XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. – 08-13/08/2022 –
LUNES SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, presbítero Santo Domingo nació en Caleruega, en tierras de Burgos. Optó por la carrera eclesiástica y con veinte años ya formaba parte del Capítulo catedralicio reformado de la catedral de Osma. Por diversas circunstancias, viajó a las tierras del “midi” de Francia, concretamente a Tolosa de Lenguadoc: allí se apercibió de los estragos que causaban los val denses, y, sobre todo, los albigenses en la vida eclesial de la Iglesia. Así nació su vocación de predicador itinerante y evangélico. Reunió compañeros que organizó bajo la Regla de San Agustín y más tarde se constituyeron como Orden de Predicadores: desde Toulouse se extendieron a diversos lugares de Europa. Santo Domingo era llamado “Maestro de predicadores“. Vivió en la oración y en la penitencia por amor y servicio a los hermanos y a la Iglesia. Quienes le conocieron decían de él: “Domingo sólo habla con Dios o de Dios“. Aprobada la Orden por Honorio III en 1216, durante el Capítulo General de 1221 presidido por el santo, la Orden se constituyó en provincias: Narbona, España, Lombardía y Roma. La predicación de los dominicos brota de la contemplación y de una vida evangélica, vivida en estricta pobreza; del estudio de la Escritura y de la teología, y todo en la itinerancia. Domingo mismo insistía en que los hermanos estuvieran bien preparados teológicamente, y por eso encontramos pronto religiosos suyos en las dos principales universidades de Europa: París y Bolonia. Murió en esta última ciudad el día de la Transfiguración: dejaba en herencia la pobreza y la promesa de que les sería más útil en el cielo que en la tierra. El lema “contemplata aliis tradere” expresa perfectamente el carisma propio. La influencia de Santo Domingo y la escuela dominicana de espiritualidad que él fundó gozan de mucha vitalidad en la I Orden, la II Orden, monjas claustrales y contemplativas, y la III Orden hoy, en todo el mundo. También en tantas familias religiosas que inspiran su apostolado en el carisma propio del santo que celebramos. Misa: Ez 1, 2-5. 24-28c; Sal 148, 1bc-2. 11-12. 13. 14; Mt 17, 22-27 Se comprende la tristeza de los apóstoles en la segunda predicción de la Pasión y Muerte del Señor. No se podían imaginar su vida sin Él. Como siempre, hay desproporción entre las preguntas que hacen a Jesús y sus respuestas. Sobre la cuestión del impuesto al templo, no a Roma, el Señor dice una palabra bella: “Entonces, los hijos están exentos“. Ellos son ciudadanos del Reino y lo temporal les debe importar relativamente. No hay proporción entre el mundo de Dios y este mundo, como la cuestión de la imagen en el “denario” pagado al César. Sin embargo, para no escandalizar a nadie, deben hacer como todos. Es notable que Jesús hable en plural: “los hijos” están libres de obligación. Es como si dijera: “No sólo yo, sino que tú también estás exen to“. ¡Qué precioso! Pedro ha sido puesto por el Mesías en una relación muy especial en la familia de Dios: como “hijo“. Pescar un pez y encontrar en su boca “una moneda de plata” viene a significar: “con la ganancia que obtengas de lo pescado, paga el tributo“. MARTES SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, virgen y mártir PATRONA DE EUROPA Fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz, “Edith Stein“, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, que, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el Bautismo la nueva vida en Cristo, prosiguiendo su itinerario bajo el carisma de Santa Teresa de Ávila hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue encarcelada lejos de su patria, y en el campo de exterminio de Auschwitz, cercano a Cracovia, en Polonia, murió en la cámara de gas. Mujer de Israel, asume la dramática y contradictoria historia de Europa en el siglo XX. Misa: Os 2, 16b. 17b. 21-22; Sal 44, 11-12.14-17, Mt 25, 1-13 El tema esponsal está presente en las lecturas de la fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz, “Edith Stein“. El