2019 – DOMINGO DESPUÉS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
Lauda Salvatorem.
La nueva Sión, Jerusalén espiritual, donde se reúnen los hijos de Dios de todos los pueblos, lenguas y culturas, alaba al Salvador con himnos y cantos.
En efecto, son inagotables el estupor y la gratitud por el don de la Eucaristía.
Este don supera toda alabanza, “porque Él está sobre toda alabanza y jamás podrás alabarle lo bastante” (Secuencia de Corpus).
La Eucaristía fue ya figurada en la ofrenda del pan y del vino de Melquisedec, el cual, a su vez, en el Salmo se interpreta como figura del sacerdocio de Cristo: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
En la segunda lectura se proclama el relato de la institución de la Eucaristía según Pablo: “La tradición que procede del Señor“.
En este texto y en el relato de la multiplicación de los panes se consignan los cuatro verbos que tienen como sujeto al mismo Señor: “tomó pan, dio gracias, lo partió y lo dio“, que corresponden a los cuatro elementos esenciales del banquete eucarístico.
Son las acciones del Señor: tomar el pan (presentación de las ofrendas), dar gracias (anáfora), partir (fracción del pan) y darlo (comunión).
“El milagro de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud, prefigura la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía» (CIC n. 1335).
Como canta la Secuencia, la Eucaristía es Ecce panis angelorum, factus cibus viatorum: vere panis filiorum. Cada vez que nos reunimos para celebrar la Eucaristía “proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva” (donec venias).
El fruto precioso es la unidad del Cuerpo místico: la Eucaristía hace la Iglesia.
De la mistagogía de los Padres:
“Es ciertamente, admirable el hecho que Dios hiciera llover
manà a nuestros padres y los alimentara cada día con la comida
celestial…
Considera pues, ahora ¿qué es más excelente, si aquel pan de Ángeles
o la carne de Cristo, que es el cuerpo de la vida?
Aquel maná caía del cielo, éste está por encima del cielo; aquel se
corrompía si se guardava para el día siguiente, éste no sólo es ajeno a
la corrupción, sino que da la incorrupción a todos los que lo comen
con reverencia…
¡Si te admira lo que no era más que una sombra, mucho más debe
admirarte la realidad!
Date cuenta: los dones que tú posees son mucho más excelentes,
porque la luz es más que la sombra, la realidad más que la figura, el
Cuerpo del Creador más que el maná del cielo”.
San Ambrosio (Sobre los Misterios 43, 47-49)