XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – 14-19/11/2022 – XXXIII SETMANA DE DURANT L’ANY
LUNES Misa: Ap 1, 1-4; 2, 1-5a; Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6; Lc 18, 35-43 Peregrino, Jesús se acerca a Jerusalén para cumplir su éxodo (9, 51) y la última etapa es la ciudad de Jericó. Allí se relata su último milagro: la curación del ciego. En aquel tiempo la ceguera condenaba a la pobreza, a vivir “al borde del camino” de la vida. El grito desgarrador “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” no pasa desapercibido: es una proclamación de fe. El diálogo es dramático pues, como “hijo de David“, Jesús lleva la unción real: el Espíritu de Dios. Se cumple su lec tura en la sinagoga de Nazaret: “se despegarán los ojos de los ciegos” (Is 35, 5). Aquel hombre vio el rostro de Jesús antes que cualquier otra cosa. El Bautismo en la antigua Iglesia se llamaba “phôtismós“, iluminación. Caminar en la fe es caminar en la luz, siguiendo al Señor, uniéndose al pueblo de la alabanza: “Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios“. Los cristianos somos pobres a los que el Señor ha concedido el don más grande: la luz de la fe, con la que queremos vivir y morir. Los rostros de los creyentes resplandecen de la luz de la fe y de la caridad. Así debería ser. MARTES Misa: Ap 3, 1-6. 14-22; Sal 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5; Lc 19, 1-10 Jesús hizo todavía un milagro mayor en Jericó: la conversión de Zaqueo. En el camino hacia Jerusalén Jesús se manifiesta, con palabras y obras, como el profeta del Reino y de la misericordia. En este camino, Zaqueo, el publicano humildemente convertido, es símbolo de todo creyente que “baja” para recibir la visita del Señor en su vida. Zaqueo era pequeño de estatura y, a pesar de toda su riqueza, no podía “añadir” un palmo a su estatura (cf. 12, 25): tuvo que subirse ” a un sicómoro“, parecido a una higuera, bajo la cual el Señor “vio” a Natanael, y que en Egipto era llamado ¡árbol de la vida!. Jesús, con su divina humanidad, llama al que está más alto que Él, “levantó los ojos” y se auto invita a su casa con un perentorio: “Date prisa y baja, porque es necesario que hoy, semerón, me quede en tu casa“. La sola palabra del Maestro toca el corazón del publicano, que le hospeda “muy contento“: es la alegría de ofrecerle su casa y también su corazón convertido. Impresiona el detalle: Zaqueo está “de pie” al pronunciar las palabras que alegran al Señor porque revelan su cambio de mentalidad, “metanoia“. Zaqueo se reintegra al pueblo de la Alianza que observa la ley del Señor y, como hijo de Abrahán, tiene derecho a la bendición y a la promesa de Cristo, adquirida en el leño de la Cruz, que es el Espíritu Santo (Gál 3, 13-14). La redención se anticipa en Zaqueo: su casa será símbolo de la Iglesia, donde habitan los pecadores convertidos a Jesucristo y por los cuales Él ha venido. Ciertamente, el camino del Hijo que había empezado en la pobreza de su nacimiento, “Hoy os ha nacido un salvador“, termina en la pobreza absoluta de la Cruz, “Hoy ha sido la salvación de esta casa“. Estas palabras de Jesús se cantan solemnemente en la Divina Liturgia oriental MIÉRCOLES Misa: Ap 4, 1-11; Sal 150, 1b-2. 3-4. 