2017 – DOMINGO III DE ADVIENTO
Es el domingo “Gaudete” por razón de la antífona del Introito (Fil 4, 4b. 5b). También por el color rosáceo de las vestiduras litúrgicas.
La comunidad debe alegrarse siempre en el Kyrios, el Señor Resucitado, el motivo único y suficiente es solo éste: “El Señor está cerca”.
La espera cristiana de “Aquél que siempre viene a nosotros” es alegre. Es una esperanza intrínsecamente gozosa.
La venida del Señor nos concierne a todos, porque nadie puede curarse a sí mismo y todos somos de alguna manera pobres.
Por eso necesitamos el “Año de gracia del Señor”. Esta liberación el Señor no la realiza desde fuera, sino desde dentro, desde el Espíritu que nos dará: “Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas”.
El Evangelio presenta a Juan, precursor del Señor, como “testigo de la luz”.
Juan el Bautista, recupera todo el Antiguo Testamento y lo entrega al Mesías. Toda la antigua alianza culmina con la misión del Bautista.
El mensajero es testigo de la Luz y, al mismo tiempo, se convierte en mediación e instrumento de ella.
En el Evangelio escucharemos como Jesús realiza la misión del Siervo del Señor, anunciada en la primera lectura.
Está palabra del profeta que había quedada indeterminada durante siglos ahora se cumple inusitada en la persona de Jesús.
La presencia del Espíritu es causa de gozo como se anuncia en la segunda lectura. Toda la Iglesia, con el canto de María, exclama: “Me alegro con mi Dios”.
La segunda lectura cuyo incipit da nombre al domingo, antiguamente se leía en la noche de Navidad, a manera de invitatorio a la alegría de la fiesta.
Mn. Rafael Serra
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2018, Liturgia fovenda, p.40)