2020 – OCTAVA DE PASCUA
La importancia del anuncio de la resurrección se manifiesta en la Octava de Pascua ya que constituye litúrgicamente un solo día: se proclaman las siete epifanías de la resurrección del Señor.
Cada día se proclama una aparición de Cristo resucitado a la comunidad apostólica.
Como también cada día se repite el mismo verso del aleluya: “Este es el día que hizo el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo“.
Hay que recordar que estos evangelios se proclaman también en las Vigilias prolongadas dominicales (unas vigilias que frecuentemente se olvidan).
Teológicamente, es importante la simbología del “día octavo“.
Es un día único y octavo, en el sentido que sale del septenario, forma parte del otro eón.
Del tiempo del mundo al tiempo de Dios.
La Iglesia no sustituyó el sabbath por el Domingo.
El sabbath, en la tradición de los Padres, forma parte de la Creación y de la Alianza.
Pero el “octavo y único día” es una nueva creación.
En la celebración cristiana participamos sacramentalmente del misterio del octavo y único día.
La octava de Pascua conlleva esta significación.
De la mistagogia de los Padres
Una Pascua divina hoy se nos ha revelado.
Pascua nueva y santa.
Pascua solemnísima de Cristo Libertador.
Pascua inmaculada y grande.
Pascua de los creyentes.
Pascua que abre las puertas del Paraíso.
Pascua que santifica a todos los cristianos.
Pascua dulcísima, Pascua del Señor. ¡Pascua!
Una Pascua santísima nos ha dado.
Es Pascua. Abracémonos unos a otros.
Tú eres la Pascua que destruyes la tristeza. Porque hoy Cristo Jesús resucita resplandeciente.
Estikirás de Pascua de la Liturgia Bizantina
Nota sobre la lectura de los Hechos de los Apóstoles en tiempo pascual
En la Misa del día de Pascua se inicia la lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Reservar la lectura de este libro bíblico para el tiempo de Pascua es una costumbre ecuménica y antiquísima.
Lucas, que transmitió el relato de la concepción por obra del Espíritu Santo de la humanidad de Jesús, en el libro de los Hechos relata el nacimiento del Cuerpo eclesial de Cristo -por la gracia de Pentecostés- y su crecimiento.
El protagonista real de la historia de la Iglesia naciente es el Espíritu Santo.
El libro de los Hechos, en sentido espiritual, está inacabado porque cada comunidad eclesial está llamada a escribir capítulos de su historia que no terminará hasta que el Señor venga en la gloria de su Reino.
En la liturgia bizantina la lectura de los Hechos ya empieza la Noche de Pascua.
El Señor regala a la comunidad de todos los tiempos “un solo cora- zón y una sola alma”: “vivían todos unidos y tenían todo en común“.
La vida de la Iglesia naciente (sus desarrollos misioneros, sus dificultades) siempre será un referente paradigmático para la vida de la Iglesia de todos los tiempos.
De este libro escuchamos la predicación kerigmática de los apóstoles; para los que creen en Jesús, el Señor, es el perdón de los pecados, y para todos, es el juez de vivos y muertos.