SAN MATEO, apóstol y evangelista – 21 de septiembre
Una tradición antiquísima atribuye a Leví, hijo de Alfeo, también de apodo Mateo, la autoría del primer Evangelio.
De hecho, los críticos más entendidos saben que la Iglesia primera de Jerusalén tenía escritos en lengua hebrea, hacia el año 35 dC y siguientes, con palabras y hechos del Señor.
Más tarde se confeccionó el Evangelio según San Mateo que conocemos ahora, en uso ya antes del 65 dC.
El Evangelio es obra de alguien versado en las Escrituras y destinado, sin ninguna duda, a cristianos procedentes de la fe de Israel.
En el Evangelio aparecen los verbos de la divina vocación: Jesús “pasó, vio y llamó“.
En este caso, las dos últimas acciones recaen sobre la persona del publicano Leví, Mateo.
Jesús lo llamó a formar parte del grupo de los Doce.
Lo decisivo no es un pecador perdonado, sino un pecador llamado a ser apóstol: éste es realmente un gesto divino, grandioso en misericordia y confianza.
Mateo es un nombre “teofórico” que significa precisamente “don de Dios“.
El perdón de Dios está en el inicio de todas las posibilidades de la vida, mucho más aún en la vida de la Iglesia.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.364)