2020 – MIÉRCOLES DE CENIZA
La Cuaresma -antiguamente- comenzaba el primer Domingo, pero se añadieron cuatro días feriales para completar el número sagrado de los cuarenta días de ayuno, ya que en el rito latino los Domingos nunca se han considerado días penitenciales.
Hoy el Papa, siguiendo una costumbre secular, inicia la Cuaresma en la antiquísima basílica de Santa Sabina, en la montaña del Aventino, en Roma.
El sistema estacional fue llenando todos los días de Cuaresma.
El Misal recomienda que se conserve y se fomente la antigua costumbre de reunirse la Iglesia local, siguiendo el ejemplo de las estaciones romanas.
La imposición de la ceniza -en el inicio reservada sólo a los penitentes que debían ser reconciliados por Pascua- pasó a todos los fieles.
La Cuaresma empieza con la espléndida antífona de entrada: “Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste“.
En la primera lectura, el profeta invita a todo el pueblo a la conversión y a renovar la alianza, incluso los sacerdotes deben llorar “entre el atrio y el altar“, por sus pecados y por los del pueblo.
En el Evangelio, el Señor nos da los instrumentos espirituales de la penitencia y la manera de realizarla en el secreto maravilloso del que sólo Dios y la propia conciencia son testigos.
En la segunda lectura, san Pablo anuncia la voluntad de Dios que quiere reconciliar el mundo consigo mismo.
Todo el corazón de la Iglesia penitente está en el verso responsorial del Salmo.
La ceniza impuesta significa lo que Dios quiere hacer con nuestros pecados, con la humanidad vieja desfigurada por el pecado, para que resplandezca la humanidad nueva, que nace por el Bautismo y el Espíritu Santo.