5-6a; Lc 19, 11-28 La “parábola de las minas u onzas de oro“, como sus similares, trata de la consignación y de la restitución del fruto. Va dirigida al tiempo del Espíritu y de la Iglesia: nuestro tiempo. Su interpretación es claramente cristológica: el “hombre noble” es el mismo Jesús que recibe la investidura real, “el título de rey” por su Resurrección y volverá de nuevo con gloria. Pero antes deja sus pertenencias, a manera de consigna, a sus siervos. El “siervo malo lit.: holgazán“, retiene sin dar fruto y vive con miedo a su señor: los cobardes nunca construirán el Reino, mucho menos quienes no saben reconocer y agradecer que todo lo han recibido de la generosidad de Dios. El cristiano debe arriesgarse, no ser un inútil ni en la Iglesia ni en el mundo. Los “siervos buenos lit.: cumplidores“, han entendido su servicio como acto de confianza y humildad, pues han reconocido su pobreza, nada es suyo, todo lo han recibido, y se han lanzado a la empresa. El servicio nace del don, capacitación ofrecida para que dé frutos. El Señor ha confiado los dones de su Cruz a la Iglesia , la Palabra, los sacramentos, la caridad, la misión…, y son desconcertantes: “al que tiene se le da, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene“. Los apóstoles participarán de la investidura real del Señor, se sentarán en la mesa del Reino y juzgarán las doce tribus del nuevo Israel (cf. 22, 20-30). Lucas aumenta la dramatización del último tramo de la peregrinación a la ciudad santa con el versículo: “Dicho esto, caminaba, lit.: echó a andar, delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén“. JUEVES SANTA ISABEL DE HUNGRÍA, religiosa Hija de Andrés, rey de Hungría, nació en el año 1207. Todavía niña, fue dada en matrimonio a Luis, príncipe de Turingia, del que tuvo tres hijos. Vivía entregada a la meditación de las cosas celestiales y, tras la muerte de su esposo, abrazó la pobreza y erigió un hospital en el que ella misma servía a los enfermos. Murió en Marburg en 1231. Su director espiritual, Conrad de Marburg, escribiendo al Papa, dijo de ella: “Amó a Cristo en la persona de los pobres“. Su hermanastra, Violante de Hungría, esposa de Jaime el Conquistador, está enterrada en el Real Monasterio de Santa María de Vallbona de les Monges. Misa: Ap 5, 1-10; Sal 149, 1bc-2. 3-4. 5-6a y 9b; Lc 19, 41-44 ” Dominus flevit“. Sólo Lucas consigna las lágrimas de Jesús a la vista de la ciudad santa. Son lágrimas que estremecen, y son las mismas de Getsemaní en su agonía. Sólo se llora por lo que se ama. Jerusalén no conoce el momento de la venida de aquel que trae la paz y el amor del Padre en el Espíritu. El Reino es su propia persona. Jesús llora sobre Jerusalén, sobre la Iglesia, sobre nosotros porque lleva dentro una historia de amor: “Yo te he amado tanto y tú tan poco“. Impresiona el versículo: “pero ahora está escondido a tus ojos“. Los ojos ven, pero no ven con la fe. Y Jesús profetiza y se lamenta. La palabra de Jesús es perenne y vigente: invita a todas las generaciones, marcadas por la violencia y la guerra, a descubrir los caminos que conducen a la paz. Una paz que no puede estar fundamentada sino en la verdad y en la justicia. ¡Ojalá seamos conscientes de que vivimos el tiempo “de gracia del Señor!” (cf. 4, 19). VIERNES Misa: Ap 10, 8-11; Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131; Lc 19, 45-48 La perícopa evangélica de hoy sigue al relato de la entrada de Jesús en Jerusalén. El Señor entra en el templo y lo purifica: el atrio se había convertido en una “cueva de bandidos” (Jer 7, 4-11) pues donde hay vendedores se trafica con el precio, y los pobres siempre pierden. El Maestro defiende que lo destinado como ofrenda a Dios no puede ser objeto de negocio y lucro. El gesto de Jesús es profético: “Escrito está: “Mi casa será casa de oración” (Is 56, 7). “Los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo” no soportan el acto desafiante Jesús, esta vez ha llegado demasiado lejos: el templo era el lugar más sagrado de Israel y, propiamente, la economía de la ciudad dependía de la economía del