2019 – INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
Las celebraciones del atardecer de hoy (Misa de la vigilia, Vísperas y Completas) pertenecen ya a la solemnidad de la Inmaculada Concepción
de la Bienaventurada Virgen María
Este año coinciden la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María con el Domingo II de Adviento. Según la normativa del año litúrgico (Cf. Tabla de la precedencia de los días litúrgicos, al inicio de este Calendario), los domingos de Adviento tienen un rango superior a las solemnidades; es por ello que la solemnidad de la Inmaculada Concepción debería trasladarse al lunes, pero la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, debido a la popularidad de esta solemnidad, ha atendido la solicitud de la Conferencia Episcopal Española para la dispensa a perpetuidad de la observancia de esta norma litúrgica en España.
Con todo, a fin de no perder el sentido del Domingo II de Adviento, debe observarse lo siguiente:
• La segunda lectura de la Misa debe ser la del II Domingo de Adviento (este año, siendo ciclo A: Rm 15, 4-9)
• En la homilía debe hacerse mención del Adviento
• En la Oración universal hay que hacer, como mínimo, una petición con el senti- do del Adviento, y concluir con la oración colecta del Domingo II de Adviento.
INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
María, concebida sin pecado original y redimida anticipadamente, es la figura más perfecta y acabada de la Iglesia.
Esta celebra hoy la precedencia y la primacía de la gracia.
Es la gracia creadora de Dios que crea el templo de la humani- dad de su Hijo, el Arca de la Nueva Alianza.
Ciertamente: “Purísima debía de ser la Virgen que nos diera el Cordero inocente” (Pref.).
Lo tenía que hacer, lo podía hacer y lo hizo (potuit, decuit, ergo fecit), según la célebre formulación del beato Duns Escoto.
No olvidemos que la Inmaculada es la primera solemnidad del Año litúrgico, la primera fiesta del Año cristiano, con toda la significación que ello conlleva.
Primero y ante todo está el don de Dios, el primado de la gracia.
María es el primer regalo de Dios a la humanidad: el Padre prepara la Madre de su Hijo, el templo de su Hijo.
Los dones de Dios siempre van por delante.
Antes de Navidad hay una gracia oculta: el destino de una joven de Nazaret, que el Señor escoge para dar sangre y leche al Verbo de Dios encarnado.
La Iglesia nacía con ella, mecida de gracia desde el principio, y la Iglesia contempla en ella la santidad que está llamada a vivir y su destino glorioso.