2018-DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO
“Domingo del Pan de Vida” (4).
La asamblea de Siquén y la solemne renovación de la alianza en la primera lectura situa el desenlace del discurso del Pan de Vida en un contexto de la alianza.
Jesús no retira nada de lo dicho e insiste que sus palabras “son espíritu y vida”.
Ante Él no es posible la neutralidad. De hecho Judas no es el único que le traiciona, y el Evangelio dice “que muchos discípulos suyos se echaron atrás”.
Pedro confiesa la fe de los que quedan, ya que el número no es importante para Jesús y proclama que Él es el “Santo consagrado por Dios”, el pontífice de la nueva alianza.
También dice que “sólo Tú tiene palabras de vida eterna”.
La fe, al fin y al cabo, es un don de Dios: “Nadie puede venir a mí si el Padre no lo atrae”.
Pedro es de éstos y, como él, nosotros que cada Domingo celebramos el Banquete que nos da la vida, vida divina, de gracia.
También en este Banquete se manifiesta que el Señor amó y se entregó a su esposa, la Iglesia, y por la Eucaristía la convierte en “una Esposa sin mancha”.
Una entrega del Señor que es irrevocable y que representa el cumplimiento final y definido de las promesas de Dios, incluso la de Siquén en la primera lectura.
El último Domingo de esta serie de Domingos se canta de nuevo el Salmo eucarístico por excelencia, el Salmo 33: “Gustad y ved que bueno es el Señor”.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2018, Liturgia fovenda, p. 242)