templo. La suerte de Jesús estaba echada al afirmar una vez más que “mammona“, el ansia de riquezas, y Dios no “casan” y remitiendo a la finalidad originaria de la construcción del templo: ser lugar del encuentro de Dios con su pueblo en la asamblea santa. Era la casa de su Padre y “todos los días enseñaba allí” los misterios del Reino. Cuando Jesús expulsa a los vendedores del templo, los que permanecen en el interior son los realmente fieles de Israel. De éstos, los que siguieron a Jesús llegaron a ser el Israel de Dios, edificado con ” piedras vivas y como una casa espiritual” (1 Pe 2, 5). Cuando escuchamos a Jesús y lo seguimos nos unimos todos para llegar a ser el templo del Señor, que es la Iglesia. SÁBADO Misa: Ap 11, 4-12; Sal 143, 1bcd. 2. 9-10; Lc 20, 27-40 De un plumazo, Jesús liquida la estúpida y polémica casuística de los saduceos. En la resurrección, el matrimonio y la procreación ya no tendrán ningún sentido, lo que no quiere decir que en el mundo futuro no se reconozcan como hombre y mujer. La fecundidad pertenece al mundo creado y la fecundidad de los resucitados participará de la fecundidad divina, del “Dios de vivos y no de muertos“. La alusión a los patriarcas de Israel y al episodio de la zarza sugiere la Trinidad vivificante del Dios vivo: del Padre y del Hijo en el amor del Espíritu Santo como amor incandescente e inagotable. El Evangelio es el anuncio de la resurrección de los muertos: de nuestra resurrección. Una resurrección que siempre es en Cristo (cf. Col 2, 12). La expresión de Jesús: “porque para él todos están vivos” da una inmensa paz . Para nosotros, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob es el “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 15, 6). (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.514 ss)
|
DILLUNS Missa: Ap 1, 1-4; 2, 1-5a; Sal 1, 1-2. 3. 4 i 6; Lc 18, 35-43 Pelegrí, Jesús s’acosta a Jerusalem per complir el seu èxode (9,31) i l’última etapa és la ciutat de Jericó. Allà es relatam el seu últim miracle: la curació del cec. En aquell temps, la ceguesa condemnava a la pobresa, a viure “vora el camí” de la vida. El crit tan punyent “Jesús, fill de David, compadiu-vos, lit.: tingueu pietat, de mi no passa desapercebut: és una proclamació de fe. El diàleg és dramàtic ja que, com a “fill de David“, Jesús porta la unció real: l’Esperit de Déu. S’acompleix la seva lectura a la sinagoga de Natzaret: “es desclouran els ulls dels cecs” (Is 35,5). Aquell home va veure el rostre de Jesús abans que qualsevol altra cosa. El Baptisme, a l’Església antiga, es deia “phôtismós“, il·luminació. Caminar en la fe és caminar en la llum, seguint el Senyor, unint-se al poble de la lloança: “Tot el poble, en veure- ho, donà lloança a Déu“. Els cristians som pobres als quals el Senyor ha concedit el do més gran: la llum de la fe, amb què volem viure i morir. Els rostres dels creients resplendeixen de la llum de la fe i de la caritat. Així hauria de ser. DIMARTS Missa: Ap 3, 1-6. 14-22; Sal 14, 1b i 2-3a. 3bc-4ab. 5; Lc 19, 1-10 Jesús va fer encara un miracle més gran a Jericó: la conversió de Zaqueu. En el camí cap a Jerusalem, el Mestre es manifesta, amb paraules i obres, com el profeta del Regne i de la misericòrdia. En aquest camí, Zaqueu, el publicà humilment convertit, és símbol de tot creient que “baixa” per rebre la visita del Senyor en la seva vida. Zaqueu era petit d’estatura i, malgrat tota la seva riquesa, no podia “afegir” un pam a la seva alçada (cf. 12,25): va haver de pujar “a un sicòmor“, semblant a una figuera, sota la qual el Senyor “va veure” Natanael, i que a Egipte era anomenat ¡”arbre de la vida!”