2017 – DOMINGO IV DE ADVIENTO
Se vuelve a proclamar el Evangelio de la Anunciación del Señor. Que se proclamó en la solemnidad de la Inmaculada (también el día 20 en la Misa ferial).
La tradición litúrgica goza de este Evangelio, casi como Evangelio alpha y lo utiliza muchas veces durante el año. Por decirlo así, no se cansa de escucharlo.
Es el exordio y preludio de nuestra salvación. Hay que escucharlo como lo que es, la más grande y más bella Buena Nueva “euanguelion”: “Alégrate, María, alégrate, Iglesia, el Señor viene a ti”.
El misterio eterno, escondido en secreto durante siglos, se ha manifestado en el advenimiento del Hijo y por eso siempre la Iglesia, Esposa, debe decir con el Salmo: “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”.
La Anunciación del Señor es el primer icono de la Santa Trinidad. María es el “Nobile totius triclinium Trinitatis”
También toda la esperanza de Israel termina con el humilde “Fiat secundum verbum tuum” de la Virgen de Nazaret.
La Anunciación del Señor es una sacra pagina de excelsa densidad teológica. Todos los Padres de Iglesia de occidente y de oriente la han predicado como jamás han predicado otra.
La Iglesia quiere recibir al Señor en la gracia de la Navidad con la actitud obediencial de María. Por ser María, la Madre del Señor, toda la Iglesia participará de la fecundidad de María.
Mn. Rafael Serra
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2018, Liturgia fovenda, p.46).