2019 – DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO
Domingo del buen samaritano.
En el camino hacia Jerusalén el maestro de la ley pregunta a Jesús qué debe hacer para tener la herencia de la vida eterna.
Ambos hablan correctamente, como un especialista contestara a otro especialista sobre la Ley. Sin embargo Jesús propone al escriba la parábola célebre del buen samaritano.
Es evidente que el buen samaritano es un seudónimo de Jesús.
Lo interpreta bien el Prefacio común VIII: “También hoy como buen samaritano, se acerca a todo hombre, que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza».
En la sobreabundancia de la obra de misericordia está el sello de Jesús.
La sobreabundancia se manifiesta en la concatenación de los verbos: “lo vio, se compadeció, se acercó, vendó” las heridas, las “curó” con aceite y vino, “lo montó” en su cabalgadura, “lo llevó” a una posada, “se ocupó de él“, y aún, sin estar presente, “lo amó” dejando al hostelero dos denarios.
Realmente es un exceso de misericordia.
En la nueva alianza Dios ha puesto su ley no fuera del hombre, sino dentro de su corazón, de tal manera que no hay excusa.
El Señor nos dice a todos: “Anda y haz tú lo mismo“.
Hacerlo es entrar en la vida eterna.
Cabe destacar también otro elemento: tanto el levita como el sacerdote se dirigían al templo para dar culto a Dios y debían cumplir la ley de la pureza ritual, por ello, dan la vuelta.
Jesús dice que el verdadero acto de culto lo cumplió el samaritano , ¡un extranjero!
Él cumplió la Ley, de la que se habla en la lectura del Deuteronomio: “El mandamiento está muy cerca de ti“. Tan cerca como el hombre malherido que encuentras en el camino de la vida.
Amarás a Dios con todo el corazón, no solo a Dios, sino también el prójimo.
Hacer el bien a los demás es un acto de culto al Dios vivo.
La afirmación del hombre es la afirmación de Dios: en un correcto sentido teológico, el cristianismo es un humanismo.
En este Domingo se ofrece la posibilidad de utilizar dos opciones para el Salmo responsorial.
El primero es la oración angustiada de un pobre, la segunda un canto a la ley de Dios.
En la segunda lectura, de la carta a los Colosenses, que se leerá de manera fragmentada durante cuatro domingos, contiene el himno al “Primogénito de toda la creación“.
Es el himno que se canta todos los miércoles en las Vísperas feriales.
La doctrina cristológica de Pablo es aquí sublime.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2019, Liturgia fovenda, p. 246)