. Jesús, amb la seva divina humanitat, crida qui està més alt que ell, “alçà els ulls” i s’autoconvida a casa seva amb un peremptori: “Baixa de pressa lit.: Afanya’t i baixa, que avui, semerón, m’he de quedar a casa teva lit.: és necessari que avui em quedi a casa teva“. La sola paraula del Mestre toca el cor del publicà, que l’allotja “tot content“: és l’alegria d’oferir casa seva i també el seu cor convertit. Impressiona el detall: Zaqueu està dempeus “es posà dret” en pronunciar les paraules que alegren al Senyor perquè revelen el seu canvi de mentalitat, “metanoia“. Zaqueu es reintegra al poble de l’Aliança que observa la llei del Senyor i, com a fill d’Abraham, té dret a la benedicció i a la promesa de Crist, adquirida en l’arbre de la Creu, que és l’Esperit Sant (Ga 3,13- 14). La redempció s’anticipa en Zaqueu: la seva casa serà símbol de l’Església, on habiten els pecadors convertits a Jesucrist i pels quals Ell ha vingut. Certament, el camí del Fill que havia començat en la pobresa del seu naixement, “Avui us ha nascut un salvador“, acaba en la pobresa absoluta de la Creu: “Avui s’ha salvat aquesta casa, lit.: “Avui ha estat la salvació d’aquesta casa“. Aquestes paraules de Jesús es canten solemnement en la Divina Litúrgia oriental. DIMECRES Missa: Ap 4, 1-11; Sal 150, 1-2. 3-4. 5; Lc 19, 11-28 La “paràbola de les mines o unces d’or“, com d’altres de similars, tracta de la consignació i de la restitució del fruit. Va dirigida al temps de l’Esperit i de l’Església: el nostre temps. La seva interpretació és clarament cristològica: l’home “noble” és el mateix Jesús que rep la dignitat reial, “la investidura reial o el títol de rei” per la seva Resurrecció i tornarà de nou amb glòria. Però abans deixa les seves pertinences, a manera de consigna, als seus servents L’”administrador dolent lit.: el servent gandul” reté sense donar fruit i viu amb por al seu senyor: els covards mai construiran el Regne, molt menys els qui no saben reconèixer i agrair que tot ho han rebut de la generositat de Déu. El cristià ha d’arriscar-se, no ser un inútil ni en l’Església ni al món. Els “administradors bons lit.: complidors“, han entès el seu servei com a acte de confiança i humilitat, ja que han reconegut la seva pobresa, res és seu, tot ho han rebut, i s’han llançat a l’empresa. El servei neix del do, que és capacitació oferta perquè doni fruits. El Senyor ha confiat els dons de la seva Creu a l’Església, la Paraula, els sagraments, la caritat, la missió…, i són desconcertants: “als qui tenen, els en donaré encara més, però als qui no tenen, els prendré fins allò que els queda“. Els apòstols participaran de la dignitat reial del Senyor, s’asseuran a la taula del Regne i jutjaran les dotze tribus del nou Israel (cf. 22,20-30). Lluc augmenta la dramatització de l’últim tram del pelegrinatge a la ciutat santa amb el versicle: “Un cop Jesús hagué dit això, seguí davant d’ells, lit.: va començar a caminar, pujant cap a Jerusalem. DIJOUS SANTA ISABEL D’HONGRIA, religiosa Filla d’Andreu, rei d’Hongria, va néixer l’any 1207. Essent encara una nena, va ser donada en matrimoni a Lluís, príncep de Turíngia, del qual va tenir tres fills. Vivia lliurada a la meditació de les coses celestials i, després de la mort del seu espòs, va abraçar la pobresa i va erigir un hospital on ella mateixa servia els malalts. Va morir a Marburg l’any 1231. El seu director espiritual, Conrad de Marburg, escrivint al Papa, digué d’ella: “Estimà Crist en la persona dels pobres“. La seva germanastra, Violant d’Hongria, esposa de Jaume el Conqueridor, està enterrada al Reial Monestir de Santa Maria de Vallbona de les Monges. Missa: Ap 5, 