2021 – Efemérides/Efemèrides semana/setmana del 8 al 15/11/2021
Esta fiesta es importante litúrgicamente: la basílica de Letrán es la catedral del obispo de Roma, el Papa, sucesor de Pedro, que preside en la caridad la comunión de todas las Iglesias del mundo. Celebramos, pues, la comunión eclesial con el Papa y con él, con todas las Iglesias presididas por los sucesores de los apóstoles, los obispos. La basílica del Santo Salvador de Letrán lleva este título: “Mater et caput omnium Ecclesiarum urbis et orbis“. Su celebración es un signo de amor y de unidad con el Romano Pontífice. La basílica está dedicada a Cristo, Salvador. De la Liturgia de la “Dedicación de las Iglesias” se desprende una bella eclesiología de comunión. Debe celebrarse la Dedicación de la iglesia del lugar, parroquia, monasterio, para significar que allí hay una comunidad de cristianos dedicados a Dios. Debe celebrarse la Dedicación de la Iglesia-Catedral para significar la comunión de la Iglesia diocesana en comunión con un obispo y su presbiterio. Un obispo a su vez, que está en comunión con el sucesor de Pedro, fundamento y signo de la unidad de las Iglesias y, por tanto, debe celebrarse la Dedicación de su catedral, san Juan de Letrán. Celebrar el aniversario de la dedicación de la catedral de Roma expresa la comunión de todas las Iglesias con Pedro. No se celebra la dedicación de un edificio, sino de una comunidad cristiana que se reúne y es simbolizada por un determinado edificio visible. En este sentido, ni la antigüedad, ni el arte ni la arquitectura, desde el punto de vista litúrgico, importan para nada. En los países pobres, por ejemplo, las catedrales son insignificantes como arquitectura, pero no por eso dejan de ser significativas eclesialmente. “Dedicare” es un verbo latino que significa “darse completamente al servicio de“. Para los cristianos significa ser entregados a la misión que el Señor ha confiado a su Iglesia. La Liturgia de la Dedicación en los tres niveles explicitados significa la unidad y la comunión de las Iglesias. En la tradición litúrgica, la celebración de la Dedicación era un día de fiesta para la comunidad, “dies laetitiae” donde resonaban las palabras del libro de Nehemías: “El gozo del Señor es vuestra Fortaleza” (8,10). La melodía alegre de fondo es la del himno del Oficio de la Dedicación: “Urbs Ierusalem beata“. “Él hablaba del templo de su cuerpo“. Es una exclamación, llena de admiración, del mismo evangelista que escribe ya desde el acontecimiento pascual e interpreta los gestos y las palabras de Jesús. Con las palabras que se escuchan en el Evangelio, “destruid este templo y en tres días lo levantaré“, se refería al templo de su humanidad, destruido y reconstruido en tres días, “triduum paschalis” por su Muerte y gloriosa Resurrección. De ese mismo cuerpo exánime, como símbolo más alto de la teología del IV Evangelio, brota del costado abierto de Jesús como una fuente: “sangre y agua” (Jn 19,34). Se cumple de esta manera la profecía de Ezequiel, bellísima: “del lado derecho del templo, al sur del altar mana una fuente de agua” inagotable, como el amor de Dios que deviene río que, con sus ca- nales, “alegra la ciudad de Dios, como canta el Salmo responsorial. Es un río que fecunda y da vida por donde pasa, llegando incluso a ser saneado el mar Muerto, “Vidi aquam“. La Iglesia, por el don del Bautismo y de la Eucaristía, será siempre “basílica“, “casa real” ya que la habita un pueblo de reyes y sacerdotes dedicados a Dios (1P 2,9). Será también “domus“, casa, lugar de la familia y de los hermanos, de la mesa común y “casa de oración“. La Iglesia, por la Eucaristía, es el cuerpo de Cristo: morada del Padre y del Espíritu Santo. Presencia y mediación de Dios en la historia. La Iglesia será siempre reformada por el látigo de la Palabra de Dios y del Espíritu purificador. El Señor no puede soportar dentro de su templo nada de mundano, y mucho menos al ídolo de las riquezas. Los edificios eclesiales sólo simbolizan la comunidad cristiana, son simplemente casa de la asamblea del Pueblo de Dios. La Iglesia pertenece siempre al Señor, es su Iglesia, y ante el mundo puede aparecer ruinosa y sin futuro, demolida entre los escombros. Sin embargo, si los cristianos se abren a la acción del Espíritu, toman nueva conciencia de su Bautismo, alaban y adoran a Dios y reciben con amor la Eucaristía, con todo lo que implica, la Iglesia puede resplandecer de nuevo, llena de vida y de juventud. En este sentido, la Iglesia siempre es una realidad “in fieri“, jamás está acabada, sólo se consuma en el Reino, en la ciudad santa que desciende del cielo ataviada como una Esposa para el Esposo (cf. Ap 21,2).
