2020 – DOMINGO V DE PASCUA
Domingo de las estancias en la casa del Padre
Domingo de Cristo, camino, verdad y vida.
El Evangelio de hoy y el del próximo Domingo, en todos los ciclos, son extractos del discurso de despedida de Jesús.
La riqueza cristológica y espiritual del Evangelio de hoy es enorme.
Lo primero que deben tener los discípulos es paz: “No se turbe vuestro corazón“.
Una paz acompañada de la confianza en el Padre del cielo, y con la certeza de que todo lo que Jesús dice es lo mejor para nosotros: “Creed en Dios, y creed también en mí“.
Les anuncia que se va al Padre y que, donde está él, también ellos estarán.
Los discípulos imaginan que esto está muy lejos y preguntan por el camino.
Es entonces que Jesús dice de sí mismo que es el camino: “Nadie va al Padre sino por mí“.
La meta es el Padre, donde él mismo “es”.
Entonces Felipe hace la pregunta más importante del Nuevo Testamento: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta“, que tiene la respuesta más alta: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre“.
Él es el icono del Padre.
Ser cristiano es creer que Jesús está en el Padre y el Padre está en Jesús: en el tiempo de la humillación del Hijo y en la eternidad de su glorificación.
La Iglesia, la comunidad, hará “obras mayores“, pero no en el sentido de hacer milagros más grandes.
Nada de eso.
Quiere decir que el Señor ha actuado, ha fracasado y ha muerto, pero la misión de la Iglesia será manifestar la vida que el Señor le ha dado, también bajo el signo del fracaso y de la persecución.
El desarrollo y la coherencia de todo esto es la promesa del Espíritu, que escucharemos el próximo Domingo.
Los creyentes en Jesucristo, según la maravillosa doctrina de San Pedro (segunda lectura), son el “linaje escogido, el sacerdocio real“, el edificio espiritual: una “casa espiritual” de la que ellos son “piedras vives“, construida sobre la piedra elegida por Dios, de alto valor.
Cristo es la piedra fundamental y al mismo tiempo la “piedra angular“.
El sacerdocio real será ejercido por una comunidad que sirve el mundo, véase la institución de los diáconos, en la primera lectura.
Será también una comunidad de alabanza que ha pasado de las “tinieblas a la luz maravillosa“.
En el Salmo, los justos por la fe celebran a Dios y descubren que “su misericordia llena la tierra“: no hay nada ni nadie que no sea amado por Dios.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.228)