Señor llevó “al desierto” del Carmelo a esta hija de Israel, y allí le habló “al corazón” y se desposó con ella “para siempre“, primera lectura. Más todavía: la llevó al horror del desolado e inhumano “desierto” de Auschwitz, donde los hombres cometían crímenes horribles y con eso negaban a Dios. Allí experimentó el silencio de Dios y perseveró en la fe, participando así del abandono del Señor en la Cruz. Saboreó plenamente la “ciencia de la cruz“, título de su obra póstuma e inacabada. Desde aquel “valle de lágrimas” salió al encuentro de Cristo con la luz de la fe y la lámpara de la oración flameante, Evangelio. El canto de su profesión “Veni, sponsa Christi“, aleluyático, resonó en el Reino, cuando el Señor recibió a la hija de Israel y del Nuevo Israel. MIÉRCOLES SAN LORENZO, diácono y mártir Durante la persecución de los cristianos bajo el emperador Valeriano I (258 dC), muchos presbíteros y obispos fueron condenados a muerte, mientras que los cristianos que pertenecían a la nobleza o al senado eran privados de sus bienes y enviados al exilio. Papa Sixto II fue una de las primeras víctimas de esta persecución, siendo crucificado el 6 de agosto. Un relato citado por San Ambrosio dice que Lorenzo se encontró con Sixto en su camino hacia la crucifixión y le preguntó: “¿Dónde vas, querido padre, sin tu hijo? ¿Dónde vas, santo padre, sin tu diácono? Nunca has ido al altar del sacrificio sin tu servidor ¿y ahora deseas hacerlo sin mí?“. Sixto le respondió: “Dentro de tres días me seguirás” (De officiis, 206). Así fue, ya que el día 10 de agosto fue puesto en una parrilla y quemado vivo en una hoguera. Aquellos años fueron temibles para los pastores de la Iglesia: en septiembre, san Cipriano de Cartago y otros sufrirían también el martirio, y en enero del año siguiente serían martirizados san Fructuoso de Tarragona y sus diáconos, Augurio y Eulogio. San León Magno, en una de sus más bellas homilías predica: “El Señor quiso exaltar hasta tal punto su nombre glorioso en todo el mundo que, desde Oriente hasta Occidente, en el resplandor vivísimo de la luz irradiada por los más grandes diáconos, la misma gloria que recibió Jerusalén por Esteban recayó también sobre Roma por los méritos de Lorenzo» (Homilía 85,4: PL 54, 486). El himno latino de Laudes pertenece al Canto II del “Peristephanon” de Prudencio. Misa: 2 Cor 9, 6-10; Sal 111, 1-2. 5-6. 7-8. 9; Jn 12, 24-26 El amor es siempre fecundo. La muerte del Señor, como grano de trigo enterrado, dio la máxima fecundidad: nuestra salvación. “El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará: estas palabras del Evangelio se cantan en la antífona de entrada de la ordenación de los diáconos. Con eso se indica el significado esencial del ser diácono, que la santidad y el martirio de san Lorenzo expresan . San Lorenzo está donde está el Señor y el Padre lo ha honrado. Ser servidor, “diákonos” de Cristo es hacerse diácono de los hermanos, ya que ellos son su sacramento, y los pobres son vicarios de Cristo (Mt 25,40). Según cuenta san León Magno, cuando el juez les acusaba de atesorar dinero, él resentó a los pobres que la Iglesia de Roma atendía y exclamó: “Estos son los tesoros de la Iglesia“. La expresión quizás es apócrifa, pero teológicamente es significativa. La primera lectura y el Salmo expresan la fecundidad de la caridad de la Iglesia, su darse y entregarse. La diaconía de san Lorenzo quedó sellada con el martirio, con una muerte entregada a semejanza del Señor. Con el mártir que hoy celebramos, asimilamos que donde está el Señor, allí donde se celebra y se profesa la fe en Él, están siempre sus servidores, “diákonoi“. El ejercicio de la caridad forma parte de la esencialidad de la Iglesia y es signo de su santidad. Esto se expresa litúrgicamente con el hecho que, al lado del obispo celebrante, siempre está el diácono, servidor de la asamblea, de la Palabra y del cáliz que contiene todo el amor de Cristo. JUEVES SANTA CLARA, virgen El día 10 de agosto de 1253 moría en Asís, en el convento de san Damián, santa Clara: tenía sesenta años. Cuarenta años atrás