Recibió la ordenación episcopal el 29 de septiembre del año 440. Procedente de Etruria, era diácono de la Iglesia de Roma cuando fue elegido Papa. Desde el primer momento, san León dio pruebas de sus excepcionales cualidades de pastor y guía. La predicación era entonces un ministerio casi exclusivo de los obispos: San León se dedicó a instruir asiduamente el pueblo de Roma para convertirlo en ejemplo de las otras Iglesias. Los noventa y seis sermones auténticos de san León que han llegado hasta nosotros muestran que insistía en la limosna y otros aspectos sociales de la vida cristiana y que explicaba al pueblo la doctrina, particularmente con respecto a la Encarnación. Es el teólogo de la encarnación del Hijo de Dios. La “eucología” del Misal Romano, principalmente en el ciclo de Navidad y de Epifanía, lleva la impronta de su lenguaje teológico. Elabora la primera teología sobre la Liturgia. Así, por ejemplo, es célebre el “Sermón sobre la Pascua“: “Ésta no debe celebrarse como un acontecimiento pasado, sino siempre presente” (cf. Sermo 64,1-2). Se conservan ciento cuarenta y tres cartas auténticas, y unas treinta que le han sido atribuidas. Por ellas podemos darnos cuenta de su solicitud para con todas las Iglesias que presidía en la caridad como obispo de Roma y sucesor de Pedro. La participación, a través de sus delegados, en el Concilio de Calcedonia, fue decisiva en la formulación del dogma cristológico. Defendió Roma de Atila, organizó la caridad en esa misma Ciudad, que vivía tiempos de gran penuria, acogió refugiados de las guerras, luchó contra el paganismo y el maniqueísmo. Con razón se le dio el título de “el Grande“. Es Doctor de la Iglesia. La lectura seleccionada de sus homilías es muy frecuente en la “Liturgia de las Horas“.
Sulpicio Severo, contemporáneo suyo, escribió su vida. A los quince años se alistó en el ejército del Imperio Romano para hacer la carrera militar. Permanecerá en él hasta los veinticinco años. Las campañas militares lo llevan de Oriente a Occidente. En Amiens se convierte al cristianismo, pero permanece algún tiempo “catecúmeno“. Después es bautizado antes de que deje su condición de oficial de caballería del ejército. A semejanza del monacato oriental, se había formado cerca de Poitiers un núcleo monástico (Ligugé): allí optó por la vida monástica. Es conocido por su celo ascético y evangelizador. A la antigua usanza, sin él tener voluntad ni deseo, es designado por aclamación obispo de Tours y recibe la ordenación episcopal. No dejó nunca de ser monje e inauguró una santidad monástica propia, la del monje-obispo que, a diferencia del monacato de Oriente, en la que los fieles iban al encuentro de los ascetas del desierto, en san Martín es al contrario: son él y sus hermanos quienes salen al encuentro de la gente para anunciarles el Evangelio, principalmente en medios donde todavía el paganismo, también el maniqueísmo, era muy presente. El corazón sin embargo siempre lo tenía en el monasterio. Él es un monje y en cierto modo se le puede considerar uno de los padres del monacato pre-benedictino en Occidente. Como obispo, el biógrafo afirma que su vida fue similar a la de los apóstoles. San Martín se encuentra en un mundo aún no del todo cristiano y en un Imperio que se iba debilitando en todos los sentidos. Pasada la época de las grandes persecuciones, san Martín es el primer “santo confessor“, esto es, no mártir. Su vida se divulgó muchísimo por todas partes y su santidad se propagó mucho. La escena, según el biógrafo histórica, de compartir el manto con un pobre permanece en el imaginario de la piedad cristiana.
