2020-09-06 : DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Domingo de la corrección fraterna.
La lectura evangélica de hoy forma parte de lo que se denomina el “Discurso eclesiástico”.
El Señor pone las bases de la vida de la comunidad-Iglesia.
Es una comunión de hermanos y hermanas donde nadie puede sentirse indiferente respecto a los demás: nadie se puede permitir que el otro se perjudique a sí mismo.
Por ello es tan necesaria la corrección fraterna, ejecutada en la caridad y en el discernimiento comunitario.
La corrección fraterna es un acto de amor: “A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo, porque el que ama ha cumplido el resto de la ley“.
El Evangelio de hoy sustenta toda la disciplina penitencial en la Iglesia.
El fragmento final del Evangelio presenta dos promesas grandiosas: Dios escuchará la oración de la comunidad y Cristo estará siempre presente en medio de aquellos que se reúnan en su Nombre (lit: “para confesar su Nombre“).
Es un texto fundamental para definir la naturaleza de la asamblea litúrgica.
El tema de la corrección fraterna tiene un vínculo con la vocación profètica, primera lectura.
El profeta debe transmitir la palabra divina, tanto si gusta como si no gusta a los oyentes, consciente de que la manera de pensar de los humanos no es la manera de pensar de Dios.
Se trata del supremo realismo de la obediencia a la Palabra, en la revelación.
“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor“, repetimos en el Salmo responsorial.
Debemos estar atentos a su voz, pero sin olvidar que nadie sabe cómo opera la gracia en el corazón de las personas.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.347)