había hecho profesión de vida evangélica después de haberse convertido, en plena juventud, escuchando la exhortación cuaresmal de san Francisco. El “Poverello” había predicado que, para obtener la plena libertad, hay que desprenderse de las riquezas y cosas materiales. El Domingo de Ramos de 1212, en la catedral de Asís, emocionada de amor, no pudo tomar la palma y el obispo fue donde ella y se la entregó. Aquella misma noche salió de la casa paterna camino de la Porciúncula, donde Francisco vivía paupérrima mente con los primeros compañeros. Ellos salieron a recibirla con antorchas y cantos de alegría. San Francisco recibió sus propósitos de vivir la pobreza y la tonsura, pero sólo después de muchas dificultades e incomprensiones, sobre todo por parte de su propia familia, finalmente se estableció en la pequeña iglesia de San Damián. Allí fundó la primera comunidad de “Damas pobres“. Amaba la pobreza, ya que la identificaba con Jesús; a tal efecto, pidió al Papa el privilegio de la santa pobreza.Le escribió pidiendo la exención de la dote: “Le suplico que no me absuelva ni me libere de la obligación que tengo de ser pobre como Jesucristo“. Santa Clara es reflejo de san Francisco y su discípula más querida. Misa: Ez 12, 1-12; Sal 77, 56-57. 58-59. 61-62; Mt 18, 21— 19, 1 Perdonar “setenta veces siete” significa perdonar siempre y cada vez. La parábola del Evangelio de hoy no tolera objeción: no perdonamos cuando queremos, sino cuando podemos. Es una gracia, pues las heridas del corazón pueden ser muy hondas. La parábola nos recuerda el propio desamor: continuamente exigimos a los demás lo que, en nuestra opinión, nos deben. Poco reflexionamos sobre la enorme culpa que Dios nos ha perdonado, no una vez, sino siempre. Cuando uno es consciente de ello aprende a no ser mezquino con los demás. Con esta parábola aprendemos a rezar el Padre nuestro: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden“. La comunidad eclesial será siempre la casa del perdón. VIERNES Misa: Ez 16, 1-15. 60. 63 (o bien, más breve: Ez 16, 59-63); Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6; Mt 19, 3-12 Los fariseos, falazmente, preguntan al Señor algo que ya saben. Jesús responde sin dudar ante aquellos corazones endurecidos y carentes de ternura: el amor nunca se puede disociar, negociar o ningunear. El amor al cónyuge, si es semejante al amor a Dios, es una realidad primordial y principal. Amar nunca es una fría obligación legal: es una correspondencia. Amar a la esposa es, como mínimo, demostrárselo: manifestar con los actos que a todos nos ha sido dada la primera y mayor gracia, “al principio“, de ser amados por Dios. Entonces, el matrimonio es una realidad de agradecimiento al Creador y Salvador. Jesucristo ha amado perfectamente al Padre y a la humanidad y lo ha incluido todo en el amor del Espíritu Santo: “El que pueda con esto, que lo haga“. Todos podemos, en nuestro propio estado de vida, por su inmensa bondad y gracia. SÁBADO Misa: Ez 18, 1-10. 13b. 30-32; Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19; Mt 19, 13-15 Jesús bendice a los niños con la imposición de las manos y la oración: es la bendición del Padre y del Espíritu Santo. El evangelista no explica por qué los apóstoles reprenden a quienes se los acercaban, las madres y abuelas, probablemente, pero subraya que los discípulos, varones todos ellos, son reconvenidos por el Señor. Reflexionemos sobre ello, como exhorta el Papa Francisco: “Pensemos como sería una sociedad que decidiera, de una vez por todas, establecer este principio: “Es verdad que nos somos perfectos y que cometemos muchos errores. Pero cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos se juzgará demasiado costoso o demasiado grande, para evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que está abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres”. Qué bonita sería esta sociedad. Yo creo que, a esta sociedad, mucho le sería perdonado por sus innumerables errores. Mucho, de verdad.” (Catequesis del 8 de abril de 2015). (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2022, p.379ss) |
