2020 – DILLUNS DE LA III SETMANA D’ADVENT :: LUNES DE LA III SEMANA DE ADVIENTO
SANT JOAN DE LA CREU, prevere i doctor de l’Església L’any del Senyor 1591, a Úbeda (Jaén) mentre tocaven per l’Ofici nocturn, al punt de la mitjanit, aquell frare -menut d’estatura però interiorment gegant- preguntà: “¿A qué tañen?“. Quan li fou dit que tocaven a “Matines“, va respondre: “Gloria a Dios, que al Cielo los iré a decir“. Besà el crucifix que sostenia amb les mans i pregà: “Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu“. Llavors inclinà el cap i expirà. El seu feble cos, nafrat enterament i nauseabund, començà a desprendre una fina olor de roses. Aquesta fragància, a través del seu mestratge espiritual, perfuma encara l’Orde del Carmel Descalç i l’Església universal. Joan de la Creu cercà Déu en totes les nits de la fe i és un mestre, doctor de pregària per a tota la humanitat que anhela la Transcendència. El consumí tota la vida la Flama d’amor viva, que ell descriu en el més sublim poema: “¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! Pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres: ¡rompe la tela de este dulce encuentro!“ A la primera lectura, del llibre dels Nombres, escoltem el cèlebre oracle de Balaam, aquest text és considerat pels exegetes d’una tradició oral antiquíssima. Hi escoltem aquestes paraules: “de Jacob, en surt una estrella, d’enmig d’Israel, se n’aixeca un ceptre. L’oracle “de l’home d’ulls penetrants” cal considerar-lo com el primer anunci del Messies en l’Antic Testament. La missió del Messies, a l’Evangeli, està precedida pel ministeri de Joan. El Senyor parla “amb autoritat” del baptisme de Joan com a encàrrec rebut de Déu. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2021, Liturgia fovenda, p.49ss) |
SAN JUAN DE LA CRUZ, presbítero y doctor de la Iglesia
El año del Señor 1591, en Úbeda (Jaén) mientras tocaban para el Oficio nocturno, en el punto de la medianoche, aquel fraile -pequeño de estatura, pero interiormente gigante- preguntó: “¿A qué tañen?“. Cuando le fue dicho que tocaban a “Maitines“, respondió: “Gloria a Dios, que al Cielo los iré a decir“. Besó el crucifijo que sostenía en las manos y rogó: “Señor, en tus manos encomiendo mí espíritu“. Inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Su débil cuerpo, llagado enteramente y nauseabundo, empezó a desprender un fino olor a rosas. Esta fragancia, recuerdo perenne de su maestría espiritual, perfuma aún la Orden del Carmelo Descalzo y la Iglesia universal. Juan de la Cruz buscó a Dios en todas las noches de la fe y es un maestro, doctor de oración para toda la humanidad que anhela la Trascendencia. Le consumió toda la vida la Llama de amor viva, que él describe en su más sublime poema: “¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! Pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres: ¡rompe la tela de este dulce encuentro!” En la primera lectura, del libro de los Números, escuchamos el célebre oráculo de Balaam, este texto es considerado por los exegetas de una tradición oral antiquísima: “Avanza una estrella de Jacob, y surge un cetro de Israel“. El “oráculo del hombre de ojos perfectos” hay que considerarlo como el primer anuncio del Mesías en el Antiguo Testamento. La misión del Mesías, en el Evangelio, está precedida por el ministerio de Juan. El Señor habla con autoridad del bautismo de Juan como encargo recibido de Dios. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2021, Liturgia fovenda, p.50ss) |