Nació en Ucrania hacia el año 1580, de padres ortodoxos. Abrazó la fe católica y la vida monacal entre los monjes de san Basilio. Durante una visita pastoral fue asesinado bárbaramente en 1623. El obispo Josafat, mártir de la restauración y de la reconciliación, trabajó y murió por conseguir la plena comunión entre las dos Iglesias. Josafat fue un obispo católico oriental, hasta derramar su sangre. Había sido monje del monasterio de la santa Trinidad de Vilna. El año que nació, el Patriarca de Kiev con el resto de los metropolitanos habían firmado el decreto de unión con Roma, la unión de Brest. Esto provocó muchas incomprensiones y dificultades, que en cierto modo aún perduran hoy. El papa Pablo V obligó a Josafat, en 1617, en contra de su voluntad, a aceptar el nombramiento del arzobispo de Polotsk. Cuando murió éste, Josafat encontró la diócesis sin prácticamente católicos y con su ejemplo, y con la ayuda de los monjes de Vilna, favoreció la unión con Roma entre los ortodoxos, convocó sínodos, publicó un catecismo y combatió la interferencia de los poderosos en los asuntos de la Iglesia. Celoso de la Orden y de la Regla de San Basilio, Josafat fomentó entre los jóvenes el ideal de la vida monástica: los animaba a trabajar por la unión de las Iglesias. También era experto en patrística, Liturgia oriental y los libros paleo-eslavos. Dios bendijo su celo apostólico: se incorporó a la Iglesia Católica de rito eslavo una gran multitud de ortodoxos, tanto monjes como laicos. Josafat reformó el clero, restauró la catedral, construyó nuevos templos y monasterios, al mismo tiempo que escribió varias obras donde resaltaba el Primado de los obispos de Roma como sucesores de san Pedro. Es el primer santo de ritos eslavo canonizado por la Iglesia de Roma y se le puede considerar mártir por la unidad de la Iglesia. El Papa san Juan XXIII quiso que sus restos fueran trasladados al altar de san Basilio, en la basílica de San Pedro de Roma. Oremos hoy por la unidad de la santa Iglesia mediante su intercesión. (Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2021, Liturgia fovenda, p.465ss) |
Aquesta festa és important litúrgicament: la basílica del Laterà és la catedral del bisbe de Roma, el Papa, successor de Pere, que presideix en la caritat la comunió de totes les Esglésies del món. Celebrem, doncs, la comunió eclesial amb el Papa i amb ell, amb totes les Esglésies presidides pels successors dels apòstols, els bisbes. La basílica del Sant Salvador del Laterà porta aquest títol: “Mater et caput omnium Ecclesiarum urbis et orbis“. La seva celebració és un signe d’amor i d’unitat amb el Romà Pontífex. La basílica està dedicada a Crist, Salvador. De la Litúrgia de la “Dedicació de les esglésies” es desprèn una bella eclesiologia de comunió. Ha de celebrarse la Dedicació de l’església del lloc, parròquia, monestir, per a significar que allà hi ha una comunitat de cristians dedicats a Déu. Ha de celebrar-se la Dedicació de l’Església-Catedral per a significar la comunió de l’Església diocesana en comunió amb un bisbe i el seu presbiteri. Un bisbe, al seu torn, que resta en comunió amb el successor de Pere, fonament i signe de la unitat de les Esglésies i, per tant, s’ha de celebrar la Dedicació de la seva catedral, Sant Joan del Laterà. Celebrar la Dedicació de la catedral de Roma expressa la comunió de totes les Esglésies amb Pere. No se celebra la dedicació d’un edifici, sinó d’una comunitat cristiana que es reuneix i és simbolitzada per un determinat edifici visible. En aquest sentit, ni l’antiguitat, ni l’art ni l’arquitectura, des del punt de vista litúrgic, importen gens. Als països pobres, per exemple, les catedrals són insignificants com a arquitectura, però no per això deixen de ser significatives eclesialment. “Dedicare” és un verb llatí que significa “donar-se completament al servei de“. Per als cristians vol dir ser lliurats a la missió que el Senyor ha confiat a la seva Església. La Litúrgia de la Dedicació en els tres nivells explicitats significa la unitat i la comunió de les Esglésies. En la tradició litúrgica, la celebració de la Dedicació era un dia de festa per a la comunitat, “dies laetitiae“, on ressonaven les paraules del llibre de Nehemies: “El goig del Senyor serà la vostra força” (8,10). La melodia alegre de fons és la de l’himne de l’Ofici de la Dedicació: “Urbs Ierusalem beata“.