DILLUNS SANT DOMÈNEC DE GUZMÁN, prevere Sant Domènec va néixer a Caleruega, en terres de Burgos. Optà per la carrera eclesiàstica i als vint anys ja formava part del Capítol catedralici reformat de la catedral d’Osma. Per diverses circumstàncies, viatjà a les terres del midi de França, concretament a Tolosa de Llenguadoc: allí s’adonà dels estralls que causaven els valdesos i, sobretot, els albigesos, en la vida eclesial de l’Església. Així nasqué la seva vocació de predicador itinerant i evangèlic. Reuní companys que organitzà sota la Regla de sant Agustí i més tard es constituïren com a Orde de Predicadors: des de Tolosa s’estengueren a diversos llocs d’Europa. Sant Domènec era anomenat “Mestre de predicadors“. Visqué en la pregària i en la penitència pel servei dels germans i de l’Església. Els qui el conegueren deien d’ell: “Domènec només parla amb Déu o de Déu“. Aprovada l’Orde pel Papa Honori III l’any 1216, durant el Capítol General de 1221 presidit pel sant, l’Orde es constituí en províncies: Narbona, Espanya, Lombardia i Roma. La predicació dels dominics brolla de la contemplació i d’una vida evangèlica, viscuda en estricta pobresa; de l’estudi de l’Escriptura i de la teologia; i tot plegat, en la itinerància. Domènec mateix insistia que els germans estiguessin ben preparats teològicament, i per això trobem ben aviat religiosos seus a les dues principals universitats d’Europa: París i Bolonya. Morí en aquesta darrera ciutat el dia de la Transfiguració: deixava en herència la pobresa i la promesa que els seria més útil al cel que no pas a la terra. El lema “contemplata aliis tradere” expressa perfectament el carisma propi. La influència de sant Domènec i l’escola dominicana d’espiritualitat que ell fundà gaudeixen de molta vitalitat a la I Orde, la II Orde, monges claustrals i contemplatives, i la III Orde, avui, arreu del món. També en tantes famílies religioses que inspiren el seu apostolat en el carisma propi del sant que celebrem avui. Missa: Ez 1, 2-5. 24-28c; Sal 148, 1-2. 11-12. 13-14a; Mt 17, 22-27 Es comprèn la tristesa dels apòstols en la segona predicció de la Passió i Mort del Senyor. No podien imaginarse la vida sense Ell. Com sempre, hi ha desproporció entre les preguntes que fan a Jesús i les seves respostes. Sobre la qüestió de l’impost al temple, no a Roma, el Senyor diu una bella paraula: “Per tant, els fills no hi estan obligats (lit.: n’estan exempts“. Ells són ciutadans del Regne i allò temporal els ha d’importar relativament. No hi ha proporció entre el món de Déu i aquest món, com la qüestió de la imatge que figura al “denari“ retornat al Cèsar. Amb tot, per a no escandalitzar ningú, han de fer com tots. És notable que Jesús parli en plural: “els fills” estan lliures d’obligació. És com si digués: “No només jo, sinó que tu també n’estàs exempt“. Què preciós! Pere ha estat posat pel Messies en una relació molt especial dins la família de Déu: com a “fill“. Pescar un peix i trobar a la seva boca “una moneda d’argent” ve a significar: “amb el guany que obtinguis del que pesquis, paga el tribut“. DIMARTS SANTSANTA TERESA BENETA DE LA CREU, verge i màrtir Patrona d’Europa Festa de Santa Teresa Beneta de la Creu, “Edith Stein“, verge de l’Orde del Carmel Descalç i màrtir, la qual, nascuda i educada en la religió jueva, després d’haver ensenyat filosofia durant alguns anys entre grans dificultats, va rebre pel Baptisme la nova vida en Crist, prosseguint el seu itinerari sota el carisma de Santa Teresa d’Àvila fins que, en temps d’un règim hostil a la dignitat de la persona humana i de la fe, va ser empresonada lluny de la seva pàtria i, al camp d’extermini d’Auschwitz, proper a Cracòvia, a Polònia, va morir a la cambra de gas. Dona d’Israel, assumeix la dramàtica i contradictòria història d’Europa al segle XX. Missa: Os 2, 16b. 17b. 21-22; Sal 44, 11-12. 