2020 – DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Domingo de la multiplicación de los panes y los peces
El Evangelio de la multiplicación de los panes es una figura de la Eucaristía prefigurada y anticipada.
Aparecen los cuatro verbos eucarísticos: “tomar el pan, dar gracias, partir y dar“.
Es el signo que anuncia que el Señor multiplicará en abundancia su Pan en la Eucaristía para su Iglesia, como signo del Banquete del Reino.
Es así como el Señor convoca a su pueblo y lo alimenta en su peregrinación.
Cristo alimenta a una multitud de pobres que le seguían “en despoblado“, desierto, como la peregrinación del pueblo de Dios hacia la tierra prometida a los Padres.
El milagro de las multiplicaciones de los panes es de los pocos relatos comunes a los cuatro Evangelios.
Es un don sobreabundante, como la figura bellísima de los “doce cestos” que el Señor reserva para el nuevo Israel de Dios, la Iglesia.
Aparece siempre una ley cristiana: la persona humana tiene poco y Dios le da en abundància, como los cinco panes y los dos peces, o como el vino agotado en Caná.
De lo que es poco Dios hace un don superabundante para la multitud reunida, “unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños“.
No hay negocio entre Dios y su criatura, todo es dado gratuitamente y con abundancia.
No se trata de una manifestación del poder de Dios sino de Dios que se ha hecho pobre para enriquecernos a todos.
No hay más negocio que el descrito en la primera lectura: “Oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y Leche“.
Los dones de Dios son impagables.
Todo es gratis.
También en el Evangelio se dice: “Dadles vosotros de comer“.
Cuando compartimos lo que tenemos, hay para todos y aún sobra.
El Señor multiplica el pan para una multitud de pobres, pero bendice nuestra generosidad para dar de comer a todo el mundo.
Lo pequeño, mínimo e insignificante, ofrecido al Señor, Él lo hace grande por su bendición.
El Salmo responsorial es muy apropiado: “Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo“.
El final del capítulo 8º de la carta a los Romanos es una oda al amor de Cristo:”¿Quién nos separará del amor de Cristo?“
Son palabras que deben ser esculpidas en lo más íntimo del corazón.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.310)