2018-DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO
“Domingo de la multiplicación de los panes”.
Hoy dejamos el Evangelio de Marco y reemprendemos el Evangelio de Juan con el relato de la multiplicación de los panes.
Esta narración introducirá al discurso del Pan de la vida que escucharemos en los cuatro próximos domingos de manera continuada.
La primera lectura es como una anticipación en el Antiguo Testamento del gran signo o milagro del Mesías. Una vez más el Señor muestra lo que puede hacer con “lo poco que es nuestro” con su gracia y así convierte lo poco en una sobreabundancia.
Las referencias son claramente eucarísticas y eclesiales. Aparecen las acciones eucarísticas fundamentales: “tomar el pan, dar gratis y repartirlo”. Así el Señor alimenta a su pueblo.
De lo que ha sobrado debe ser recogido, con lo cual llenaron doce canastos.
La Iglesia tendrá una provisión eterna que deberá ser distribuida a todas las generaciones, Se anuncia así la Eucaristía.
La multiplicación de los panes es un signo pre figurativo de ésta.
Cada domingo el Señor parte su pan para nosotros y alimenta a su pueblo y por eso hoy la Esposa Iglesia, contenta, canta en el Salmo: “Abres tu mano y nos sacias”.
Y así va formado a la Iglesia como se describe en la segunda lectura: “Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es única la esperanza”.
La finalidad primera de la celebración eucarística es la unidad de la Iglesia.
Después del gran signo quieren proclamar rey al Profeta, pero el huye. La realeza de Jesús sólo se manifestará en la cruz, allí se dará no el signo, sino la realidad, del sacramento. Como dice el Canon III: “Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad”.