14-17; Mt 25, 1-13 El tema esponsal és present en les lectures de la festa de santa Teresa Beneta de la Creu, “Edith Stein“. El Senyor va portar “al desert” del Carmel aquesta filla d’Israel, i allí li va parlar “al cor” i es va desposar amb ella “per sempre“, primera lectura. Més encara: la va dur a l’horror del desolat i inhumà “desert” d’Auschwitz, on els homes cometien crims horribles i amb això negaven Déu. Allà va experimentar el silenci de Déu i perseverà en la fe, participant així de l’abandó del Senyor a la Creu. Va assaborir plenament la “ciència de la creu“, títol de la seva obra pòstuma i inacabada. Des d’aquella “vall de llàgrimes” va sortir a l’encontre de Crist amb la llum de la fe i la llàntia de l’oració flamejant, Evangeli. El cant de la seva professió “Veni, sponsa Christi“, vers al·leluiàtic, va ressonar en el Regne, quan el Senyor va rebre-hi la filla d’Israel i del Nou Israel. DIMECRES SANT LLORENÇ, diaca i màrtir Durant la persecució dels cristians sota l’emperador Valerià I (258 dC), molts preveres i bisbes foren condemnats a mort, mentre que els cristians que pertanyien a la noblesa o al senat eren privats dels seus béns i enviats a l’exili. El Papa Sixt II fou una de les primeres víctimes d’aquesta persecució, essent crucificat el 6 d’agost. Un relat citat per Sant Ambròs diu que Llorenç es trobà amb Sixt en el seu camí cap a la crucifixió i li preguntà: “On vas, estimat pare, sense el teu fill? On vas, sant pare, sense el teu diaca? Mai has anat a l’altar del sacrifici sense el teu servidor, i ara desitges fer-ho sense mi?“. Sixt li respongué: “D’aquí a tres dies em seguiràs” (De officiis, 206). Així fou, ja que el dia 10 d’agost fou posat en una graella i cremat viu en una foguera. Aquells anys foren temibles pels pastors de l’Església: al setembre, sant Cebrià de Cartago i d’altres patirien també el martiri i, al gener de l’any següent, seria martiritzat sant Fructuós de Tarragona i els seus diaques, Auguri i Eulogi. Sant Lleó el Gran, en una de les seves més belles homilies predica: “El Senyor va voler exaltar fins a tal punt el seu nom gloriós en tot el món que, des d’Orient fins a Occident, en la resplendor vivíssima de la llum irradiada pels més grans diaques, la mateixa glòria que va rebre Jerusalem per Esteve va recaure també sobre Roma pels mèrits de Llorenç”. (Homilia 85,4: PL 54, 486). L’himne llatí de Laudes pertany al Cant II del “Peristephanon” de Prudenci. Missa: 2C 9, 6-10; Sal 111, 1-2. 5-6. 7-8. 9; Jo 12, 24-26 L’amor és sempre fecund. La mort del Senyor, com gra de blat enterrat, va donar la màxima fecunditat: la nostra salvació. “Si algú es vol fer servidor meu, que em segueixi, i s’estarà on jo m’estic. El Pare honorarà els qui es fan servidors meus“: aquestes paraules de l’Evangeli es canten a l’antífona d’entrada de l’ordenació dels diaques. Amb això s’indica el significat essencial del ser diaca, que la santedat i el martiri de sant Llorenç expressen. Sant Llorenç està on està el Senyor, i el Pare l’ha honorat. Ser servidor, “diàkonos” de Crist és fer-se diaca dels germans, ja que ells són el seu sagrament, i els pobres són vicaris de Crist (Mt 25,40). Segons explica sant Lleó el Gran, quan el jutge els acusava d’atresorar diners, ell va presentar els pobres que l’Església de Roma atenia i va exclamar: “Aquests són els tresors de l’Església“. L’expressió potser és apòcrifa, però teològicament és significativa. La primera lectura i el Salm expressen la fecunditat de la caritat de l’Església, el seu donar-se i lliurar-se. La diaconia de sant Llorenç va quedar segellada amb el martiri, en una mort lliurada a semblança del Senyor. Amb el màrtir que avui celebrem, assimilem que on hi ha el Senyor, allà on se celebra i es professa la fe en Ell hi ha sempre els seus servidors, “diàkonoi“. L’exercici de la caritat forma part de l’essencialitat de l’Església i és signe de la seva santedat. Això s’expressa litúrgicament en el fet que, al costat del bisbe celebrant, sempre hi ha el diaca, servidor de l’assemblea, de la Paraula i del calze que conté tot l’amor de Crist. DIJOUS SANTA CLARA, verge El dia 10 d’agost de l’any 1253 moria a Assís, al convent de sant Damià, santa Clara: tenia seixanta anys. En feia quaranta que havia fet professió de vida evangèlica després