MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA – 29 de agosto
Las iglesias orientales consagran este día con un estricto ayuno ya que, por un banquete mundano, el Precursor del Señor fue degollado.
El designio de Dios quiso para él “la última obediència“, la oscuridad de la prisión, sólo iluminada por la fe en el Mesías, como dice San Beda el Venerable en la segunda lectura del Oficio: “fue encerrado en la oscuridad de un calabozo aquel que vino a dar testimonio de la luz y a quien Cristo, la luz en persona, dio el título de “lámpara que arde y brilla”.
Su testimonio consistió en defender la verdad, como dice el Prefacio: “Mereció darle el supremo testimonio derramando su sangre“.
Queda patente en el texto evangélico que el verdugo tiene la fuerza, pero el profeta tiene la verdad.
Y ésta, sea cual sea, participa de la Verdad, que es Cristo.
(Calendario-Directorio del Año Litúrgico 2020, Liturgia fovenda, p.335s)