“Ell es referia al santuari del seu cos“. És una exclamació, plena d’admiració, del mateix evangelista, que escriu ja des de l’esdeveniment pasqual i interpreta els gestos i les paraules de Jesús. Amb les paraules que s’escolten en l’Evangeli, “Destruïu aquest santuari i jo el reconstruiré en tres dies“, es referia al temple de la seva humanitat, destruït i reconstruït en tres dies, “triduum paschalis“, per la seva mort i gloriosa Resurrecció. D’aquest mateix cos exànime, com a símbol més alt de la teologia del IV Evangeli, brolla del costat obert de Jesús com una font: “sang i aigua” (Jo 19,34). S’acompleix d’aquesta manera la profecia d’Ezequiel, bellíssima: “sota el llindar del santuari que mira a l’orient, naixia, al costat dret, una font d’aigua” inesgotable, com l’amor de Déu que esdevé riu que, amb els seus canals, alegra “la ciutat de Déu“, Salm responsorial. És un riu que fecunda i dóna vida per on passa, arribant fins i tot a ser sanejada la Mar Morta, “Vidi aquam“. L‘Església, pel do del Baptisme i de l’Eucaristia, serà sempre “basílica” “casa reial“, ja que l’habita un poble de reis i sacerdots dedicats a Déu (1Pe 2, 9). Serà també “domus“, casa, lloc de la família i dels germans, de la taula comuna i “casa d’oració“. L’Església, per l’Eucaristia, és el cos de Crist: estança del Pare i de l’Esperit Sant. Presència i mediació de Déu en la història. L’Església serà sempre reformada pel fuet de la Paraula de Déu i de l’Esperit purificador. El Senyor no pot suportar dins del seu temple res de mundà, i molt menys l’ídol de les riqueses. Els edificis eclesials només simbolitzen la comunitat cristina, són simplement casa de l’assemblea del sant Poble de Déu. L’Església pertany sempre al Senyor, és la seva Església, i davant del món pot aparèixer ruïnosa i sense futur, enderrocada entre la runa. I malgrat tot, si els cristians s’obren a l’acció de l’Esperit, prenen nova consciència del seu Baptisme, lloen i adoren Déu i reben amb amor l’Eucaristia, amb tot el que implica, l’Església pot resplendir de nou, plena de vida i de joventut. En aquest sentit, l’Església sempre és una realitat “in fieri“, mai acabada, només es consuma en el Regne, a la ciutat santa que baixa del cel abillada com una Esposa per al seu Espòs (cf. Ap 21,2).
Rebé l’ordenació episcopal el 29 de setembre del 440. Procedent d’Etrúria, era diaca de l’Església de Roma quan fou elegit Papa. Des del primer moment, sant Lleó va donar proves de les seves excepcionals qualitats de pastor i guia. La predicació era llavors un ministeri gairebé exclusiu dels bisbes: Sant Lleó es va dedicar a instruir assíduament el poble de Roma per convertir-lo en exemple de les altres Esglésies. Els noranta-sis sermons autèntics de sant Lleó que han arribat fins a nosaltres, mostren que insistia en l’almoina i altres aspectes socials de la vida cristiana i que explicava al poble la doctrina, particularment pel que fa a l’Encarnació. És el teòleg de l’encarnació del Fill de Déu. L’eucologia del Missal Romà, sobretot en el cicle de Nadal i d’Epifania, porta l’empremta del seu llenguatge teològic. Elabora la primera teologia sobre la Litúrgia. Així per exemple, és cèlebre el “Sermó sobre la Pasqua“: “Aquesta no s’ha de celebrar com un esdeveniment passat, sinó sempre present” (cf. Sermo 64,1-2). Es conserven cent quaranta-tres cartes autèntiques, i unes trenta que li han estat atribuïdes. Per elles, podem adonar-nos de la seva sol·licitud per totes les Esglésies que presidia en la caritat com a bisbe de Roma i successor de Pere. La participació, a través dels seus delegats, en el Concili de Calcedònia, fou decisiva en la formulació del dogma cristològic. Defensà Roma d’Atila, organitzà la caritat a la Urbs, que vivia temps de gran penúria, acollí refugiats de les guerres, lluità contra el paganisme i el maniqueisme. Amb raó se li donà el títol de “el Gran“. És Doctor de l’Església. La lectura seleccionada de les seves homilies és molt freqüent en la “Litúrgia de les Hores“.
