2019 – Jueves y Viernes Santo
JUEVES SANTO EN LA CENA DEL SENYOR
“Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana Santa, la Iglesia comienza el Triduo Pascual y evoca aquella última cena, en la que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, habiendo amado a los suyos hasta el extremo (los suyos que estaban en el mundo), ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, y las entregó a los apóstoles para que las sumieran, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también las ofreci- eran» (Caeremoniale episcoporum, n. 297).
De la mistagogía de los Padres:
“Fue una tarde perfectísima, en la que Cristo cumplió la verdadera Pascua; fue una tarde, la última tarde, en la que Cristo selló su doctrina; tarde, cuyas tinieblas fueron iluminadas; tarde, que hizo nueva la décima cuarta luna del día del sol; Dios mandó aquel día que la sinagoga inmolara el cordero de la décima cuarta luna de Nissan y que cada año fueran preparados los ácimos.
En la noche, pues, de aquella Pascua, otorgó a su Iglesia el mandato que renovara la memoria del Cordero, Hijo de nuestro Dios.
El cual, antes que para nosotros fuera entregado a la muerte, dio su Cuerpo y su Sangre. Aquella tarde, en la que los judíos usaban los ácimos, Jesús constituyó la Iglesia heredera de su Sangre ante el mundo.
Oh tarde gloriosa, ¡en la que se cumplieron misterios tan grandes!
¡Fue sellada la antigua alianza, y la Iglesia de los gentiles fue enriquecida!
Tarde bendita, tiempo bendito, en el que la Cena fue consagrada; mesa bendita que se convirtió en altar para los apóstoles.
En aquella Cena el Señor nos dio el alimento espiritual y la
bebida espiritual, como lo había predicho Isaías”.
San Efrén (sermón IV)
VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
En este día, en que “Cristo nuestro Cordero pascual ha sido inmolado”, la Iglesia, meditando sobre la Pasión de su Señor y Esposo y adorando la Cruz, conmemora su nacimiento del costado de Cristo dormido en la Cruz e intercede por la salvación de todo el mundo.
El centro de la celebración es la proclamación de la Pasión y Muerte de Jesús, que, según antigua tradición es de San Juan “el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero“.
La cima del relato son las palabras de Jesús. “Está cumplido“: el designio del Padre, la obediencia del Hijo y la entrega del Espíritu Santo.
La oración hoy es más que nunca universal, ruega por todo y por todos, porque no hay nada ni nadie que quede excluido de la redención de Cristo.
Adora con un inmenso amor la Cruz del Señor y se une a sus sufrimientos, incluso con la comunión eucarística.
Una Eucaristía que sólo hoy no rompe el ayuno. Del cual el Concilio Ecuménico afirma: “Téngase como sagrado el ayuno pascual; que ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aun extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo del Domingo de Resurrección con ánimo elevado y entusiasta” (SC n. 110).
De la mistagogía de los Padres:
“Gloria a Ti, amigo de los hombres.
Gloria a Ti, oh misericordioso.
Gloria a Ti, oh magnífico.
Gloria a Ti, que ha venido a salvar nuestras almas.
Gloria a Ti, que fuiste atado a la columna.
Gloria a Ti, que fuiste flagelado.
Gloria a Ti, que fuiste escarnecido.
Gloria a Ti, que fuiste clavado en la Cruz.
Gloria a Ti, que fuiste sepultado y has resucitado.
Gloria a Ti, glorificado por los hombres que han creído en Ti.
Gloria a Ti, que has subido a los cielos.
Gloria a Ti, que te has dignado salvar al pecador, por tu misericordiosa bondad»
San Efrén (del Sermón IX sobre los sufrimientos del Salvador)
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2019, Liturgia fovenda, p. 158ss).