d’haver-se convertit, en la seva joventut, escoltant l’exhortació quaresmal de sant Francesc. El “Poverello” havia predicat que, per a obtenir la plena llibertat, cal deseixir-se de les riqueses i coses materials. El Diumenge de Rams de l’any 1212, a la catedral d’Assís, tota emocionada d’amor, no pogué prendre la palma i el bisbe anà on ella estava i la hi donà. Aquella mateixa nit sortí de la casa paterna camí de la Porciúncula, on sant Francesc vivia pobríssimament amb els primers companys. Ells la sortiren a rebre amb torxes i cants d’alegria. Sant Francesc rebé els seus propòsits de viure la pobresa i la tonsura, però només després de moltes dificultats i incomprensions, sobretot per part de la seva pròpia família, finalment s’establí a l’esglesiola de sant Damià. Allà fundà la primera comunitat de “Dames pobres“. Estimava la pobresa, ja que la identificava amb Jesús; a tal efecte, demanà al Papa el privilegi de la santa pobresa. Li escriví demanant l’exempció de la dot: “Li suplico que no m’absolgui ni m’alliberi de l’obligació que tinc de ser pobre com Jesucrist“. Santa Clara és reflex de sant Francesc i la seva deixebla més estimada. Missa: Ez 12, 1-12; Sal 77, 56-57. 58-59. 61-62; Mt 18, 21—19, 1 Perdonar “setanta vegades set” vol dir perdonar sempre i cada vegada. La paràbola de l’Evangeli d’avui no tolera objecció: no perdonem quan volem, sinó quan podem. És una gràcia, ja que les ferides del cor poden ser molt profundes. La paràbola ens recorda el propi desamor: contínuament exigim als altres allò que, al nostre parer, ens deuen. Reflexionem ben poc sobre l’enorme culpa que Déu ens ha perdonat, no una vegada, sinó sempre. Quan un es fa conscient d’això aprèn a no ser mesquí amb els altres. Amb aquesta paràbola aprenem a resar el Pare nostre: “Perdoneu les nostres culpes (lit.: ofenses), així com nosaltres perdonem els nostres deutors lit.: els qui ens ofenen“. La comunitat eclesial serà sempre la casa del perdó. DIVENDRES Missa: Ez 16, 1-15. 60. 63 (o bé, més breu: Ez 16, 59-63); Sal Is 12, 2. 3-4bcd. 5-6; Mt 19, 3-12 Els fariseus, fal·laçment, pregunten al Senyor quelcom que ja saben. Jesús respon sense dubtar davant aquells cors endurits i mancats de tendresa: l’amor mai es pot dissociar, negociar o menys- tenir. L’amor al cònjuge, si és semblant a l’amor de Déu, és una realitat primordial i principal. Estimar mai és una freda obligació legal: és una correspondència. Estimar l’esposa és, com a mínim, demos trar-l’hi: manifestar amb els actes que a tots ens ha estat donada la primera i major gràcia, “al principi” de ser estimats per Déu. Llavors, el matrimoni és una realitat d’agraïment al Creador i Salvador. Jesucrist ha estimat perfectament al Pare i a la humanitat i ho ha inclòs tot en l’amor de l’Esperit Sant: “Que ho comprenguin els qui ho poden comprendre, lit.: Qui pugui amb això, que ho faci“. Tots podem, en el nostre propi estat de vida, per la seva immensa bondat i gràcia. DISSABTE Missa: Ez 18, 1-10. 13b. 30-32; Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19; Mt 19, 13-15 Jesús beneeix els infants amb la imposició de les mans i la pregària: és la benedicció del Pare i de l’Esperit Sant. L’evangelista no explica per què els apòstols reprenen a qui els hi apropaven, les mares i àvies, probablement, però subratlla que els deixebles, homes tots ells, són reconvinguts pel Senyor. Reflexionem sobre això, com exhorta el Papa Francesc: “Pensem com seria una societat que decidís, d’una vegada per totes, establir aquest principi: “És veritat que no som perfectes i que cometem molts errors. Però quan es tracta dels infants que venen al món, cap sacrifici dels adults es jutjarà massa costós o massa gran, per evitar que un menut pensi que és un error, que no val res i que està abandonat a les ferides de la vida i a la prepotència dels adults”. Què bonica seria aquesta societat. Jo crec que, a aquesta societat, molt li seria perdonat pels seus innombrables errors. Molt, de veritat” (Catequesi del 8 d’abril de 2015). (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2022, p.369ss) |