1-10; Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a i 9b; Lc 19, 41-44 “Dominus flevit“. Només Lluc consigna les llàgrimes de Jesús a la vista de la ciutat santa. Són llàgrimes que estremeixen, i són les mateixes de Getsemaní en la seva agonia. Només es plora pel que s’estima. Jerusalem no coneix el moment de la vinguda d’aquell que porta la pau i l’amor del Pare en l’Esperit. El Regne és la seva pròpia persona. Jesús plora sobre Jerusalem, sobre l’Església, sobre nosaltres perquè porta dins una història d’amor: “Jo t’he estimat tant i tu tan poc“. Impressiona el versicle: “Però ara els teus ulls no són capaços de veure-ho lit.: ara està amagat als teus ulls“. Els ulls hi veuen, però no hi veuen amb la fe. I Jesús profetitza i es lamenta. La paraula de Jesús és perenne i vigent: convida totes les generacions, marcades per la violència i la guerra, a descobrir els camins que condueixen a la pau. Una pau que no pot estar fonamentada sinó en la veritat i en la justícia. ¡Tant de bo siguem conscients que vivim el temps “de gràcia del Senyor! (cf. 4,19): l’oportunitat que Déu t’oferia“. DIVENDRES Missa: Ap 10, 8-11; Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131; Lc 19, 45-48 La perícopa evangèlica d’avui segueix al relat de l’entrada de Jesús a Jerusalem. El Senyor entra al temple i el purifica: l’atri s’havia convertit en una “cova de lladres lit.: bandits” (Jr 7,4-11) doncs on hi ha venedors es trafica amb el preu, i els pobres sempre hi perden. El Mestre defensa que allò destinat com ofrena a Déu no pot ser objecte de negoci i lucre. El gest de Jesús és profètic: “L’Escriptura diu lit.: Escrit està: “La meva casa serà casa d’oració” (Is 56,7). Els grans sacerdots, els Mestres de la Llei lit.: escribes i els dirigents del poble lit.: els principals” no suporten l’acte desafiant de Jesús; aquest cop ha arribat massa lluny: el temple era el lloc més sagrat d’Israel i, pròpiament, l’economia de la ciutat depenia de l’economia del temple. La sentència contra Jesús estava signada en gosar afirmar, de bell nou, que “mammona“, l’ànsia de riqueses, i Déu no “casen“, i també remetent a la finalitat originària de la construcció del temple: ser lloc de la trobada de Déu amb el seu poble en l’assemblea santa. Era la casa del seu Pare i “cada dia lit.: tots els dies” hi ensenyava els misteris del Regne. Un cop Jesús expulsa els venedors del temple, els qui romanen a l’interior són realment els fidels d’Israel. D’aquests, els que van seguir Jesús van arribar a ser l’Israel de Déu, edificat amb “ pedres vives i com un temple espiritual” (1Pe 2,5). Quan escoltem Jesús i el seguim, ens unim tots per arribar a ser el temple del Senyor, que és l’Església. DISSABTE Missa: Ap 11, 4-12; Sal 143, 1. 2. 9-10; Lc 20, 27-40 De cop, Jesús liquida l’estúpida i polèmica casuística dels saduceus. En la resurrecció, el matrimoni i la procreació ja no tindran cap sentit, el que no vol dir que en el món futur no es reconeguin com a home i dona. La fecunditat pertany al món creat i la fecunditat dels ressuscitats participarà de la fecunditat divina, del “Déu de vius i no de morts“. L’al·lusió als patriarques d’Israel i l’episodi de l’esbarzer suggereix la Trinitat vivificant del Déu viu: del Pare i del Fill en l’amor de l’Esperit Sant com a amor incandescent i inesgotable. L’Evangeli és l’anunci de la resurrecció dels morts: de la nostra resurrecció. Una resurrecció que sempre és en Crist (cf. Col 2,12). L’expressió de Jesús: “perquè, per a ell tots viuen” dóna una immensa pau. Per a nosaltres, el Déu d’Abraham, Isahac i Jacob és el “Déu i Pare de nostre Senyor Jesucrist” (Rm 15,6). (Calendari-Directori de l’any Litúrgic 2022, p.514 ss) |