2021 – DIUMENGE VI DE DURANT L’ANY :: DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO
Diumenge de la curació del leprós. Els detalls són importants i significatius en el text evangèlic d’avui. Jesús es deixa tocar per allò més marginal: un leprós. La seva situació està ben descrita a la primera lectura del Levític. No únicament el cura, sinó que el toca i Ell mateix incorre en la impuresa ritual, de manera que, com diu el text, “ja no podia entrar manifestament als pobles“. La caritat del Senyor és inclusiva i totalment solidària. És fruit de la seva compassió. El text diu que davant el leprós, Jesús “es compadí“. El verb està relacionat amb el “eleos-hesed” bíblic, el més propi de Déu. Jesús manifesta les entranyes de misericòrdia del nostre Déu. El diàleg és admirable ja que es troben les dues voluntats: la del leprós de ser curat i la de Jesús de curar. Recorda la “Oración del alma enamorada” de sant Joan de la Creu: “¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo más quiero, y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos“. La súplica del leprós, agenollat davant el Senyor, és commovedora: “Si voleu, em podeu purificar“. Aquest home sap que la curació només la pot rebre per la voluntat del Senyor, com a do de la seva gràcia. Abans de ser curat ja ha estat tocat per la gràcia de la fe. Jesús l’envia al sacerdot per tal de certificar la seva curació i així reintegrar-lo a la comunitat cultual d’Israel, a la vida. Li imposa un secret impossible: Com aquell home podia deixar d’anunciar que Jesús l’havia curat? Sant Pau, a la segona lectura, sembla pretenciós: “Seguiu el meu exemple“. Ho pot dir perquè ell és imitador de Crist. El Salm 31 amb el vers: “Feliç el qui ha estat absolt de la falta i ha vist sepultat el seu pecat” és cantat joiosament en la litúrgia oriental en el moment que un infant o adult acaba de ser batejat. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2021, Liturgia fovenda, p.128) |
Domingo del leproso Domingo de la curación del leproso. Los detalles son importantes y significativos en el texto evangélico de hoy. Jesús se deja tocar por lo más marginal: un leproso. Su situación está bien descrita en la primera lectura del Levítico. No únicamente lo cura, sino que lo toca y Él mismo incurre en la impureza ritual, de manera que, como dice el texto, “ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo“. La caridad del Señor es inclusiva y totalmente solidaria. Es fruto de su compasión. El texto dice que, ante el leproso, Jesús “se compadeció“. El verbo está relacionado con el “eleos-hesed” bíblico, lo más propio de Dios. Él manifiesta las entrañas de misericordia de nuestro Dios. El diálogo es admirable ya que se encuentran las dos voluntades: la del leproso de ser curado y la de Jesús de curar. Recuerda la oración del alma enamorada de Juan de la Cruz: “¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo más quiero, y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos“. La súplica del leproso, arrodillado ante el Señor, es conmovedora: “Si quieres, puedes limpiarme“. Este hombre sabe que la curación solamente la puede recibir por la voluntad del Señor, como don de su gracia. Antes de ser curado ya ha sido tocado por la gracia de la fe. Jesús lo manda al sacerdote para certificar su curación y así integrarlo a la comunidad cultual de Israel, a la vida. Le impone un secreto imposible: ¿Cómo aquel hombre podía dejar de anunciar que Jesús lo había curado? San Pablo, en la segunda lectura, parece pretencioso: “Sed imitadores míos“. Lo puede decir porque él es imitador de Cristo. El Salmo 31 con el verso: “Dichoso el que está absuelto de la culpa, a quien le han sepultado su pecado” es cantado gozosamente en la liturgia oriental en el momento que un niño o un adulto acaba de ser bautizado. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2021, Liturgia fovenda, p.130) |