la Creu del Senyor, és imatge de l’Església que vol acompanyar el dolor del món. Al peu de la Creu s’acompleix la profecia de Simeó. Les llàgrimes de Maria, maternes i compassives, s’estenen sobre els qui formen part del Cos de Crist, el seu Fill. A tots, en la persona del deixeble estimat, els ha estat donada per mare: “Aquí tens la teva mare” (Jo 19,26-27). Missa: 1C 15, 1-11; Sal 117, 1-2. 16ab-17. 28; Jo 19, 25-27 (o bé: Lc 2, 33-35) Romandre “vora la creu” significa “professar la fe“, “Stábat mater“. Maria roman fidel prop del seu Fill crucificat. Ella és present al principi de la vida de Jesús i també al final. És present sempre. Romandre al costat d’Ell significa participar de l’abandó i dels sofriments del Senyor i experimentar-los com a propis amb una immensa compassió de mare. Jesús, veient-la a ella, lit.: “fixant- se” i al deixeble que estimava, proclama la seva nova maternitat. Des d’ara serà mare del deixeble estimat i, amb ell, de tots els deixebles, nosaltres. És un signe de l’Església que neix per obra i voluntat del Senyor. El nou Leccionari castellà tradueix perfectament l’últim versicle de la perícopa: “El deixeble la va acollir com a quelcom propi“. És a dir, com algú que li pertanyia per sempre, quelcom a què mai no renunciaria. Maria, i amb ella l’Església tota, pertany als dons pasquals del Senyor. Com diu freqüentment el Papa Francesc: “El Senyor no ens va deixar orfes: tenim mare, Maria“. Al vers de l’al·leluia es proclama Maria benaurada ja que “meresqué, sense morir, la palma del martiri“: va participar del martiri de Jesús, causa i fonament de tot el martiri cristià. La cèlebre “Seqüència” interpreta els sentiments de Maria vora la Creu. Aquesta “Seqüència“, encara que opcional, no s’ha de descuidar. Maria portava l’Infant en braços quan va escoltar la profecia de Simeó, que es compliria a la Creu. Quan Jesús no podia disposar de si mateix, com a nen i com a crucificat, la Mare era present, “Stábat mater“. En el seu part virginal a Betlem i en el moment que naixia a la vida de Déu amb la seva mort salvadora, sentia el seu crit, el crit de Jesús al Gòlgota és un crit de part. L’espasa que traspassa el cor de la Mare és la Paraula de Déu, el seu Fill estimat (cf. He 4,12): traspassà tota la seva vida, va viure per a Ell. De Betlem a la Creu. En iniciar la seva missió, el Senyor es va emportar de casa seva l’únic i més gran tresor que posseïa: la seva Mare. I, després, com tot allò seu, la donà a l’Església. L’espasa que traspassa l’ànima de la Mare posarà de manifest “els sentiments (lit.: pensaments) amagats als cors de molts“. Els que estimaran el Fill, l’estimaran més que a la pròpia vida. També revelarà fins a quin punt el pecat ofèn a Déu: el pecat del món que el Senyor expia a la Creu. La Mare traspassada per la Paraula de Déu revela al mateix temps l’ofensa i l’amor. Tot queda diàfan al cor de la Mare Dolorosa. L’Església, com Maria, viu traspassada per la Paraula de Déu. També pel seu dolor i pel seu amor. DIVENDRES – SANTS CORNELI, papa, i CEBRIÀ, bisbe, màrtirs La Litúrgia romana celebra en una mateixa memòria els sants Corneli i Cebrià, tot i que no van ser martiritzats ni el mateix dia ni en el mateix lloc. La raó és sens dubte la sintonia espiritual que hi va haver entre tots dos en vida i que es va manifestar en la seva correspondència i en l’afecte que es van demostrar. Eren bisbes, l’un de la primera Seu d’Occident, Roma, i l’altre de la principal Seu de l’Àfrica llatina, Cartago. Tots dos van fer front a la desviació montanista de Novacià i van defensar tots dos de manera exemplar la unitat de l’Església. Sant Corneli, en la polèmica sobre els cristians caiguts per por “lapsi” que havien abjurat del cristianisme, es manifesta ple de misericòrdia i s’inclina per reintegrar-los a la vida eclesial. L’Església de Roma sempre ha donat testimoni de misericòrdia. Cebrià va escriure a Corneli: “En cas que Déu li faci a un de nosaltres la gràcia de morir aviat, que la nostra amistat continuï al costat del Senyor“. D’aquesta amistat, que continua al cel, es fa ressò la Litúrgia romana en celebrar-los juntament en una sola memòria. Sant Cebrià morí màrtir, tal dia com avui de l’any 258. Sant Corneli, Papa, sembla que morí a causa de les penalitats sofertes a l’exili, però l’Església de Roma l’ha considerat sempre màrtir del Crist. Amb aquest títol apareix en la “lauda” sepulcral de les catacumbes de sant Calixt a la Via Àpia. Missa: 1C 15, 12-20; Sal 16, 1. 6-7. 8 i 15; Lc 8, 1-3 Les dones segueixen Jesús: Lluc és l’únic evangelista que ho consigna. Totes havien experimentat l’amor benvolent del Senyor. Se’ns diu que no eren dones irrellevants socialment, ni anònimes: ajuden el Mestre en el seu sosteniment diari i els seus noms són recordats amb veneració en les comunitats. Representen l’Església de l’amor, “ecclesia amoris“, que va molt freqüentment deu milles per davant que l’Església del ministeri En el Nou Testament, les dones són protagonistes indiscutibles en els esdeveniments pasquals per la seva fidelitat indestructible. En la història de l’Església, les dones segueixen essent protagonistes del testimoni de l’Evangeli per la seva caritat inesgotable, per la seva fortalesa en el martiri, per la seva fondària en la contemplació. També per la seva creativa i innovadora aportació a la Teologia. DISSABTE Missa: 1C 15, 35-37. 42-49; Sal 55, 10. 11-12. 13-14; Lc 8, 4-15 Es proclama la versió llucana de la “paràbola del sembrador“. El Diví sembrador no es cansa d’escampar la Paraula, conscient que no totes les seves llavors creixeran ja sigui per causes externes o internes: pel que ve de fora, com a fascinació i la seducció, o per allò que ve de dins, la incapacitat de respondre generosament a Crist. Lluc acaba la perícopa amb aquestes paraules: “La llavor que cau a la terra bona vol dir aquells que reben (lit.: escolten) la paraula i la retenen (lit.: la guarden) amb un cor bo i ben disposat (lit.: amb un cor noble i generós), i sofrint amb constància (lit.: perseverant), arriben a donar fruit“. És una bella descripció dels seguidors de Jesús, i no és per a un dia o un temps, sinó per a tota la vida. La Mare de Déu és la terra humil, modelada per l’Esperit Sant i fecunda garba que ha donat el fruit de les seves entranyes: Jesús, el nostre Senyor i Salvador. Ella ha donat “el cent per u“, nombre de plenitud. Tampoc cal oblidar que la llavor de la Paraula de Déu serà soterrada i ressuscitarà gloriosa per a la vida eterna, i per l’Esperit farà florir de santedat el camp de l’Església. Són les flors de Pasqua. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.409ss) |