Sulpici Sever, contemporani seu, va escriure la seva vida. Als quinze anys s’allistà a l’exèrcit de l’Imperi Romà per fer la carrera militar. Hi romandrà fins als vint-i-cinc anys. Les campanyes militars el porten d’Orient a Occident. A Amiens es converteix al cristianisme però roman algun temps “catecúmen“. Després és batejat abans no deixi la seva condició d’oficial de cavalleria de l’exèrcit. A semblança del monacat oriental, s’havia format a prop de Poitiers un nucli monàstic (Ligugé): allí optà per la vida monàstica. És conegut pel seu zel ascètic i evangelitzador. A la manera antiga, sense ell tenir-ne cap desig ni voluntat, és designat per aclamació bisbe de Tours i és ordenat bisbe. No deixà mai de ser monjo i inaugurà una santedat monàstica pròpia, la del monjo-bisbe que, a diferència del monacat d’Orient, en què els fidels anaven a l’encontre dels ascetes del desert, en sant Martí és al contrari: és ell i els seus germans qui surten a l’encontre de la gent per anunciar-los l’Evangeli, sobretot en ambients on encara el paganisme, també el maniqueisme, era molt present. El cor, tanmateix, sempre el tenia al monestir. Ell és un monjo i en certa manera es pot considerar un dels pares del monacat pre-benedictí a Occident. En tant que bisbe, el biògraf afirma que la seva vida fou semblant a la dels apòstols. Sant Martí es troba en un món encara no del tot cristià i en un Imperi que s’anava afeblint en tots els sentits. Passada l’època de les grans persecucions, sant Martí és el primer “sant confessor“, això és, no màrtir. La seva vida es divulgà moltíssim per tot arreu i la seva santedat es propagà molt. L’escena, segons el biògraf històrica, de compartir el mantell amb un pobre queda en l’imaginari de la pietat cristiana. 12 – SANT JOSAFAT, bisbe i màrtir Va néixer a Ucraïna vers l’any 1580, de pares ortodoxos. Va abraçar la fe catòlica i la vida monacal entre els monjos de sant Basili. Durant una visita pastoral va ser assassinat bàrbarament l’any 1623. El bisbe Josafat, màrtir de la restauració i de la reconciliació, treballà i morí per tal d’aconseguir la plena comunió entre les dues Esglésies. Josafat va ser un bisbe catòlic oriental, fins a vessar la seva sang. Havia estat monjo del monestir de la santa Trinitat de Vilna. L’any que va néixer, el Patriarca de Kiev, amb la resta de metropolitans, havien signat el decret d’unió amb Roma, la unió de Brest. Això provocà moltes incomprensions i dificultats, que en certa manera encara avui perduren. El papa Pau V va obligar Josafat, el 1617, en contra de la seva voluntat, a acceptar el nomenament de l’arquebisbe de Polotsk. Quan morí aquest, Josafat va trobar la diòcesi sense pràcticament catòlics i amb el seu exemple, i amb l’ajuda dels monjos de Vilna, va afavorir la unió amb Roma entre els ortodoxos, convocà sínodes, publicà un catecisme i combaté la interferència del poderosos en els afers de l’Església. Zelós de l’Orde i de la Regla de Sant Basili, Josafat va fomentar entre els joves l’ideal de la vida monàstica, als quals encoratjava a treballar per la unió de les Esglésies. També era expert en patrística, Litúrgia oriental i els llibres paleo-eslaus. Déu va beneir el seu zel apostòlic: s’incorporà a l’Església Catòlica de ritu eslau una gran multitud d’ortodoxos, tant monjos com laics. Josafat va reformar el clergat, restaurà la catedral, construí nous temples i monestirs, alhora que va escriure diverses obres on ressaltava el Primat dels bisbes de Roma com a successors de sant Pere. És el primer sant de ritus eslau canonitzat per l’Església de Roma i se’l pot considerar màrtir per la unitat de l’Església. El Papa sant Joan XXIII va voler que les seves restes fossin traslladades a l’altar de sant Basili, a la basílica de sant Pere de Roma. Preguem avui per la unitat de la santa Església per la seva intercessió. (Calendari-Directori de l´Any Litúrgic 2021, Liturgia fovenda, p.444ss) |